«Memorias breves»

Puede que esta sea una historia de una vida breve con un final triste, pero para nada lo siento así: yo viví en tu cálido vientre, mamá, durante doce felices semanas, hasta ese veintiséis de junio. ¿Lo recuerdas? Fui el más veloz y conseguí instalarme en la cálida habitación redonda que me tenías preparada antes que ningún otro. Estabas feliz y dichosa, me deseabas con todas tus fuerzas. No tardé en percibir las tormentas que se desataban fuera; aunque tú las combatieras sola, yo las vivía contigo. Voces y silencios, a veces no sabemos cuál de los dos hace más daño. Sé que, por un instante, llegaste a pensar que tal vez no era mi momento, que tal vez debería dejar de existir, llegaste incluso a verbalizar esa idea en voz alta… Pero también sé que borraste esa idea de la cabeza rápidamente, arrepentida de ese pensamiento y con tu amor hacia mí todavía más multiplicado.Pero no te creas que esa posibilidad la barajaste tú únicamente, mamá; yo notaba la soledad que se había instalado a tu alrededor y fui tomando consciencia de que esta batalla no ibas a poder finalizarla sola, únicamente había una cosa que podía hacer por ti.Dejé tu confortable vientre tras una turbulenta guerra que libraste fuera por mí; te avisé de mi marcha definitiva con unas pequeñas gotitas sonrosadas que te alertaron: sé que conocer mi ausencia fue muy duro para ti.Pero ahora te observo y no me arrepiento, porque te regalé el instinto maternal, fui tu primer hijo, me siento orgulloso de seguir en tu memoria cada día y te concedí el arrojo y la seguridad que has mostrado después para enfrentarte a esas malditas voces que escuchaba fuera. Sé feliz, cuida de mis hermanos y háblales algún día de mí.