«SENSIBILIDAD»

Éramos dos psicólogos azotados por la ventisca de tiempos duros. Yo elegí la rama deportiva, especializándome aún más en boxeo. Ella se especializó (o trató de hacerlo, en geriatría). Como se podrá adivinar a los dos nos iba el rock del duro y soñábamos con cantar el uno para el otro y viceversa aquella última canción de Elvis cuando estaba más que acabado, que después popularizaron los Pet Shop Boys. Malos tiempos ya corrían por entonces.
Para facilitar esa serendipia que jamás se daría, acabaríamos siendo víctimas de nuestra limerencia de autónomos, y la vida, esa cosa tan dura, nos separó y a pesar de que ambos queríamos matar a los malos o convertirnos en héroes, a pesar de que nos enamoramos a la vez pero separados del poema de Poe, Annabel Lee, y de que lo perdimos todo, uno por culpa del otro, elegimos a personas más cercanas ya muertas para compartir nuestros responsos, una vez se nos dio el óbito. Ellos nos mantuvieron con vida por los siglos, quizás por ser los malos del cuento.
Ciao amiga, te quise.