Este texto es un fragmento de

Curioso a puerta cerrada

Daniel Carbonell

La sensación fue realmente única en mi vida, a la vez que extraña y misteriosa. Ese momento especial en que tu mente se paraliza y sólo sientes una cosa que no puedes ni siquiera describir. Eres consciente de que es difícil y de que posiblemente te estás metiendo en un lío y que la cosa tal vez no pueda salir bien. A pesar de todo lo intentas, porque los sentimientos pueden a lo difícil y luchan contra lo imposible, y piensas que los momentos buenos podrán compensar a los posibles momentos malos. Idas y venidas, continuos viajes de Murcia a Madrid y una explosión de sentimientos, reales y ficticios, curiosos y flexibles. Cierro los ojos y recuerdo perfectamente ese momento, la primera vez que lo vi, la primera vez que me sonrió, la primera vez que me miró a los ojos, la primera vez que sentí lo que sentí… Aquella vez que marcaría mi vida para siempre. A día de hoy me sigo preguntando muchas cosas, muchas dudas acerca de esta historia que viví con él, cómo lo conocí y todas las cosas que pasaron. Sigo sin tener clara su verdadera orientación sexual, si la prefiere a ella o a mí, sin tener claro cuáles son sus sentimientos ya que seguramente ni él los tuvo claros en su momento ni los tendrá ahora. Quiero creer que todo lo que pasó fue real, que así lo sentimos ambos, al margen de cómo fueran sucediendo las cosas. Lo único que yo tengo realmente claro, es que al margen de todos los momentos buenos vividos con él, conocer a Antonio es algo que complicó mi vida. Yo sí tuve claros mis sentimientos, y aún más claro, que la historia que viví con él fue la más surrealista que me ha pasado en la vida, a la vez que especial e intensa. Sin embargo, hay que tener cuidado cuando uno se entromete en líos de pareja porque la cosa puede acabar extremadamente mal. Tengo que remontarme a muchos meses atrás, a aquel comienzo de verano en que nuestros caminos se cruzaron y él apareció en mi vida, y luego vendrá todo lo demás. El amor, el sexo, la amistad, la confianza y desconfianza, los problemas, las terceras personas, las dudas, la curiosidad.

Primera toma de  contacto

Se acababa otro año académico, aún me quedaría un año para acabar la carrera y graduarme. Después de haber pasado casi diez meses viviendo en Manchester una aventura alucinante, me tocó regresar a Murcia a pasar un verano que se presentaba demasiado aburrido a priori. Después de disfrutar de una beca Erasmus y pasarme el año de fiesta, viajando, conociendo gente y demás, de pronto se acabó todo y tocaba regresar. ¿Y ahora qué? Tampoco hay muchas opciones, buscar trabajo de cualquier cosa y no encontrarlo por esta dichosa crisis económica, algún que otro día pasarlo en el Mar Menor donde suelo veranear, o en la playa Las Mil Palmeras con mi mejor amiga Reme, pero en general, ver cómo pasan los días, las horas, los minutos y los segundos hasta que se hace de noche y te vas a dormir. Y al día siguiente más de lo mismo.

Como cada noche antes de dormir, perdía el tiempo navegando por internet en busca de entretenimiento. Esa noche no iba a ser como las demás, iba a ser distinta a pesar de que yo no sería consciente de hasta qué punto. Seguramente si hubiese sabido lo que posteriormente iba a suceder en mi vida, esa noche habría apagado el ordenador mucho antes, en vez de encenderme otro cigarro más y seguir buscando entre páginas absurdas una distracción que no tendría muy buenas consecuencias. Revisando una y otra vez las publicaciones de Facebook de mis amigos, escribiendo tweets sin sentido en Twitter, y reproduciendo los mismos vídeos de Youtube que me sabía ya de memoria. Hasta ese preciso momento. Hasta ese momento en el que entré en una página web en la que la gente emite a través de la webcam y hace espectáculos eróticos y pornográficos. ¿Por qué entré en esa página? Es una pregunta que a día de hoy me sigo formulando constantemente. Después de entrar en varias salas sin ver a ningún chico que me interesase demasiado, entonces lo vi a él. Cuando llegué a su sala sentí mucha curiosidad. Tan sólo estaba enfocando su boca, no dejaba ver su rostro ni ninguna parte más de su cuerpo, pero fue suficiente solamente con su boca y con esa dentadura perfecta para encandilarme de ese modo. Se podría decir que esa preciosa sonrisa me enamoró a primera vista y sentí muchas ganas de hablar con él, así que me registré en la página para poder comentar en la sala donde estaba retransmitiendo. Muchos usuarios le comentaban y le decían burradas, querían ver más carne, aunque él sólo enfocaba a su boca por mucho que le pidieran cosas. Le saludé un par de veces, quizá tres, pero no obtuve respuesta por su parte. Supongo que al haber demasiada gente escribiéndole continuamente no le permitiría contestar a todo el mundo, o tal vez simplemente le gustaba disfrutar de los comentarios y disparates que le hacían pero pasando de molestarse en contestar a ninguno de los usuarios.

La noche siguiente lo volví a intentar, y esa vez conseguí que me abriese chat privado para poder charlar con él. Se llamaba Antonio, y tras un rato intentándolo, conseguí que me dijera su nick de Skype y poder charlar por ahí al margen de esa página. Esa noche estuvimos chateando horas y horas, aunque él no quiso dejarme ver su rostro, por discreción. Estuvimos contándonos cosas acerca de nosotros, claro que no sabía hasta qué punto lo que él me decía era verdad o mentira. Empezó dejándome claro desde un principio que él era heterosexual, así que yo no debería ilusionarme demasiado con él. ¿Demasiado tarde tal vez? Me comentó que era de Madrid, que estudiaba ingeniería y que tenía 25 años, por lo que me sacaba a mí 3 años. Él activaba su webcam y se enfocaba esa sonrisa que me tenía loco, a pesar de que aún no sabía cómo era su cara. Y a partir de ese momento así fueron mis noches a partir de ese día, horas y horas chateando con él por Skype hasta que un día me confesó que tenía novia y llevaba bastantes años saliendo con ella. Yo no entendía entonces que le gustase tanto que tantos chicos homosexuales le dijeran esos disparates en esa página en la que emitía y que incluso les siguiera el rollo a algunos. Y conmigo, ¿qué es lo que quería? ¿Una simple amistad cibernética? En ese momento yo no era consciente de cuánto lo había idealizado ya y de la absurda necesidad que yo sentía por hablar con él todos los días a cada momento. Me propuse ganarme su confianza y que él se mostrara algún día y acabé consiguiéndolo. Una de las noches me enseñó su cara, y por tanto, ya se había destapado y sabía cómo era. En ese momento me planteé seriamente cortar por lo sano y dejar de hablar con él ya que sabía que iba a ser algo imposible. Estaba bastante colado por él, le había idealizado y tenía esa necesidad diaria de que llegara la noche para pudiéramos hablar. Claro que, yo no sabía en qué medida eso sería recíproco o no. Él era un chico muy guapo, con buen cuerpo, atractivo y con una sonrisa perfecta. Vamos, todo lo contrario que yo. Sin olvidarnos de lo más importante, él era heterosexual y tenía novia, además de que vivíamos en ciudades distintas y nos separaban más de 300 kilómetros de distancia.




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