Este texto es un fragmento de

Aquellos maravillosos aros

Xabier Sanmartín Cuevas

Índice de contenido: 63 historias, 63 protagonistas

1. Nate Davis, el fugaz Jordan del Obra
Tonecho Lorenzo, mítico jugador del Obradoiro

2. Oscar Schmidt y sus 49.737 puntos
Javier Gancedo, Manager Editorial de la Euroliga

3. Drazen Petrovic: único, ángel y diablo
Mozan, entrenador

4. Magic Johnson, cada pase una sonrisa
Pepo Suevos, humorista

5. Manel Sánchez, el brío del Breo
Tio Díaz, entrenador y exjugador del Breogán Lugo

6. John Pinone, el oso rey de la ACB
Tim Shea, entrenador y ojeador de la NBA

7. Tkachenko, un gigante en Santiago
Abel Amón, exjugador profesional y empresario

8. Lavodrama, vino, ganó y se quedó
Carlos Mirás Avalos, periodista de Radio Coruña

9. No diga contrataque, diga Worthy
Fran Varela, entrenador

10. Villacampa, un alero ‘2,5’ de récord
Koke Rama, exjugador profesional

11. Sabonis, el mejor pívot del mundo
Mariano Raskin, periodista

12. Trecet, el hombre que pisó la luna
Mario Iglesias, exjugador profesional

13. Alfonso Rivera, catedrático in pace
Moncho Fernández, entrenador dl Obradoiro, equipo de ACB

14. Jordan, aquel tapón gallego al dios
Mateo Sánchez, jugador de la liga universitaria de EEUU

15. Sibilio, el pre ‘KD’ en Santa Isabel
Juan de la Cruz, ex jugador profesional e internacional

16. Juane, si el Obra te llama dos veces
José Manuel Calvelo, exjugador profesional

17. Kukoc, un día con la pantera roja
Yago Casal, entrenador

18. A Epi le salió la barba en Santiago
Victor Fernández, entrenador

19. Biriukov, ruso dentro, blanco fuera
Quique Ruiz Paz, ex jugador de ACB

20. Dino Meneghin dio más que nadie
Óscar Losada, periodista

21. Norris, mito con amigos en Santiago
Victor Fernández, entrenador de base

22. Bad Boys allí y Poli Díaz en Santiago
Noel Pérez, entrenador de base

23_Essie Hollis, clase hasta decir basta
Rafa Ruiz, entrenador

24. Divac, talento del país invisible hoy
César Iglesias Molares, entrenador del CD AMFIV - Vigo

25. Herreros, de torero a mirlo blanco
Oscar Martínez, entrenador

26. Joe Arlauckas y el niuyork de Sinatra
Juan Cueto, entrenador

27. Chichi Creus, base de lo imposible
Benjamín Crespo, colaborador de El Sexto Hombre

28. Brian Jackson, los blancos sí saben
Joan Pages, ex jugador ACB

29. Ricardo Aldrey, mito del Obradoiro
Miguel Juane,. ex jugador ACB

30. Juan Carlos Navarro, magia Borrás
Héctor Medina, Fito, entrenador

31. Shaquille O'Neal, el Shaquinosaurio
Roberto Anidos, CEO de Piratas del Basket

32. Quino Salvo, roble y corazón de oro
Antonio Pais, periodista

33. Antonio Martín siempre será dos
Carlos Ruf, ex jugador profesional e internacional

34. Andrés Jiménez, crack en voz baja
Jordi Perramon, blogger de baloncesto

35. Tonecho, sentimiento Obradoiro
José Caldas, entrenador y exjugador

36. Larry Bird, talento obrero verde
Roberto García López, monitor

37. Tito Díaz, base del mejor Breogán
Manel Sánchez, ex jugador ACB 

38. Nikos Galis, lo que la NBA se perdió
M. J. Jorge Plaza, gestor del grupo de Facebook Ba-lon-ces-to

39.  Bodiroga, un galán serbio al ralentí
Miguel Ángel Hoyo, entrenador del filial del Baskonia

40.  Antonio Díaz-Miguel y su baloncesto
Félix López, responsable del grupo de Facebook Antonio Díaz-Miguel

41. Amaya Valdemoro, la pionera brava
Juan Paz, entrenador y profesor

42. Cheryl Miller, la mujer de 105 puntos
Ramón Trecet, periodista

43. Obradovic, el entrenador (in)tenso
Pablo Negreira, entrenador

44. Fernando Martín, nuestro Espartaco
Marcos Vázquez, entrenador y profesor

45. Alberto Abalde late en 3 corazones
Tamara Abalde, jugadora profesional e internacional

46. Delibasic, el talento de ojos tristes
José Antonio Pérez, subdirector del periódico El Correo Gallego

47. Kurtinaitis, triples de bigote lituano
David de la Vega, colaborador de la revista Skyhook

48. Olajuwon, 7 pies bailando claqué
Quique Chust, entrenador

49. Steve Nash, ¿el anillo pa cuándo?
Antonio Pérez Caínzos, entrenador ayudante del Estudiantes

50. Montero, el base que pudo reinar
Javier Brizuela, periodista

51. Charles Barkley, fanfarrón con causa
Miguel Esteban, director de El Sexto Hombre

52. Jasikevicius, todo temperamento
Julián Felipo, periodista de El Mundo Deportivo

53. Dominique Wilkins, vuelos allí y aquí
Fernando Tejerina, periodista de Santander, comentarista del CD Estela para el canal televisivo de la Federación Española de Baloncesto

54. Solozábal, un señor base irrepetible
Carlos Maceiras, profesor de la Escuela Gallega de Entrenadores Fegaba

55. Berni Rodríguez, el sudor invisible
Juanma Rodríguez, columnista del diario La Opinión de Málaga, donde firma la sección Memoria en verde y morado

56. Blanca Ares, del Casa Galicia al oro
Carlota Castrejana, Secretaria General de la Federación de Atletismo

57. Mike Smith, 1.500 dólares ‘duracell’
José Manuel Olías, periodista del diario Málaga Hoy

58. Ramón Rivas, rebote sin esmoquin
Rubén Gazapo Ramos, responsable de la web www.baskonistas.com

59. Caldas, líder del Obradoiro pionero
José Ángel Rivera, Mozan, entrenador

60. Pablo Laso, base que veía lo que nadie
Francisco Muñoz, redactor de www.faltapersonal.info y colaborador del programa de radio www.elsextohombre.com

61. Spanoulis, el killer ídolo de Doncic
Pepe Vázquez, el entrenador santiagués que dirigió este curso al Embutidos Pajariel Bembibre en la élite del baloncesto femenino

62. John Stockton, el don Juan del pase
Millán Cámara, periodista que coordina con el entrenador Jota Cuspinera el podcast Basketball Insights, además de colaborar en la factoría de contenidos A La Contra

63. Ismael Santos, alero y blanco herido
Gonzalo Bedía Díaz, entrenador asistente de Saint Louis College of Pharmacy femenino, en el baloncesto universitario USA (NAIA)




1. Nate Davis, el fugaz Jordan del Obra

(1982-83) Aquí arranca una serie de retratos de personas que han hecho grande al baloncesto, como Nate Davis, exjugador del Obradoiro y OAR

«Al ver a Nate Davis hacer aquellos mates en Sar la gente se tiraba literalmente por los suelos de la impresión». Así explica Tonecho Lorenzo, leyenda del Obra­doiro, lo que supuso ver en Santiago a ese norteamericano anotador compulsivo que saltaba como Michael Jordan antes de que Air Jordan pisase la Universidad del norte de Carolina. En la del sur, jugó él, Nathaniel Davis, e­scorpio nacido el 25 de octubre de 1953. Elegante como la seda e igual de liviano en vuelo, Nate llegó a España para jugar como alero pero por talento y físico (1,94 m) también brillaba en la zona porque, cómo me cuentan jugadores de esa época, «en España por entonces muchos pívots de Primera División (la ACB nace en 1983-84) medían dos metros justos».

Elegido por Chicago Bulls (NBA) en el número 101 del draft de 1977, meses después de quedarse fuera de la NBA, un pionero del scouting, José Antonio Gasca, le llevó al A­skatuak (San Sebastián).

Allí asombró pero problemas con la directiva le llevaron al Miñón Valladolid, rondando a diario los 30 puntos por partido, jugando mucho por encima del aro hasta que la FIBA, inspirada ella, prohibió ese tipo de mates.
Tras otro vano intento de vivir la NBA, en el verano de 1982, Nate llega al Obradoiro para suplir al alero Chuck Verderber, lesionado.

Juega parte del curso 1982-83 que, a nivel político, llevó al socialista Xerardo Estévez a debutar como alcalde de Santiago.

Nate acabó un año después en el OAR Ferrol, donde siguió su rutina de anotar 30 puntos por día, 40 si estaba inspirado. Su paso fugaz por Santiago avivó la pasión por el baloncesto hecho espectáculo, dejando huella aunque quizá no tanto al revés. «Bastante amable es Davis que cuando le preguntan por el Obradoiro no dice nada negativo», cuenta un excompañero suyo diciendo mucho sin decir. 

Tonecho Lorenzo: «Davis no estaba en su mejor forma pero ver a un jugador así en Sar impresionaba», cuenta Emilio Navaza, periodista jubilado pero activo (Vidaatleticadegalicia.org), y cronista de baloncesto en EL CORREO en aquel tiempo de fotografías en blanco y negro. Davis jugó una docena de partidos en el Obra, sin estar al nivel de Valladolid pero asombrando a ratos en un club donde también jugaban Ribera, Aldrey, Modrego, Balagué, Lomas, Tonecho, Pérez, Amón, Pages, Corts y Abalde con Lazic entrenando hasta irse por mala salud, dando paso a Pepe Casal. El Obradoiro, novato en la élite, tocaba el cielo por primera vez pero llagas deportivas y económicas provocaron el infierno del descenso.


3. Drazen Petrovic: único, ángel y diablo

(1988-89) El mito croata se midió aquí a dos ex Obra, Aldrey y Juane

Y ganó una Copa del Rey en Galicia con el Real Madrid antes de irse a la NBA

«Drazen Petrovic fue el responsable de que el baloncesto dejará de gustarme... para empezar a apasionarme», así de gráfico es Mozan, José Ángel Rivera, entrenador compostelano de verbo fácil, y más hablando del alero croata que dominó Europa de 1984 a 1988 con la Cibona de Zagreb.

Nadie como Petrovic ha encarnado en el baloncesto europeo tal híbrido entre ángel y diablo.

En Yugoslavia y Croacia (país desde 1991), tenía rango de niño-dios, de genio de rizos traviesos y voraz afán competitivo pero sus rivales sufrían tales mofas e insultos que odiarle (casi) era rutina. Alero de 1,94 m., libra del 22 de octubre (Sibenik, 1964), a Drazen le costaba entender que el talento no da derecho a escupirle al mundo.
Eso sí, compañeros y amigos suyos aún relatan maravillas de la persona oculta tras aquel jugador adicto a los entrenamientos.

«La leyenda sobre él como un tenaz trabajador que cada día quería más y más, esa mentalidad es lo me conquistó», destaca Mozan.

Elegido Mejor Jugador Yugoslavo del Año cuatro veces entre 1983 y 1987, cuando llegó a España hice dos horas de cola para verle jugar en un Caja Bilbao - Real Madrid, donde metió 42 puntos bajo un clima tenso al medirse a Juanma Iturriaga, que acabó la carrera en su Bilbao natal sin llegar a compartir vestuario merengue con quien tantas veces se había burlado de él, del Madrid y de su afición durante tensos duelos en Copa de Europa.

El Drazen ya atemperado mantenía su don de provocar faltas que alargaban su aura ofensiva. De esa etapa, pervive su récord de tiros libres anotados (14) en un partido de Copa del Rey (1988-89) pero su mayor hito blanco llegó en la final de la Recopa de 1989, en un Madrid - Snaidero Caserta donde él anotó 62 puntos y Óscar Schmidt 44.

Antes, ganó la Copa celebrada en A Coruña, en un curso 1988-89 donde jugó en Ferrol con dos ex del Obradoiro: el coruñés Miguel Juane (director general del Obra en 2009) y el santiagués Ricardo Aldrey, parte de un Clesa Ferrol 81 - R. M. 86, que también disputaron Aller, Schlegel, Loureiro y Lavodrama.

No ganó esa ACB de 1989, en días donde los veinteañeros de Santiago tenían como paraíso nocturno a la discoteca Clangor. En 47 partidos, Drazen anotó el 60% de los tiros de dos puntos, el 47% en triples y el 87% en libres, sumando 4 rebotes y 4 asistencias. De Madrid voló a la NBA. Dos malos años en Portland y tres buenos en los Nets (el último promediando 22 puntos) precedieron al accidente de 1993 que segó su sueño de ser All Star. Ángel, demonio, único. DEP.


45. Fernando Martín, nuestro Espartaco

(1989) Primer español en la NBA, estrella de eco extradeportivo, tuvo su propio videojuego

Sus duelos con Norris son el gran póster de los años 80.


Siendo adolescente un día faltó un amigo del barrio, Nacho. Al cabo de semanas faltó para no volver. Ese palo nos enseñó que también puedes morir joven, lo que es un drama dentro de otro. El 3 de diciembre de 1989 ese verso negro sonó de nuevo, enlutó a una de las pocas personas cuyo carisma rebasó las canchas de baloncesto: Fernando Martín, fallecido en accidente de tráfico.

Aries del 25 de marzo de 1962, pívot de 2,05 m., Fernando supo al nacer que en este mundo sobran quienes reparten mal adrede.

Atleta superdotado, brilló en natación y balonmano antes de ser subcampeón de liga preACB con el Estudiantes, club que nos lo regaló para el baloncesto. Ya con 19 años, voló al Real Madrid, hilando desde 1981/82 cinco años, y más que un lustro fueron un sol alrededor del cual brotó la revolución social que puso en cada casa otro balón, el naranja que él sostenía a una mano cual estatua griega siempre en lucha, peleando cada rebote como quien brega por el último sitio en el arca de Noé pero para cedérselo a otro. Irradiaba energía.

Dorado en ligas o copas y plateado con «el equipo nacional» tanto en Juegos Olímpicos (Los Angeles, 1984) como en Europeos (Nantes, 83), creció mucho en poco tiempo, y pasó de ser capaz de defender a tres osos juntos si hacía falta, reboteando y poco más, a... cruzarse el campo letal al contrataque, anotando desde cuatro metros, metiendo semiganchos y, lo mejor, yendo valiente así quemase la bola o la grada. Desayunaba bravura.

Era estrella blanca pero hablaba de él hasta la prensa rosa, pendiente de su vida extradeportiva. En 1985/86 saltó a la NBA. Tras probar en New Jersey, jugó con Portland. La vida le atizó doble: allí porque recelaban de los europeos y aquí porque la normativa le impedía ir a la selección (alguno le llamó traidor). Lució poco en EEUU. Eso le frustró. Nos frustró. Era uno de los nuestros.

De vuelta, escribió leyendas en cada choque con Norris (Barça) en las temporadas 87/88 y 88/89, peleas homéricas en la zona, una lucha tan intensa como leal, un monumento a nuestro deporte

«Sus duelos con Norris deberían estudiarse en los cursos de entrenador», añade el coach gallego Marcos Vázquez.
Fernando era un rey republicano pero en 1988/89 el Madrid dio un golpe de estado, fichó a Petrovic, genio que pasó de escupir el escudo madridista a besarlo, y ni él, ni Iturriaga, ni otros lo entendieron. Su personalidad y estampa brava fue más allá del parqué en una ACB hoy presidida por su hermano Antonio.

Fernando fue un 10 y un espartaco rebelde. El mundo le hizo así. Le quedaron muchas lunas por ver, como a Nacho. 




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