«LO EXÓTICO»

Era un pueblo que sólo contaba con dos habitantes en invierno y doscientos cuarenta en verano, época en la que se celebraban las fiestas más populares de aquella sierra.
Castelo, que así se llamaba el conocido niño tonto del pueblo, venía en bicicleta desde el pueblo vecino y era blanco de burlas y chanzas por parte de los niños bien de ciudad. Un día, un habitante oriundo de Bilbao, decidió hacerse su amigo de verdad. Su nombre era Nacho.
Detrás de Castelo corría una leyenda negra, se decía que al quedar joven huérfano de padre y madre, se había ido a vivir con los lobos al monte. También se decía que los chicos de Proyecto Hombre que antes trabajaban en la mina, le daban estupefacientes por comida. El niño, de quién nadie supo jamás su nombre, era también muy amigo de unas ovejas que solía pastorear don Luis; a ellas las llamaba don Luis, "mozas", y eso causaba hilaridad en los niños bien de ciudad.
Todo eso cambió un día, el último de la feria, en que vieron a Nacho atado fuertemente por la cabeza con una cuerda, mientras Castelo le pegaba fuertemente con una rama en la espalda.
Los veranos en aquel pueblo volvieron a ser igual de solitarios que los inviernos y las fiestas más populares de la sierra pasaron a celebrarse en el pueblo vecino.
Nacho, que jamás aprendió la lección, fue devorado por uno de los lobos que cuidaban de Castelo. Su padre, llorando ante el párroco, le preguntaba que por qué, que qué había hecho mal...