Este texto es un fragmento de

El camino de Bosco

Elisa López Sierra

PRIMERA HAZAÑA

Allí permanecía, tumbado a mis pies, cual alfombra negra con ojos brillantes, esperando, esperándome. Parecía oler el hueco aislado que habitaba en mi estómago aquel enero solitario y frío. Sin prisa, con el respeto del amigo que abraza en silencio.

Recuerdo que cuando mi pie tocaba el suelo su rabo agitaba tanto las cortinas que el sol atravesaba la ventana y apuntaba el camino a la puerta. Era así como Bosco me recordaba cada día con ilusión que la vida no debe estar sujeta a las ventanas del pasado.

Fue así como cada mañana mi Bosco y yo aprendimos a conocernos, tras perder el amor a manos del cáncer.

Y así empezó todo, sin conocernos, nos unió una elección, atravesamos el dolor, recuperamos la sombra y hoy vivimos un mundo de sensaciones compartidas, personales y comunitarias, que nos hacen sentir que formamos parte de algo que es nuestro y que disfrutamos compartiendo con el mundo.




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