Y mi madre se encontró un perro en la calle y lo trajo a casa. Así llegó Pepe. Era un híbrido entre un perro feo y rata fea. No es broma, este perro parecía un experimento, esa cara y ese pelo alambre/lija no era normal.
Los primeros días que pasó en su nuevo hogar estaba tan débil que sólo comía y dormía. Pobre animalillo. A la semana ya estaba un poco mejor y nos había mordido a todos (menos a mi madre). A mí me mordió en la cara cuando estaba en el sofá, me giré en un acto reflejo y me mordió en la espalda. El cabrón una puta piraña. Además, lo hacía por hobby, no hacía falta ni que lo miraras, pasaba por el salón y se ponía a morder porque le salía de sus pelotillas de ex perro callejero. él era así de chulo.
Mi madre lo justificaba diciendo que el perro mordía porque la quería proteger, pero cuando un perro te muerde sólo por estar en la misma ciudad de su nueva “dueña” es en mi opinión una protección "nivel dios”.
El perro siguió mordiendo hasta el mismo día de su muerte, 16 años después. Si existe un cielo para los perros y Pepe está allí, lo siento por los demás, pero deben de tener las mismas ganas que yo tenía de que un día se fuera y no volviera más. No digo que quisiera que se muriera, en el fondo me gustaba y me llevo bien con los animalillos, pero sí soñaba con la idea de encontrarme un cartel de esos con una foto de Pepe diciendo. "Perro perdido". Lo hubiese entregado encantado, y en vez de querer que me dieran una recompensa por él, yo hubiese pagado para que se lo llevaran.
Bien narrado.
Saludos Insurgentes