... Escúchame bien, que tengo una idea. Vamos a hacer un remake de Priscilla, pero como va a estar ambientado en España, en lugar de reina del desierto, va a ser reina de la piel de toro, o de la meseta, eso no lo tengo claro, según la ruta que hagan durante el viaje. De lo que sí estoy seguro es dónde va a ser una de las grandes paradas. Es la que siempre me viene a la mente, quizás para iniciar la trama con la misión que ahí les encomienden. O puede que al revés, que el culmen de la película sea que lleguen hasta, ¿estás lista? Siéntate, que lo mismo te da un síncope…
… Se acabó, ha llegado el día de decir hasta aquí hemos llegado. De dejar de ser una máquina de carne y hueso para volver a ser lo que nunca debí dejar de ser, un individuo con sentimientos y emociones, con necesidades, con capacidad y deber de empatizar con los demás, de transmitir y recibir cariño, de situar a las personas por encima de cualquier otra consideración. Cada uno de nosotros tenemos deberes, sí, somos profesionales, y esto es una relación contractual, sí, eso está claro…
… Mirar las portadas de los periódicos de hoy y tener la misma sensación que ayer y antes de ayer, que todos los días. Da igual la edición impresa que la digital, que enchufar la radio o encender la televisión. No es cuestión de una emisora o un canal concreto, ni moviendo el dial ni haciendo zapping se supera el hastío que provoca la actualidad informativa de cada jornada…
… Nada de trajes, afortunadamente serán días formales, pero sin corbata. Pantalones, camisas, americanas y zapatos sin cordones. Las deportivas por si saco un rato libre. Difícil, pero basta que no las lleve para que sea posible y entonces me llevan los demonios si no las tengo conmigo. Así, además, libero estrés. Un par de libros. Para cuando me vaya a dormir me digo, aunque luego los paseo y ni los abro…
… A veces me equivoco. Dicen que es de persona normal meter la pata. ¿O era que “errar es humano”? Me lío con los dichos populares, los mezclo unos con otros. Agosto, aguas mil. Mayo, mes de las hortensias. Lo sé. No está bien. Eso me ocurre por hablar sin pensar. Soy de los que dice lo que piensa, y no de los que piensa lo que dice. Un inconsciente del verbo. Un lanzado de la retórica. Y me meto en unos charcos, que imposible no salir de ellos escaldado. Pero el que no se atreve no avanza, y el que no arriesga pierde, se queda con las ganas. Eso por descontado, ¿o no?...