Este texto es un fragmento de

El espejo catódico

Héctor Toledo Bertol

España es un país en el que se han producido cambios políticos y socioeconómicos de gran calibre que han dado lugar a grandes contrastes. Las personas y la televisión se han visto en el centro de este fenómeno desde los años 60, mientras veían cómo el escenario iba cambiando y afectándoles de diferentes maneras. De forma paralela, también ha ido evolucionando su autopercepción, identidad y forma de consumir. 

La televisión ha estado presente en nuestro país desde el 28 de octubre de 1956 y, con épocas de mayor o menor esplendor, sigue manteniendo una gran influencia en la sociedad como medio de comunicación, aunque ha tenido que adaptar su modelo de negocio a las realidades y necesidades de cada momento. 

Este medio de comunicación se entiende como una gran ventana que puede mostrar diferentes partes del mundo o, por el contrario, proyectar, como en el mito de la caverna de Platón, una sombra que nos haga creer que ciertas realidades son de una determinada manera. La televisión también tiene un uso social de la clase, en el sentido de que moldea los imaginarios actuales que a su vez moldean al sujeto social, especialmente el femenino o el juvenil, desde espacios cotidianos públicos y privados.

Así́, la familia, como unidad básica sobre la que se ha fundamentado la sociedad española durante la última mitad del siglo XX tras la Guerra Civil, ha tenido diferentes representaciones en el medio televisivo que van acorde con un contexto social, económico y político que ha evolucionado junto a un imaginario colectivo, a la vez que es, en sí misma, el sujeto receptor de un medio de comunicación presente en todos los hogares dentro de un doble circuito comunicativo. 

La televisión se convierte en transmisora de una cultura y una realidad que es casi siempre reflejo del entorno social. Cuéntame cómo pasó es el primer caso en el que se puede apreciar la relación de la familia con la televisión a través del propio medio para explicar el cambio social desde el inicio de la retransmisión televisiva en España, cuando solo se mostraban familias estereotipadas en el ámbito de la ficción, no había un gran parque de televisores y solo los más pudientes podían acceder a él.

El Comisario y Hospital Central reflejan la desviación de la realidad en cuanto a la representación de personas inmigrantes en series en una sociedad que, cada vez, es más diversa y heterogénea a todos los niveles sociales. Estos siempre se muestran en contextos de exclusión e ilegalidad, en comparación con los entornos dulcificados de familias españolas que podíamos ver en series como Médico de familia

La influencia se ejerce también desde (y sobre) esa esfera privada de consumo que es el hogar, a través de la publicidad, que financia a los medios. Es bastante común ver ejemplos de emplazamiento publicitario de alimentos en las series de ficción españolas de los años 90 y 2000 como El internado Ana y los 7, sobre todo, en las cocinas, donde se desarrollaba gran parte de la acción. Ese modelo de familia perfecta o ideal que se ve al otro lado de la pantalla, hacia la que se desarrollan sentimientos de empatía e identificación, consume unas marcas que probablemente el espectador quiere también adquirir, reproduciendo, hasta la gran crisis de 2007, el comportamiento de estas familias y dejándose influenciar por el aparato.

Estos son algunos de los ingredientes que hacen a cada serie ser lo que son, hijas de su tiempo. Analizar cómo aparecen las familias representadas en pantalla es un ejercicio de autoconocimiento. Recorreremos a través de series como Crónicas de un puebloVerano AzulLos Serrano, Los Protegidos o Élite cómo hemos cambiado como sociedad y qué papel ha jugado la televisión en nuestra historia.



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