Este texto es un fragmento de

El cielo tendrá que esperar

Aitor Riveiro

«La hipótesis populista era incorrecta». La frase es de Juan Carlos Monedero. El politólogo, uno de los fundadores de Podemos, la pronunció en una conferencia apenas dos semanas después de las elecciones generales del 26 de junio. El partido estaba en shock tras los resultados de los comicios. Junto a sus aliados cosechó el 21,1% de los votos y se hizo con 71 diputados. Aún así sus líderes calificaron la jornada de «fracaso» y mostraron en público su temor al incierto futuro que se abría ante ellos. «Me acojona pasar de partisanos a ejército regular», confesaba el líder del partido, Pablo Iglesias, unos días antes de la charla de Monedero en el mismo ciclo de conferencias: El tema de nuestro tiempo:  pensar el futuro, dirigido por Luis Alegre, otro de los fundadores de Podemos. Allí estuvieron también el número dos, Íñigo Errejón, y la quinta integrante del conocido como equipo promotor del partido, Carolina Bescansa, entre otros importantes miembros del partido.

En apenas dos años y medio Podemos había pasado de ser una idea en la cabeza de un pequeño grupo de profesores, alumnos y activistas a poner el sistema político español patas arriba. Se había consolidado como tercera fuerza política de España tras siete procesos electorales europeos, estatales, autonómicos y locales. El 26J, tras someterse a todas las elecciones posibles, Unidos Podemos, En Comú (Catalunya), En Marea (Galicia) y A la valenciana (País Valencià) se quedó a 1,5 puntos y menos de 400.000 votos del PSOE y duplicó los apoyos de Ciudadanos. Había logrado además representación en la mayoría de los parlamentos regionales y en los ayuntamientos más importantes. Algunos de esos gobiernos municipales eran suyos y de sus aliados: Madrid, Barcelona, Valencia, A Coruña, Santiago, Cadiz, Zaragoza y Ferrol. El universo Podemos se había hecho fuerte en las principales ciudades, en la zona norte de España y en el arco Mediterráneo, con especial incidencia en las llamadas nacionalidades históricas, donde había tejido importantes alianzas con los actores políticos locales.

Un logro espectacular. Sin precedentes en tan corto periodo de tiempo. Pero un fracaso que no sólo no colmaba las expectativas generadas, sino que cerraba el trepidante ciclo electoral en el que se había sumido España a partir de las europeas de mayo de 2014 sin que el partido que irrumpió en dichos comicios hubiera alcanzado el objetivo definido en su asamblea fundacional en Vistalegre en el otoño de ese año: ganar el Gobierno de la Nación.

Porque la Hipótesis Podemos trataba de eso, de ganar las elecciones generales del 20 de diciembre, cuyo desenlace se dio en la segunda vuelta del 26 de junio tras el fiasco de la investidura de Pedro Sánchez. El concepto lo resumía uno de sus creadores, el secretario político de Podemos, Íñigo Errejón, en una tribuna en eldiario.es1: «La “hipótesis Podemos” leía que en España se abría una ventana de oportunidad para la victoria electoral de una fuerza transversal, popular y ciudadana, que articulase los consensos nuevos que ya comenzaban a fraguarse por fuera de la política institucional, en un divorcio acelerado entre “la gente” y las élites políticas y económicas».

El planteamiento era simple una vez oído. El 15M había sacado a la luz a la oposición real a las políticas de austeridad y las respuestas a la crisis económica desatada en 2008 puestas en marcha tanto por el Gobierno central como por los autonómicos y municipales. Decenas de miles de personas de todo el Estado, desde Málaga a Barcelona pasando por Madrid, se percataron aquel mayo de 2011 de que no estaban solos en su indignación. Y en las plazas pudieron mirar a los ojos a otras personas que, con ideas, experiencias y soluciones distintas, sufrían los mismos problemas, veían a su alrededor los mismos dramas y habían detectado a los mismo culpables.

El movimiento (o lo que los medios llamaron «movimiento» ante la ausencia de un mejor nombre) fue absolutamente novedoso en España y dividió a la sociedad en dos partes. Pero no en un eje horizontal, izquierda-derecha, sino en un eje vertical: arriba-abajo. Mientras la primera clasificación suponía un problema para mucha gente, que no sabía o no quería identificarse con ninguna de esas categorías, la segunda clarificaba el campo de juego. La gente contra las élites; la ciudadanía contra los políticos, los banqueros y los grandes empresarios. «No nos representan» fue el lema de un terremoto sociológico que comenzó antes de esa primera acampada en la Puerta del Sol y que se prolongó hasta las Marchas de la Dignidad del 22 de marzo de 2014. Tres años de mareas verdes, blancas y amarillas, rodeas y asaltas al Congreso, luchas contra los desahucios, manifestaciones de preferentistas estafados, huelgas contra las reformas laborales y un largo etcétera de causas que se dirimían en las calles.

El 15M, y en esto han hecho mucho hincapié los principales portavoces de Podemos desde su fundación, no era un movimiento de izquierdas, no estaba organizado por la izquierda (al menos por la izquierda clásica) y no supuso un revulsivo para la izquierda. Al menos en un primer momento. A la semana siguiente de la manifestación que supuso el nacimiento del movimiento el Partido Popular se impuso de forma holgada en las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo. Y apenas seis meses después Mariano Rajoy arrasaba en unas generales que llevaron al PSOE a su mínimo histórico sin que Izquierda Unida lograra capitalizar la debacle del partido con el que se había disputado buena parte del electorado desde los años 80. IU subió en votos y escaños, algo muy importante para una organización en una situación precaria en lo económico, pero su fuerza seguía siendo irrelevante con un Congreso y un Senado dominados por una aplastante mayoría absoluta del PP.

El 15M no fue bien leído por muchos. Los partidos tradicionales, al menos las cúpulas, miraban con recelo, cuando no con desprecio, a esos jóvenes y no tan jóvenes que durante varias semanas decidieron desafiar a las autoridades y las instituciones hasta el punto de ignorar una resolución de la Junta Electoral que declaraba ilegal la concentración en la Puerta del Sol y otras plazas de España en la jornada de reflexión de las autonómicas y municipales del 22 de mayo. Pese a la prohibición, la manifestación se produjo con el beneplácito del Gobierno, entonces en manos del PSOE, que no la impidió.

Aquel 15M, tres años antes de su fundación, Podemos ya estuvo en la Puerta del Sol. La manifestación que dio origen al movimiento fue convocada por diversas organizaciones. Una de ellas era Juventud Sin Futuro. Entre sus portavoces estaban Ramón Espinar, Eduardo Fernández Rubiño, Miguel Ardanuy o Pablo Padilla.

Los cuatro son hoy diputados en la Asamblea de Madrid. Además, Espinar es senador por designación autonómica y portavoz del grupo Unidos Podemos en la Cámara alta, Rubiño es responsable estatal de Redes Sociales del partido y Ardanuy lo es de Participación. Estos dos últimos entraron en la institución con 23 y 24 años respectivamente.

A la marcha se unió también Íñigo Errejón, que ese mismo día aterrizó en Barajas de un viaje a Ecuador. Buena parte de los integrantes de Juventud Sin Futuro lo eran también de la asociación universitaria Contrapoder, fundada por el propio Errejón en su época de alumno. Contrapoder, entre los estudiantes, y la red de profesores conocida como La Promotora, ambas radicadas en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, han aportado un buen número de cuadros y de ideólogos a Podemos. Entre ellos, los cinco miembros del equipo de fundadores.

Espinar, Ardanuy, Padilla, Errejón y muchos otros asistentes a aquella manifestación que dio origen al 15M fueron entrevistados en uno u otro momento por un desconocido programa de una pequeña y minoritaria televisión comunitaria de Vallecas, un popular y populoso barrio eminentemente obrero de Madrid. La Tuerka comenzó a emitirse en TeleK pocos meses antes del 15M. Su cara más visible no decía casi nada a casi nadie y su nombre tampoco: Pablo Iglesias.

En los días y semanas posteriores al 15M La  Tuerka dedicó buena parte de su programación a analizar el movimiento. Dedicó reportajes y tertulias a explicar qué estaba pensando y a recabar las opiniones de los asistentes y de los partidos políticos madrileños. En una entrevista publicada en el libro Claro  que Podemos, Errejón explica: «El 15M nos cogió por sorpresa, como le cogió a todo el mundo. Y nos apasionó, como le apasionó a una parte del mundo [...]. Desde el espacio de La Tuerka desarrollamos en la órbita del 15M un trabajo de discusión intelectual. A nosotros nos interesan menos los cómos, que es algo con lo que se ha obsesionado mucha gente; lo que nos interesaba eran las mutaciones que estaba produciendo en la cultura política española y el tipo de elementos que estaba introduciendo en el sentido común de época, que pueden ser la antesala de una posibilidad de cambio político2».

Aquellos programas de La Tuerka se pueden repasar en su canal de YouTube3. Ante los micrófonos, Iglesias, Monedero y Errejón, entre muchos otros. En sus comentarios ya puede anticiparse buena parte del eje vertebrador del futuro discurso de Podemos. Como ha repetido el hoy secretario general del partido en múltiples ocasiones, La Tuerka funcionó como laboratorio donde experimentar con la que sería una de las materias primas de los cimientos de su posterior éxito electoral y social: el discurso.

«Es lo mejor que le ha pasado a la democracia desde que se murió Franco», aseguraba Monedero en uno de los programas posteriores al 15M. «Nos ha repolitizado, ayudado a identificar a los mentirosos, entender que los derechos sociales son algo que queremos exigir. Lo que el pueblo español no sea capaz de ganar por sí mismo nadie se lo va a entregar».

«Las calificaciones ideológicas suelen ser mucho representaciones ideológicas», respondía Errejón en otro de los programas, en respuesta al dirigente del PP de Madrid David Erguido, figura en alza en 2011 y que hoy está investigado en el marco de la Operación Púnica. El por entonces profesor de la UCM ya señalaba algunas claves para entender que el movimiento era como un iceberg: se veía mucho menos de lo que en realidad era. «Cualquiera que diga que el 15M era un movimiento electoralista no ha entendido nada. No ha entendido toda la potencia de rediscusión de qué cosas le parece a la gente que no van bien», apuntaba con ese lenguaje suyo tan característico.

En otro de los debates participó Miguel Ardanuy. En su primera intervención aseguró: «El 15M nos ha dejado un nuevo sentido común y nos ha demostrado que un nuevo país es posible y que está en nuestra mano».

Era 2011. Quedaban poco menos de tres años para que se fundara Podemos. Pero las bases sobre las que se fundamentó su nacimiento ya comenzaban a fraguar. La Hipótesis Podemos tomaba forma. En la misma entrevista citada un poco más arriba, Errejón señalaba: «Algunos empezamos a ver en el 15M la expansión de la indignación y de la protesta con carácter destituyente, algo similar a lo que ocurrió en América Latina al inicio de las largas décadas neoliberales perdidas. [...] En un momento dado de crisis de los relatos tradicionales, la expansión del descontento se manifestó fuera de los cauces que supuestamente estaban destinados para eso, fuera de las categorías que hasta el momento habían ordenado la vida política. Y se produjo una ordenación que ya algunos empezábamos a decir, para mofa y descalificación de muchos, que era una impugnación de tipo populista, esto es, un tipo de impugnación que antepone la frontera que separa a las élites del pueblo o la ciudadanía a aquella frontera que separa a la izquierda de la derecha».

La idea era, otra vez, sencilla. Sencilla una vez que se formulaba. Estaba ahí, latente. Y el 15M la puso sobre la mesa y mostró que había una masa social indeterminada que se movía en esos nuevos parámetros. Si el marco izquierda-derecha no funcionaba, por desgastado, había que buscar otro. Si las categorías políticas tradicionales no generaban acción y reacción, era imprescindible crear unas nuevas.

El 15M generó una oleada de simpatía sin precedentes en España hacia un movimiento eminentemente político. Una encuesta de Metroscopia revelaba que el 81% de los españoles consideraban que los llamados indignados tenían razón en sus reivindicaciones4.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) también realizó una encuesta sobre la influencia del movimiento algunos meses después, en  septiembre de 2011. El estudio señalaba que el 15M influyó en las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo, aunque de manera desigual. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, un 27,9% de los votantes lo tuvieron en cuenta cuando acudieron a las urnas. En la ciudad de Barcelona [en Catalunya no se celebraron elecciones] la cifra fue del 23,1%5.

A partir de entonces Iglesias, Monedero, Errejón y demás intensificaron el proceso de aprendizaje del que habían señalado como medio fundamental donde dar la batalla política: la televisión. En una entrevista concedida al diario El País durante la campaña de las elecciones del 26J, Pablo Iglesias apunta la importancia de lo audiovisual en el éxito de Podemos. El politólogo defiende que la televisión es la «productora de sentido común» de nuestro tiempo. Y concluye: «Podemos no se explica sin la televisión pero no se explica sólo por la televisión6».

En una reflexión más profunda, Iglesias apunta en el libro Claro que Podemos: De La Tuerka a la esperanza de cambio en España que durante el estallido del 15M se dieron cuenta de que había una «interacción permanente entre lo que estaba pasando en nuestro país y nuestra propia reflexión y nos dimos cuenta de que la televisión es un medio ideal para crecer, para avanzar, para incluso superar ciertos elementos de las culturas militantes de las que nosotros proveníamos».

La hipótesis populista estaba lanzada y Podemos ya estaba allí el 15M. Pero la idea de fundar un partido político todavía no había cuajado. Los que con el tiempo serían los principales rostros de la formación mantenían todavía una fuerte relación con Izquierda Unida. Juan Carlos Monedero había sido asesor del coordinador federal de la coalición Gaspar Llamazares durante la primera parte de su mandato, hasta 2005.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón también asesoraron en diversas campañas electorales a IU tanto a nivel estatal como regional. Fue el caso de las propias generales de noviembre de 2011 o de las gallegas de octubre de 2012. Además, Iglesias y Monedero eran socios en Producciones CMI, la sociedad que estaba detrás de La Tuerka y que fue contratada por IU para la producción de varios vídeos propagandísticos.

El paso de la hipótesis populista a la Hipótesis Podemos vino después. El Gobierno de Mariano Rajoy puso en marcha una política continua de recortes en Sanidad, Educación, Dependencia y prestaciones sociales. El PP, que controlaba a su antojo la mayoría de los resortes del Estado, planteó también modificaciones legislativas que atacaban, en opinión de muchos ciudadanos, las libertades civiles de los españoles. Se pidió el rescate a Europa, que supuso la llegada de los temidos «hombres de negro» de la troika a vigilar las cuentas. Se cerró el grifo a los ayuntamientos y los desahucios se multiplicaban.

También creció la contestación en la calle. Las encuestas apuntaban un declive del PSOE y un aumento de IU, pero la coalición que comandaba Cayo Lara estaba muy lejos de ser una amenaza para los socialistas. Mucho menos para la derecha.

La casualidad hizo que en 2014 arrancara un calendario electoral sin precedentes en España: europeas, autonómicas, municipales y generales entre mayo de 2014 y finales de 2015. En un contexto de movilización social, desencanto absoluto y con los líderes políticos en valoraciones mínimas. Había una opción real de alcanzar centros de poder en un corto espacio de tiempo. La blitzkrieg o guerra relámpago. Dos años para ganar el Gobierno de la Nación a partir de una serie de victorias intermedias que fueran desquiciando al enemigo. Pero para hacerlo había que cambiar las reglas políticas. O al menos intentarlo. Patear el tablero. Descolocar al rival, salir de los paradigmas habituales. Emplear otro discurso, otras categorías. Utilizar la televisión como trampolín para que los mensajes llegaran a los votantes. Apelar al 15M con propuestas de regeneración y el uso de métodos participativos para la confección de las listas. Las primarias.

IU no pudo acoger tantas novedades en tan corto espacio de tiempo. No pudo, no supo o no quiso. Más bien una mezcla de las tres. La coalición se autodescartó y se puso sobre la mesa la Hipótesis Podemos. En enero de 2014 se presentó la iniciativa. En mayo alcanzaron el millón de votos y los cinco eurodiputados.

La Hipótesis Podemos no se cumplió porque el partido fue incapaz de alcanzar la misión para la que había nacido: ganar las generales. Pero por el camino sí se han logrado algunos objetivos nada desdeñables. Lo resumía el dirigente Rafael Mayoral en un artículo en Público.es: «Podemos y sus confluencias se han consolidado como la herramienta electoral adecuada para el amplio proceso de empoderamiento popular de rescate de la democracia con más de 5 millones de votos y siendo la fuerza política hegemónica entre los menores de 45 años. Es decir; se confirma el fin del bipartidismo estático y se consolida un escenario de geometrías políticas dinámicas7».

La cuestión está en saber si esos logros son suficientes o no. Si pervivirán y servirán de suelo para seguir construyendo el partido o si, cerrado el ciclo electoral que permitió la guerra relámpago y en una situación de guerra de posiciones Podemos es la herramienta más adecuada.

«Del asalto al cerco: Podemos en la nueva fase»(17/07/2016), consultable por medio del siguiente enlace: http://www.eldiario.es/tribunaabierta/asalto-cerco-Podemos-nueva-fase_6_538306170.html.

2 Domínguez,Ana y Giménez, Luis: Claro que Podemos: De La Tuerka a la esperanza de cambio en España, Los libros del lince, Barcelona, 2014.

Consultable por medio del siguiente enlace: www.youtube.com/user/LaTuerka.

4 «Apoyo a la indignación del 15-M», en El País, 05/06/2011. Consultable pormedio del siguiente enlace: http://elpais.com/diario/2011/06/05/espana/1307224812_850215.html.

5«El CIS confirma que el 15-M influyó en lasautonómicas, aunque con grandes diferencias», en El País, 22/09/2011. Consultable por medio del siguiente enlace:

http://politica.elpais.com/politica/2011/09/22/actualidad/1316709956_949361.html.

6 Entrevista a Pablo Iglesias en El País, 13/06/2016. Consultable por medio del siguiente enlace: 

http://politica.elpais.com/politica/2016/06/12/actualidad/1465743111_826564.html

7 «Tres contra uno y seguimos en pie», en Público.es, 09/07/2016 http://blogs.publico.es/quien-quiera-oir-que-oiga/2016/07/09/tres-contra-uno-y-seguimos-en-pie/.




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