EL SOPLÓN
El inmueble no destaca por su belleza. Tiene una estructura rectangular, de fachada blanca y sólo dos plantas. Nada más entrar uno se da de bruces con el mostrador. Detrás de él aparece un tipo cincuentón, con barba desaliñada y unas ojeras pronunciadas. Es el jefe de edificio del Centro Cultural de Aravaca, en Madrid, y su nombre es José Luis Peñas Domingo, madrileño del barrio de Lavapiés, cincuenta y un años. Desplegado a su lado, mientras atiende a un usuario del centro, tiene el periódico abierto por una página. Un titular le ha llamado la atención: Dos jueces afines al PP juzgarán el caso ‘Gürtel’. «Esto es de coña», se ríe. Menudo día. Acaba de recibir una notificación municipal. Una multa de tráfico. Otra más. ¿Cuántas lleva?, ¿más de cien?
Lo gracioso de todo esto es que él no ha cometido la infracción. No conduce el BMW Mini matrícula 4978 CBW culpable de «estacionar, sin el distintivo que lo autoriza, en lugar habilitado para el estacionamiento con limitación horaria». La frase se repite, en una cascada de multas que no paran de llegar en los últimos años. La conductora se llama Carmen Rodríguez Quijano, pero las sanciones siempre le llegan a Pepe Peñas porque el vehículo está a su nombre aunque nunca lo haya utilizado. «Nunca», repite. En cierta medida es una gran ironía. Cada vez que el cartero le notifica una multa rememora el pasado que le ha marcado la vida, le ha señalado para siempre, lejos aún de poner punto y final a una pesadilla que no tiene visos de finalizar nunca.
De momento, ese pasado sigue siendo presente. Pepe Peñas está imputado en el caso ‘Gürtel’. El hombre que destapó una de las mayores tramas de corrupción de nuestro país está acusado de asociación ilícita, cohecho continuado, fraude continuado a las Administraciones Públicas, prevaricación y malversación. La Fiscalía solicita para él casi seis años de prisión. Pero, ¿quién es Pepe Peñas?, ¿un soplón?, ¿un traidor?, ¿un justiciero?, ¿un despechado?, ¿un héroe?, ¿o solo un ciudadano ejemplar? «Buena pregunta, sí. Me han llamado de todo. Para mucha gentuza he sido un chivato, lógico. Un héroe seguro que no soy, pero un tipo valiente, sí. Tuve que dominar el miedo muchas veces para seguir adelante», señala.
Peñas debutó en la vida política en 1999, cuando el PP le mandó a Parla, una ciudad que no conocía de nada, para ser concejal de la oposición en un municipio gobernado tradicionalmente por el PSOE. Peñas, abogado, con estudios también de geografía e historia, había conocido en un máster de dirección de empresas a Guillermo Ortega, entonces edil en Majadahonda y secretario de organización del PP madrileño. «Fue suya la idea de mandarme a Parla. Pero en enero de 2000 me repescó y empecé a trabajar como administrativo del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Majadahonda y luego como asesor mientras compatibilizaba mi puesto como concejal en Parla».
En el año 2001 Guillermo Ortega se hizo con la Alcaldía y en junio de 2003 nombró a Peñas su concejal de Medio Ambiente y luego responsable del área de Urbanismo y Obras. Peñas y Ortega traban una buena amistad, incluso viven en la misma calle, vecinos del exministro socialista Pedro Solbes. En el Ayuntamiento Peñas conoció a Carmen Rodríguez Quijano, alias ‘la Barbie’, que desembarcó en julio de 2001 como jefa de prensa del Consistorio procedente de una agencia de sondeos llamada Vox Publica. Ahora, mirando con perspectiva, sabiendo todo lo que ha pasado, se entiende perfectamente cómo Carmen Rodríguez se convirtió en poco tiempo en la mano derecha del regidor hasta llegar a ser su jefa de gabinete. ‘La Barbie’ controlaba a Guillermo Ortega, un títere en manos de quien mandaba realmente desde la sombra, el marido de Carmen: Francisco Correa Sánchez.
«El poder y la influencia de Correa eran tales que incluso el alcalde, Guillermo Ortega, me recomendó que les invitara a mi boda. Yo no los conocía. Solo sabía que Carmen iba a ser mi compañera en poco tiempo y que su marido era un tipo importante, muy respetado en el PP». Peñas se casó en junio de 2001 en Ponferrada (León), de donde es su mujer. Y en una de las mesas del banquete se sentaron Carmen y Francisco. «Me bastó luego poco tiempo para saber realmente quién era Correa. En septiembre de 2002 fue el padrino de boda de Alejandro Agag. Hombro con hombro con el presidente. Cenaba con Bárcenas todas las semanas, con Aznar cada dos o tres meses. Cómo ibas a pensar que era un chorizo. No lo piensas, era un tío multimillonario».
Para entender cómo es posible que Correa manejara Majadahonda a su antojo hasta el punto de colocar a su esposa en un cargo de relevancia hay que contextualizar la situación política de este municipio en esos años. Guillermo Ortega había heredado la alcaldía en mayo de 2001 de las poderosas manos de Ricardo Romero de Tejada, que había ocupado el sillón de primer edil durante los 12 años anteriores. Romero de Tejada era secretario general del PP madrileño cuando su nombre apareció sospechosamente ligado al «Tamayazo», la deserción de dos diputados del PSOE que provocó el triunfo de Esperanza Aguirre en 2003. Ortega, por su parte, al que Correa apodaba ‘la Rata’, era un hombre fácil de comprar, al que el dinero y el lujo le fascinaban. Se dio entonces la combinación perfecta entre corrupto y corruptor, el caldo de cultivo necesario para que Correa campara a sus anchas por Majadahonda.
«Correa no solo gestionó la obtención de adjudicaciones públicas para determinadas empresas, sino que puso a disposición del alcalde, Guillermo Ortega, y de los también imputados Juan José Moreno Alonso [concejal de Hacienda], José Luis Peñas Domingo y Carmen Rodríguez Quijano sus sociedades para, mediante la simulación de operaciones con el Ayuntamiento y entidades públicas de esa localidad, detraer fondos del mismo, tanto para sí como para los cargos públicos implicados y para el propio Partido Popular», reza el sumario judicial. Incluso el propio alcalde, Guillermo Ortega, creó una empresa tapadera, Creative Team SL, para cobrar sus comisiones.
Así, en Majadahonda, las empresas controladas por Correa se llevaron las campañas municipales de «Infoeuro» y «Manual de Identidad Corporativa», campañas que tuvieron una «sobrefacturación acordada» de 38.000 euros para que todos se llevaran su parte. La unión de empresas FCC-SUFI se llevó el millonario contrato de limpieza urbana y recogida de basuras por el que el Ayuntamiento pagó 26,1 millones. A cambio, Ortega recibió 150.630 euros y Correa, 360.793 euros, dinero que finalmente acabó en Suiza. Las empresas de Correa también se adjudicaron la Oficina de Atención al Ciudadano, por la que el alcalde Ortega se llevó otros 120.000 euros como gratificación. Además, el entramado de Correa facturó al Ayuntamiento 445.000 euros en servicios que finalmente no prestó. Por todo esto, ente los años 2001 y 2005, el alcalde Ortega recibió al menos 270.000 euros en metálico de la trama y 86.600 euros en regalos, principalmente viajes. Y el PP municipal, otros 133.600 euros. Dos buenos pellizcos.
—El sumario dice que usted también se enriqueció ilícitamente en esos años. Que recibió 50.000 euros de la trama y otros 7.800 en regalos y viajes, se le argumenta a Pepe Peñas.
—Es falso. Los 7.800 euros fueron dos viajes, a Roma y Lanzarote. Los hice con la agencia de Correa porque su mujer se sentaba a mi lado en el Ayuntamiento y teníamos buena relación. Pero los pagué yo, de mi bolsillo. El otro dinero dice la Fiscalía que lo recibí, pero lo tiene que demostrar. Solo son apuntes de la contabilidad ‘B’ de Correa que dicen que me los dio a mí, pero no me dio nada. Ahí está mi patrimonio. Yo no recibí nada —asegura Peñas.
Un pastel demasiado goloso
Lo cierto es que el pastel era demasiado goloso para que se lo comieran unos pocos. Correa y Ortega controlaban a su antojo los contratos municipales, pero el pastel en esos años era el ladrillo. Y eso era caza mayor. Romero de Tejada no le había dado todo el poder a Ortega. Sí, este tenía la Alcaldía, pero la empresa pública que manejaba el suelo, Pammasa, la controlaba Narciso de Foxá, hombre de confianza de Romero de Tejada. Empezó entonces una guerra sin cuartel, con dos bandos claramente enfrentados: por un lado la dupla Romero de Tejada-De Foxá, y por el otro el dúo Ortega-Correa. «Romero de Tejada manejaba en la sombra todas las operaciones urbanísticas de Majadahonda», señalaría Ortega en febrero de 2014 en una entrevista en Estrella Digital.
La batalla final se libró por una parcela, la RN-1, bautizada como «valle de los olivos», que Majadahonda sacó a concurso por 47,1 millones y donde estaba autorizada la construcción de 261 viviendas libres (a 600.000 euros cada una el premio era de 156 millones de euros). ¿Quién la iba a sacar a la venta? Narciso de Foxá quería que fuera Pammasa, mientras que Ortega pugnó porque fuera directamente el Ayuntamiento. Al parecer cada bando tenía una constructora favorita para llevarse el premio gordo. La disputa acabó en el despacho de Esperanza Aguirre. El 16 de enero de 2005, cuando Aguirre se disponía a iniciar un viaje oficial a China con empresarios madrileños, Ortega se presentó en el aeropuerto de Barajas y le contó a Aguirre lo que había. «Necesito pruebas», le contestó ‘la lideresa’. Guillermo Ortega elaboró entonces un documento de 56 páginas para que la presidenta comprendiera que Narciso de Foxá y Ricardo Romero de Tejada habían creado una trama de corrupción en el municipio, en ese mismo municipio en el que Ortega y Correa habían creado su propia trama. Para resumir, entre tramas andaba el juego.
Aguirre regresó de China. «Y fuimos a ver a Aguirre a Génova. Mientras Ortega le entregaba el documento oíamos por la puerta de su despacho que decía que no quería ver a esos hijos de puta, por nosotros, Juanjo Moreno y yo. Suponemos que tomó partido por De Foxá», explica Peñas. El resultado de la contienda fue que Guillermo Ortega acabó fuera del Ayuntamiento sustituido por un Narciso De Foxá que se había hecho con el apoyo de diez concejales para acabar con Ortega. Aguirre le recolocó como presidente de la empresa pública madrileña Puerta de Toledo para que tuviera su puestecito y se callara, y José Luis Peñas y Juan José Moreno Alonso, los dos ediles díscolos, se quedaron solos y fueron expulsados del PP.
«En el despacho de Ortega, y con el teléfono puesto en el sistema de manos libres, yo escuché a Aguirre decirle a Guillermo Ortega que o me echaba a la puta calle o ya se iba olvidando del puesto en El Mercado de Toledo». Peñas era primer teniente de alcalde y con la renuncia de Ortega él debía ocupar el sillón de la alcaldía. «Días antes me reuní con Francisco Granados. Me había pedido que convocara un Pleno para votar el nombramiento de Narciso de Foxá. Le dije que no, que por la tarde me iba a la Guardia Civil a poner un denuncia por lo que estaba pasando en la empresa pública Pammasa. Por eso Aguirre pidió mi cabeza y la de Juanjo Moreno». Al final Ortega cumplió las órdenes de ‘la lideresa’, destituyó a Peñas y a Moreno, convocó el Pleno para que le sustituyera Narciso de Foxá, y él se fue obedientemente en febrero de 2005 a presidir la empresa pública Puerta de Toledo, con más sueldo que cuando era alcalde de Majadahonda. Peñas y su compañero Moreno terminaron la legislatura como concejales no adscritos. «No hice caso a Cristina Cifuentes, que en otra cita me dijo que no hiciéramos ruido y que nos metiéramos en la nevera», concluye Peñas.
Obviamente, lo primero que hizo Narciso de Foxá fue cargarse a la mujer de Francisco Correa. La echó del Ayuntamiento justo un día después de la marcha de Ortega. Y empezó a marginar a Peñas y a Moreno. Durante el tiempo que fueron concejales sin grupo el Ayuntamiento les impidió participar en las comisiones informativas e incluso les negó de forma sistemática el derecho al voto. [Peñas denunció cada uno de esos Plenos, más de 100, y el Tribunal Constitucional ya le ha dado la razón en 54 sentencias, dictaminando que se vulneraron sus derechos fundamentales de participación política].
La hidra de Lerna
Un solo cuerpo, varias cabezas. La hidra de Lerna, monstruo de la mitología griega, tenía la capacidad de regenerar dos cabezas por cada una que perdía. Todas sus testas vivían en un solo tronco que les obligaba a compartir el mismo destino. Con la hidra de la corrupción pasa en cierto modo lo mismo. Algunos protagonistas de los sumarios judiciales más importantes de este país, como las cabezas de la hidra, han convivido y compartido destino, y cómo no, lucrativos negocios. En este punto del relato, la trama se pudo mezclar con otra red de corrupción que empezaba a ser incipiente en la comunidad de Madrid.
«Francisco Granados ordenó la dimisión de 'Willi' [se refiere a Guillermo Ortega] pues al parecer este está cortando el conducto del dinero, quedándoselo él, sin que fluya hacia estancias superiores del partido, cosa que sí hacía su antecesor». La frase, nítida, la pronunció en octubre de 2005 un tal Raúl Calvo y fue grabada por Juan José Moreno, el otro concejal rebelde compañero de Peñas que también tiró de grabadora. Calvo era directivo de la constructora DICO, propiedad de David Marjaliza, amigo íntimo y socio en oscuros negocios de Francisco Granados (entonces hombre fuerte del Gobierno de Aguirre). Granados y Marjaliza son los cerebros de la trama ‘Púnica’. «Marjaliza es el tapado de Paco», sentenció Calvo ante un atónito Moreno. La grabación fue entregada al juez en mayo de 2009, pero no supuso el inicio de ninguna investigación contra Granados y Marjaliza. Todo parece indicar que con la ‘Gürtel’ los investigadores tenían de sobra. Y la ‘Púnica’ dormitó en algún cajón durante años.
Tras el despido de su mujer, a Correa se le ocurrió crear un partido político llamado Corporación Majadahonda para intentar hacerse con la Alcaldía y ser de nuevo el comensal principal que repartía los trozos del pastel. Correa financió durante dos años el partido, con dinero ‘negro’. Entre noviembre de 2005 y abril de 2007 Correa pagó religiosamente los gastos de esta nueva formación, incluida una aportación mensual a Peñas. Había muchos gastos. En diciembre de 2005, por ejemplo, Corporación Majadahonda se gastó 174 euros en cinco libros que versaban sobre los delitos de prevaricación, delincuencia urbanística y delitos sobre la ordenación del territorio. Todo un catálogo de intenciones de lo que estaba por venir si finalmente Corporación Majadahonda obtenía representación municipal.
«Yo entré en política con 35 años. Era funcionario, tenía mi casa y mi familia. Yo no estoy en política desde joven chupando del bote. Yo me incorporé para servir, no para servirme. Montamos un partido en Majadahonda y al principio todo fue bien, pero cuando tienes un trato más íntimo con Correa él solito se delata. Estaba teniendo una conversación con Benjamín Vasco [exdiputado del PP en la Asamblea de Madrid, también imputado] y este le amenazaba con que no salía la operación de Arganda del Rey si no le daba sus 300 millones de pesetas. Y yo lo oí por teléfono. Me di cuenta de quién era esa gente. Untar y repartir. Esa noche se lo dije a mi mujer y me dijo que hiciera lo que tuviera que hacer», explica Peñas.
«Tú, un día me vas a traicionar», le espetó una vez Correa, sin sospechar que Peñas ya le estaba grabando. «No era cuestión de traicionar, sino de hacer lo correcto», incide Peñas, que empezó a grabar a Correa para recabar pruebas en febrero de 2006. Ya había llevado a Anticorrupción lo de Pammasa, pero la Fiscalía lo archivó al no tener indicios suficientes. «No quería repetir el mismo error. Necesitaba pruebas. Había que estar cerca de Correa y compañía, en mesas redondas, juntos en despachos, en sillas continuas. Era tremendo, llegaba a mi casa como si hubiera corrido un maratón. Qué tensión, por si me tocaban y notaban el bulto, por si hacía algún ruido la grabadora. Sobre todo de una persona como yo, aunque han llegado a decir que era del CNI. Hice las cosas con sentido común, pero era muy complicado. Nadie me había dicho antes cómo se hacía esto. Lo hice lo mejor que pude con la finalidad que tenía: entregarlo a la Policía. Pero lo pude hacer porque ellos tenían un halo de impunidad. Ellos creían que no hacían nada malo, que solo era ‘business’». Al principio Peñas utilizó una grabadora muy rústica, una memoria USB del año 2000, muy pequeña y sencilla. Era para escuchar música, de 254 megas, pero con funciones de grabación. «Perdí muchas grabaciones porque era muy complicada. Luego a los cinco meses me compré una grabadora mejor».
Las multas de tráfico que hoy sigue recibiendo Peñas tienen en este momento del relato su explicación. Cuando Peñas empezó a grabar a Correa en el año 2006 necesitaba demostrar que a ‘Don Vito’, como le llamaban sus acólitos, no le gustaba tener ningún bien a su nombre, a pesar de que era inmensamente rico. «Por eso acepté ser el titular del vehículo, porque me lo pidió Correa. Pero yo nunca lo tuve. Era para su mujer», afirma Peñas, que se convirtió en propietario del coche el 3 de abril de 2007. El Mini Cooper había sido comprado en noviembre de 2002 por Guillermo Ortega, pero él no lo pagó. Fue un regalo de la trama. Cinco años después, en abril de 2007, Correa le exigió el vehículo al ya exregidor como contraprestación a una deuda que el Consistorio de Majadahonda tenía con una empresa de la trama. Como Correa sabía que no la iba a cobrar, porque las arcas municipales las controlaba ya Narciso de Foxá, pidió a Ortega que le diera el coche, que al fin y al cabo había pagado él.
«Me pareció una buena manera de acreditar ante la Justicia el modus operandi de Correa». Peñas nunca utilizó el coche, que pasó directamente a Carmen. Las multas, ya van más de 110, empezaron a llegar a finales de 2009, cuando la trama ya se había destapado. Una venganza de la mujer de Correa, que no duda en infringir el tráfico sabiendo que las sanciones le llegan al traidor de Peñas. En febrero de 2010 este elevó el primer escrito al Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), el juzgado que entonces llevaba el caso, solicitando que comunicara a la DGT y al Ayuntamiento de Madrid que él nunca fue el dueño del coche y que él nunca lo ha conducido. Para ello, aportó las multas en las que claramente se identificaba como conductor a Carmen Rodríguez, un informe de la Policía que aseveraba que el coche pertenecía realmente a Correa, y la declaración policial de Carmen Rodríguez, en la que reconocía que ella era quien usaba el coche y «lo tenía en Pozuelo». No ha servido de nada. Peñas no duda en recurrir todas las multas que puede, aunque ya ha tenido que pagar algunas para que no le embarguen sus cuentas. La gran mayoría son del Consistorio de Madrid por aparcar mal, aunque hay alguna por exceso de velocidad y maniobras prohibidas. A día de hoy tiene pendientes tres juicios. El coche, aunque está embargado por la Audiencia Nacional, no está intervenido, por lo que la esposa de Correa sigue disfrutando de él. Y de qué manera.
Elecciones y cita ante la Policía
Las elecciones municipales de marzo de 2007 fueron un fracaso estrepitoso para Corporación Majadahonda, el partido tapadera de Correa, que había contado incluso con la inyección económica de varios empresarios. Obtuvo 82 votos. «He de reconocer que a todos nos gusta que nos doren la píldora. Nos habían echado del PP y Juanjo y yo queríamos seguir en política. Correa nos financió, sí, pero yo he aportado a la Audiencia más de 600 folios que acreditan todos los gastos del partido. Para Correa era importante. Habían echado a su mujer y había perdido su influencia en Majadahonda. Ellos querían ayudarme para después utilizarme, pero de eso nos enteramos después». La derrota electoral de 2007 provocó que Correa rompiera su relación con Peñas y este ya no pudo seguir grabando.
El 6 de noviembre de 2007 Peñas se presentó, junto a su abogado, en el complejo policial de Canillas, la sede central de la Policía Nacional de Madrid. Peñas era entonces un desconocido para la opinión pública, un exconcejal del PP en el Ayuntamiento de Majadahonda, pero todo lo que contó a los agentes de la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) provocó el primer temblor del terremoto que vino después: una de las mayores tramas de corrupción de la democracia española.
La segunda cita ante la Policía se produjo el 21 de noviembre. Hasta el comisario que dirigía la Policía Judicial estaba presente. «Llevé 18 horas de grabaciones, pero he de reconocer que destruí muchas cintas [llegó a grabar 80 horas]. Trataban de temas demasiados graves y no tuve el valor para guardarlas en mi casa con mi mujer y mis hijos pequeños. Otras era inservibles por fallos técnicos o exceso de ruido». Peñas lo contó todo, al menos todo lo que sabía. Quienes eran los colaboradores de Correa, algunos de sus testaferros, su contable, su asesor fiscal, el nombre de algunas de sus empresas tapadera, sus negocios ilícitos en algunos ayuntamientos de Madrid, dónde tiene algunas de sus propiedades a nombre de terceros, los sobornos a cargos públicos, la contabilidad ‘B’ de sus sociedades, las comisiones que recibía de algunas empresas por intermediar en adjudicaciones amañadas…habla incluso de una grabación en la que aparece el alcalde de Boadilla, del PP, contando dinero sobre una mesa. Al final de su relato, Peñas da 31 nombres, entre los que hay importantes políticos, destacados periodistas y algún que otro empresario.
«En diciembre de 2007 Correa me llama y me cago. Seis meses sin llamarme y al mes de poner la denuncia me llama. Pensé que se había enterado porque tenía muchas amistades en la Policía. Y con dos cojones fui a la reunión de la calle Serrano 40 [una de las sedes de las empresas de Correa] con la grabadora. En un cuarto piso. Ese día fue muy duro. Me hicieron esperar una hora, pensé aquí me quedo solo y viene un matón y me pega un tiro. Luego estuvimos tres horas hablando. Salió el tema de la Formula 1, muchos temas de Boadilla». Relata Peñas.
―¿Y qué quería exactamente de usted?
―Me quería ver porque la Comunidad de Madrid le debía dos millones de euros. Yo soy abogado y quería mi ayuda. A mí me faltaba una asignatura y se lo dije. Me contestó que ya me llamaría. Y luego me llamó en enero de 2008 para proponerme trabajar en la Feria de Valencia, como personal de la empresa Orange Market en la Feria, porque allí tenían muchos negocios. Le dije que no, ya había puesto la denuncia.
―¿Ha recibido amenazas?
―Muchas. No tengo que ocultarme de nada. A mi mujer la persiguieron, la siguieron una noche y la echaron de la carretera. A las cinco de la mañana me llamaron para decirme que la próxima vez mi mujer iba a caer de un sitio más alto aunque estuvieran los niños dentro del coche. Yo no quería protección. Hablé con los policías. No sé si lo investigaron. No puse una denuncia formal, solo hablé en persona con los policías. Y en Majadahonda ha habido división de opiniones, unos se acordaban de mi madre y otros de mi padre. Yo he tenido que salir corriendo con mi hijo de dos años en brazos porque me estaban insultando y escupiendo.
―¿El PP lo sabía?
―Lo sabían todo. ¿Cómo han reaccionado? Porque nadie fue a la Policía. Solo yo, una mierda de concejal de una mierda de pueblo. ¿Solo soy yo el que sabe esto?, ¿de verdad? Porque a Rajoy le avisan en su despacho de que Correa está haciendo chanchullos en Arganda delante de Esperanza Aguirre y el propio Bárcenas. ¿Qué hizo Rajoy?, según él echarle de Génova. ¿Es lo que tiene que hacer? Tenía la obligación penal de haberle denunciado. Miró para otro lado. Todo es mentira salvo alguna cosa, eso te lo dice todo. Repito, ¿una mierda de concejal es el que sabe todo esto?, o es el único que tiene moral para denunciarlo y el resto se calla. El que se mueva no sale en la foto. Simplemente es eso. Así funcionan los partidos.
―Dicen que usted lo hizo todo por despecho. Porque Correa se cansó de usted.
―Hice lo que tenía que hacer y no me arrepiento. Sé que hice lo correcto y lo volvería a hacer. Una venganza hubiera sido ir a Correa con las cintas y pedirle 3 millones de euros. ¿Realmente la gente se cree que yo, que iba de número 7 en la lista de Guillermo Ortega y llevaba dos años como concejal formaba parta de una trama de corrupción con Correa, Ortega y Narciso de Foxá, que llevaban años en política y se las sabían todas? Es ilógico. He aportado albaranes de pago de algunos viajes, que me los pagué yo. No tienen pruebas de que yo haya cobrado de la trama. Incluso la instrucción judicial me mete en el tinglado de un contrato amañado cuando yo no era ni concejal. Es de coña.
Peñas habla tranquilo, seguro y mirándote a los ojos. Le gusta su trabajo, ese al que va en bicicleta si las inclemencias del tiempo se lo permiten, y asegura que es feliz. Quiere confiar en la Justicia, a pesar de su imputación. «Un día vino el juez Pablo Ruz a mi trabajo. Fue a hacer una historia a la oficina de atención al ciudadano. Le saludé y me presenté. Aquí disfrutando de los miles de millones de euros que he robado, en mi trabajo de 1.400 euros al mes, señor juez. Eso le dije. Se sonrió».
―La instrucción judicial le mete en todo el sarao.
―La instrucción es manifiestamente mejorable. Parece un aviso a navegantes. Creo que hice lo correcto y denuncié, y me piden seis años de prisión. ¿Por qué no han llamado a Esteban González Pons?, aunque sea como testigo. Correa se jacta en conversaciones incluidas en el sumario que puede desbloquear gracias a él una recalificación de terrenos en La Nucía, Alicante [«El hijo de puta de Esteban González Pons me lo arregla», es la frase pronunciada por Correa]. ¿Por qué no llaman a Aznar? Pide a Correa que coloque a su secretario, Antonio Cámara. Al final lo colocó y hay un apunte de 90.000 euros que supuestamente recibe Cámara. ¿Por qué no llaman a declarar a Álvarez Cascos? Correa dice que la cuenta de AENA se la dio él. Pero claro, eso no interesa.
―¿Ha vuelto a ver a Francisco Correa?
―No, lo veré en el juicio.
―¿Cómo definiría a Correa?
―Era una persona con muchos complejos, envidias, hubiera pagado por tener una familia en condiciones, estructurada, por tener una carrera, por tener una educación, algo que soterraba con el dinero, la soberbia y la mala educación.
―Aunque no lo quiera, ha marcado su vida. ¿Qué es para usted Paco Correa?
―Marcó mi vida la decisión que tomé. Es un pobre hombre. Solo siento desprecio por él, por todo ellos.
Lo tiene claro. ‘Don Vito’ ya no forma parte de su vida.
El inmueble no destaca por su belleza. Tiene una estructura rectangular, de fachada blanca y sólo dos plantas. Nada más entrar uno se da de bruces con el mostrador. Detrás de él aparece un tipo cincuentón, con barba desaliñada y unas ojeras pronunciadas. Es el jefe de edificio del Centro Cultural de Aravaca, en Madrid, y su nombre es José Luis Peñas Domingo, madrileño del barrio de Lavapiés, cincuenta y un años. Desplegado a su lado, mientras atiende a un usuario del centro, tiene el periódico abierto por una página. Un titular le ha llamado la atención: Dos jueces afines al PP juzgarán el caso ‘Gürtel’. «Esto es de coña», se ríe. Menudo día. Acaba de recibir una notificación municipal. Una multa de tráfico. Otra más. ¿Cuántas lleva?, ¿más de cien?
Lo gracioso de todo esto es que él no ha cometido la infracción. No conduce el BMW Mini matrícula 4978 CBW culpable de «estacionar, sin el distintivo que lo autoriza, en lugar habilitado para el estacionamiento con limitación horaria». La frase se repite, en una cascada de multas que no paran de llegar en los últimos años. La conductora se llama Carmen Rodríguez Quijano, pero las sanciones siempre le llegan a Pepe Peñas porque el vehículo está a su nombre aunque nunca lo haya utilizado. «Nunca», repite. En cierta medida es una gran ironía. Cada vez que el cartero le notifica una multa rememora el pasado que le ha marcado la vida, le ha señalado para siempre, lejos aún de poner punto y final a una pesadilla que no tiene visos de finalizar nunca.
De momento, ese pasado sigue siendo presente. Pepe Peñas está imputado en el caso ‘Gürtel’. El hombre que destapó una de las mayores tramas de corrupción de nuestro país está acusado de asociación ilícita, cohecho continuado, fraude continuado a las Administraciones Públicas, prevaricación y malversación. La Fiscalía solicita para él casi seis años de prisión. Pero, ¿quién es Pepe Peñas?, ¿un soplón?, ¿un traidor?, ¿un justiciero?, ¿un despechado?, ¿un héroe?, ¿o solo un ciudadano ejemplar? «Buena pregunta, sí. Me han llamado de todo. Para mucha gentuza he sido un chivato, lógico. Un héroe seguro que no soy, pero un tipo valiente, sí. Tuve que dominar el miedo muchas veces para seguir adelante», señala.
Peñas debutó en la vida política en 1999, cuando el PP le mandó a Parla, una ciudad que no conocía de nada, para ser concejal de la oposición en un municipio gobernado tradicionalmente por el PSOE. Peñas, abogado, con estudios también de geografía e historia, había conocido en un máster de dirección de empresas a Guillermo Ortega, entonces edil en Majadahonda y secretario de organización del PP madrileño. «Fue suya la idea de mandarme a Parla. Pero en enero de 2000 me repescó y empecé a trabajar como administrativo del grupo municipal del PP en el Ayuntamiento de Majadahonda y luego como asesor mientras compatibilizaba mi puesto como concejal en Parla».
En el año 2001 Guillermo Ortega se hizo con la Alcaldía y en junio de 2003 nombró a Peñas su concejal de Medio Ambiente y luego responsable del área de Urbanismo y Obras. Peñas y Ortega traban una buena amistad, incluso viven en la misma calle, vecinos del exministro socialista Pedro Solbes. En el Ayuntamiento Peñas conoció a Carmen Rodríguez Quijano, alias ‘la Barbie’, que desembarcó en julio de 2001 como jefa de prensa del Consistorio procedente de una agencia de sondeos llamada Vox Publica. Ahora, mirando con perspectiva, sabiendo todo lo que ha pasado, se entiende perfectamente cómo Carmen Rodríguez se convirtió en poco tiempo en la mano derecha del regidor hasta llegar a ser su jefa de gabinete. ‘La Barbie’ controlaba a Guillermo Ortega, un títere en manos de quien mandaba realmente desde la sombra, el marido de Carmen: Francisco Correa Sánchez.
«El poder y la influencia de Correa eran tales que incluso el alcalde, Guillermo Ortega, me recomendó que les invitara a mi boda. Yo no los conocía. Solo sabía que Carmen iba a ser mi compañera en poco tiempo y que su marido era un tipo importante, muy respetado en el PP». Peñas se casó en junio de 2001 en Ponferrada (León), de donde es su mujer. Y en una de las mesas del banquete se sentaron Carmen y Francisco. «Me bastó luego poco tiempo para saber realmente quién era Correa. En septiembre de 2002 fue el padrino de boda de Alejandro Agag. Hombro con hombro con el presidente. Cenaba con Bárcenas todas las semanas, con Aznar cada dos o tres meses. Cómo ibas a pensar que era un chorizo. No lo piensas, era un tío multimillonario».
Para entender cómo es posible que Correa manejara Majadahonda a su antojo hasta el punto de colocar a su esposa en un cargo de relevancia hay que contextualizar la situación política de este municipio en esos años. Guillermo Ortega había heredado la alcaldía en mayo de 2001 de las poderosas manos de Ricardo Romero de Tejada, que había ocupado el sillón de primer edil durante los 12 años anteriores. Romero de Tejada era secretario general del PP madrileño cuando su nombre apareció sospechosamente ligado al «Tamayazo», la deserción de dos diputados del PSOE que provocó el triunfo de Esperanza Aguirre en 2003. Ortega, por su parte, al que Correa apodaba ‘la Rata’, era un hombre fácil de comprar, al que el dinero y el lujo le fascinaban. Se dio entonces la combinación perfecta entre corrupto y corruptor, el caldo de cultivo necesario para que Correa campara a sus anchas por Majadahonda.
«Correa no solo gestionó la obtención de adjudicaciones públicas para determinadas empresas, sino que puso a disposición del alcalde, Guillermo Ortega, y de los también imputados Juan José Moreno Alonso [concejal de Hacienda], José Luis Peñas Domingo y Carmen Rodríguez Quijano sus sociedades para, mediante la simulación de operaciones con el Ayuntamiento y entidades públicas de esa localidad, detraer fondos del mismo, tanto para sí como para los cargos públicos implicados y para el propio Partido Popular», reza el sumario judicial. Incluso el propio alcalde, Guillermo Ortega, creó una empresa tapadera, Creative Team SL, para cobrar sus comisiones.
Así, en Majadahonda, las empresas controladas por Correa se llevaron las campañas municipales de «Infoeuro» y «Manual de Identidad Corporativa», campañas que tuvieron una «sobrefacturación acordada» de 38.000 euros para que todos se llevaran su parte. La unión de empresas FCC-SUFI se llevó el millonario contrato de limpieza urbana y recogida de basuras por el que el Ayuntamiento pagó 26,1 millones. A cambio, Ortega recibió 150.630 euros y Correa, 360.793 euros, dinero que finalmente acabó en Suiza. Las empresas de Correa también se adjudicaron la Oficina de Atención al Ciudadano, por la que el alcalde Ortega se llevó otros 120.000 euros como gratificación. Además, el entramado de Correa facturó al Ayuntamiento 445.000 euros en servicios que finalmente no prestó. Por todo esto, ente los años 2001 y 2005, el alcalde Ortega recibió al menos 270.000 euros en metálico de la trama y 86.600 euros en regalos, principalmente viajes. Y el PP municipal, otros 133.600 euros. Dos buenos pellizcos.
—El sumario dice que usted también se enriqueció ilícitamente en esos años. Que recibió 50.000 euros de la trama y otros 7.800 en regalos y viajes, se le argumenta a Pepe Peñas.
—Es falso. Los 7.800 euros fueron dos viajes, a Roma y Lanzarote. Los hice con la agencia de Correa porque su mujer se sentaba a mi lado en el Ayuntamiento y teníamos buena relación. Pero los pagué yo, de mi bolsillo. El otro dinero dice la Fiscalía que lo recibí, pero lo tiene que demostrar. Solo son apuntes de la contabilidad ‘B’ de Correa que dicen que me los dio a mí, pero no me dio nada. Ahí está mi patrimonio. Yo no recibí nada —asegura Peñas.
Un pastel demasiado goloso
Lo cierto es que el pastel era demasiado goloso para que se lo comieran unos pocos. Correa y Ortega controlaban a su antojo los contratos municipales, pero el pastel en esos años era el ladrillo. Y eso era caza mayor. Romero de Tejada no le había dado todo el poder a Ortega. Sí, este tenía la Alcaldía, pero la empresa pública que manejaba el suelo, Pammasa, la controlaba Narciso de Foxá, hombre de confianza de Romero de Tejada. Empezó entonces una guerra sin cuartel, con dos bandos claramente enfrentados: por un lado la dupla Romero de Tejada-De Foxá, y por el otro el dúo Ortega-Correa. «Romero de Tejada manejaba en la sombra todas las operaciones urbanísticas de Majadahonda», señalaría Ortega en febrero de 2014 en una entrevista en Estrella Digital.
La batalla final se libró por una parcela, la RN-1, bautizada como «valle de los olivos», que Majadahonda sacó a concurso por 47,1 millones y donde estaba autorizada la construcción de 261 viviendas libres (a 600.000 euros cada una el premio era de 156 millones de euros). ¿Quién la iba a sacar a la venta? Narciso de Foxá quería que fuera Pammasa, mientras que Ortega pugnó porque fuera directamente el Ayuntamiento. Al parecer cada bando tenía una constructora favorita para llevarse el premio gordo. La disputa acabó en el despacho de Esperanza Aguirre. El 16 de enero de 2005, cuando Aguirre se disponía a iniciar un viaje oficial a China con empresarios madrileños, Ortega se presentó en el aeropuerto de Barajas y le contó a Aguirre lo que había. «Necesito pruebas», le contestó ‘la lideresa’. Guillermo Ortega elaboró entonces un documento de 56 páginas para que la presidenta comprendiera que Narciso de Foxá y Ricardo Romero de Tejada habían creado una trama de corrupción en el municipio, en ese mismo municipio en el que Ortega y Correa habían creado su propia trama. Para resumir, entre tramas andaba el juego.
Aguirre regresó de China. «Y fuimos a ver a Aguirre a Génova. Mientras Ortega le entregaba el documento oíamos por la puerta de su despacho que decía que no quería ver a esos hijos de puta, por nosotros, Juanjo Moreno y yo. Suponemos que tomó partido por De Foxá», explica Peñas. El resultado de la contienda fue que Guillermo Ortega acabó fuera del Ayuntamiento sustituido por un Narciso De Foxá que se había hecho con el apoyo de diez concejales para acabar con Ortega. Aguirre le recolocó como presidente de la empresa pública madrileña Puerta de Toledo para que tuviera su puestecito y se callara, y José Luis Peñas y Juan José Moreno Alonso, los dos ediles díscolos, se quedaron solos y fueron expulsados del PP.
«En el despacho de Ortega, y con el teléfono puesto en el sistema de manos libres, yo escuché a Aguirre decirle a Guillermo Ortega que o me echaba a la puta calle o ya se iba olvidando del puesto en El Mercado de Toledo». Peñas era primer teniente de alcalde y con la renuncia de Ortega él debía ocupar el sillón de la alcaldía. «Días antes me reuní con Francisco Granados. Me había pedido que convocara un Pleno para votar el nombramiento de Narciso de Foxá. Le dije que no, que por la tarde me iba a la Guardia Civil a poner un denuncia por lo que estaba pasando en la empresa pública Pammasa. Por eso Aguirre pidió mi cabeza y la de Juanjo Moreno». Al final Ortega cumplió las órdenes de ‘la lideresa’, destituyó a Peñas y a Moreno, convocó el Pleno para que le sustituyera Narciso de Foxá, y él se fue obedientemente en febrero de 2005 a presidir la empresa pública Puerta de Toledo, con más sueldo que cuando era alcalde de Majadahonda. Peñas y su compañero Moreno terminaron la legislatura como concejales no adscritos. «No hice caso a Cristina Cifuentes, que en otra cita me dijo que no hiciéramos ruido y que nos metiéramos en la nevera», concluye Peñas.
Obviamente, lo primero que hizo Narciso de Foxá fue cargarse a la mujer de Francisco Correa. La echó del Ayuntamiento justo un día después de la marcha de Ortega. Y empezó a marginar a Peñas y a Moreno. Durante el tiempo que fueron concejales sin grupo el Ayuntamiento les impidió participar en las comisiones informativas e incluso les negó de forma sistemática el derecho al voto. [Peñas denunció cada uno de esos Plenos, más de 100, y el Tribunal Constitucional ya le ha dado la razón en 54 sentencias, dictaminando que se vulneraron sus derechos fundamentales de participación política].
La hidra de Lerna
Un solo cuerpo, varias cabezas. La hidra de Lerna, monstruo de la mitología griega, tenía la capacidad de regenerar dos cabezas por cada una que perdía. Todas sus testas vivían en un solo tronco que les obligaba a compartir el mismo destino. Con la hidra de la corrupción pasa en cierto modo lo mismo. Algunos protagonistas de los sumarios judiciales más importantes de este país, como las cabezas de la hidra, han convivido y compartido destino, y cómo no, lucrativos negocios. En este punto del relato, la trama se pudo mezclar con otra red de corrupción que empezaba a ser incipiente en la comunidad de Madrid.
«Francisco Granados ordenó la dimisión de 'Willi' [se refiere a Guillermo Ortega] pues al parecer este está cortando el conducto del dinero, quedándoselo él, sin que fluya hacia estancias superiores del partido, cosa que sí hacía su antecesor». La frase, nítida, la pronunció en octubre de 2005 un tal Raúl Calvo y fue grabada por Juan José Moreno, el otro concejal rebelde compañero de Peñas que también tiró de grabadora. Calvo era directivo de la constructora DICO, propiedad de David Marjaliza, amigo íntimo y socio en oscuros negocios de Francisco Granados (entonces hombre fuerte del Gobierno de Aguirre). Granados y Marjaliza son los cerebros de la trama ‘Púnica’. «Marjaliza es el tapado de Paco», sentenció Calvo ante un atónito Moreno. La grabación fue entregada al juez en mayo de 2009, pero no supuso el inicio de ninguna investigación contra Granados y Marjaliza. Todo parece indicar que con la ‘Gürtel’ los investigadores tenían de sobra. Y la ‘Púnica’ dormitó en algún cajón durante años.
Tras el despido de su mujer, a Correa se le ocurrió crear un partido político llamado Corporación Majadahonda para intentar hacerse con la Alcaldía y ser de nuevo el comensal principal que repartía los trozos del pastel. Correa financió durante dos años el partido, con dinero ‘negro’. Entre noviembre de 2005 y abril de 2007 Correa pagó religiosamente los gastos de esta nueva formación, incluida una aportación mensual a Peñas. Había muchos gastos. En diciembre de 2005, por ejemplo, Corporación Majadahonda se gastó 174 euros en cinco libros que versaban sobre los delitos de prevaricación, delincuencia urbanística y delitos sobre la ordenación del territorio. Todo un catálogo de intenciones de lo que estaba por venir si finalmente Corporación Majadahonda obtenía representación municipal.
«Yo entré en política con 35 años. Era funcionario, tenía mi casa y mi familia. Yo no estoy en política desde joven chupando del bote. Yo me incorporé para servir, no para servirme. Montamos un partido en Majadahonda y al principio todo fue bien, pero cuando tienes un trato más íntimo con Correa él solito se delata. Estaba teniendo una conversación con Benjamín Vasco [exdiputado del PP en la Asamblea de Madrid, también imputado] y este le amenazaba con que no salía la operación de Arganda del Rey si no le daba sus 300 millones de pesetas. Y yo lo oí por teléfono. Me di cuenta de quién era esa gente. Untar y repartir. Esa noche se lo dije a mi mujer y me dijo que hiciera lo que tuviera que hacer», explica Peñas.
«Tú, un día me vas a traicionar», le espetó una vez Correa, sin sospechar que Peñas ya le estaba grabando. «No era cuestión de traicionar, sino de hacer lo correcto», incide Peñas, que empezó a grabar a Correa para recabar pruebas en febrero de 2006. Ya había llevado a Anticorrupción lo de Pammasa, pero la Fiscalía lo archivó al no tener indicios suficientes. «No quería repetir el mismo error. Necesitaba pruebas. Había que estar cerca de Correa y compañía, en mesas redondas, juntos en despachos, en sillas continuas. Era tremendo, llegaba a mi casa como si hubiera corrido un maratón. Qué tensión, por si me tocaban y notaban el bulto, por si hacía algún ruido la grabadora. Sobre todo de una persona como yo, aunque han llegado a decir que era del CNI. Hice las cosas con sentido común, pero era muy complicado. Nadie me había dicho antes cómo se hacía esto. Lo hice lo mejor que pude con la finalidad que tenía: entregarlo a la Policía. Pero lo pude hacer porque ellos tenían un halo de impunidad. Ellos creían que no hacían nada malo, que solo era ‘business’». Al principio Peñas utilizó una grabadora muy rústica, una memoria USB del año 2000, muy pequeña y sencilla. Era para escuchar música, de 254 megas, pero con funciones de grabación. «Perdí muchas grabaciones porque era muy complicada. Luego a los cinco meses me compré una grabadora mejor».
Las multas de tráfico que hoy sigue recibiendo Peñas tienen en este momento del relato su explicación. Cuando Peñas empezó a grabar a Correa en el año 2006 necesitaba demostrar que a ‘Don Vito’, como le llamaban sus acólitos, no le gustaba tener ningún bien a su nombre, a pesar de que era inmensamente rico. «Por eso acepté ser el titular del vehículo, porque me lo pidió Correa. Pero yo nunca lo tuve. Era para su mujer», afirma Peñas, que se convirtió en propietario del coche el 3 de abril de 2007. El Mini Cooper había sido comprado en noviembre de 2002 por Guillermo Ortega, pero él no lo pagó. Fue un regalo de la trama. Cinco años después, en abril de 2007, Correa le exigió el vehículo al ya exregidor como contraprestación a una deuda que el Consistorio de Majadahonda tenía con una empresa de la trama. Como Correa sabía que no la iba a cobrar, porque las arcas municipales las controlaba ya Narciso de Foxá, pidió a Ortega que le diera el coche, que al fin y al cabo había pagado él.
«Me pareció una buena manera de acreditar ante la Justicia el modus operandi de Correa». Peñas nunca utilizó el coche, que pasó directamente a Carmen. Las multas, ya van más de 110, empezaron a llegar a finales de 2009, cuando la trama ya se había destapado. Una venganza de la mujer de Correa, que no duda en infringir el tráfico sabiendo que las sanciones le llegan al traidor de Peñas. En febrero de 2010 este elevó el primer escrito al Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), el juzgado que entonces llevaba el caso, solicitando que comunicara a la DGT y al Ayuntamiento de Madrid que él nunca fue el dueño del coche y que él nunca lo ha conducido. Para ello, aportó las multas en las que claramente se identificaba como conductor a Carmen Rodríguez, un informe de la Policía que aseveraba que el coche pertenecía realmente a Correa, y la declaración policial de Carmen Rodríguez, en la que reconocía que ella era quien usaba el coche y «lo tenía en Pozuelo». No ha servido de nada. Peñas no duda en recurrir todas las multas que puede, aunque ya ha tenido que pagar algunas para que no le embarguen sus cuentas. La gran mayoría son del Consistorio de Madrid por aparcar mal, aunque hay alguna por exceso de velocidad y maniobras prohibidas. A día de hoy tiene pendientes tres juicios. El coche, aunque está embargado por la Audiencia Nacional, no está intervenido, por lo que la esposa de Correa sigue disfrutando de él. Y de qué manera.
Elecciones y cita ante la Policía
Las elecciones municipales de marzo de 2007 fueron un fracaso estrepitoso para Corporación Majadahonda, el partido tapadera de Correa, que había contado incluso con la inyección económica de varios empresarios. Obtuvo 82 votos. «He de reconocer que a todos nos gusta que nos doren la píldora. Nos habían echado del PP y Juanjo y yo queríamos seguir en política. Correa nos financió, sí, pero yo he aportado a la Audiencia más de 600 folios que acreditan todos los gastos del partido. Para Correa era importante. Habían echado a su mujer y había perdido su influencia en Majadahonda. Ellos querían ayudarme para después utilizarme, pero de eso nos enteramos después». La derrota electoral de 2007 provocó que Correa rompiera su relación con Peñas y este ya no pudo seguir grabando.
El 6 de noviembre de 2007 Peñas se presentó, junto a su abogado, en el complejo policial de Canillas, la sede central de la Policía Nacional de Madrid. Peñas era entonces un desconocido para la opinión pública, un exconcejal del PP en el Ayuntamiento de Majadahonda, pero todo lo que contó a los agentes de la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) provocó el primer temblor del terremoto que vino después: una de las mayores tramas de corrupción de la democracia española.
La segunda cita ante la Policía se produjo el 21 de noviembre. Hasta el comisario que dirigía la Policía Judicial estaba presente. «Llevé 18 horas de grabaciones, pero he de reconocer que destruí muchas cintas [llegó a grabar 80 horas]. Trataban de temas demasiados graves y no tuve el valor para guardarlas en mi casa con mi mujer y mis hijos pequeños. Otras era inservibles por fallos técnicos o exceso de ruido». Peñas lo contó todo, al menos todo lo que sabía. Quienes eran los colaboradores de Correa, algunos de sus testaferros, su contable, su asesor fiscal, el nombre de algunas de sus empresas tapadera, sus negocios ilícitos en algunos ayuntamientos de Madrid, dónde tiene algunas de sus propiedades a nombre de terceros, los sobornos a cargos públicos, la contabilidad ‘B’ de sus sociedades, las comisiones que recibía de algunas empresas por intermediar en adjudicaciones amañadas…habla incluso de una grabación en la que aparece el alcalde de Boadilla, del PP, contando dinero sobre una mesa. Al final de su relato, Peñas da 31 nombres, entre los que hay importantes políticos, destacados periodistas y algún que otro empresario.
«En diciembre de 2007 Correa me llama y me cago. Seis meses sin llamarme y al mes de poner la denuncia me llama. Pensé que se había enterado porque tenía muchas amistades en la Policía. Y con dos cojones fui a la reunión de la calle Serrano 40 [una de las sedes de las empresas de Correa] con la grabadora. En un cuarto piso. Ese día fue muy duro. Me hicieron esperar una hora, pensé aquí me quedo solo y viene un matón y me pega un tiro. Luego estuvimos tres horas hablando. Salió el tema de la Formula 1, muchos temas de Boadilla». Relata Peñas.
―¿Y qué quería exactamente de usted?
―Me quería ver porque la Comunidad de Madrid le debía dos millones de euros. Yo soy abogado y quería mi ayuda. A mí me faltaba una asignatura y se lo dije. Me contestó que ya me llamaría. Y luego me llamó en enero de 2008 para proponerme trabajar en la Feria de Valencia, como personal de la empresa Orange Market en la Feria, porque allí tenían muchos negocios. Le dije que no, ya había puesto la denuncia.
―¿Ha recibido amenazas?
―Muchas. No tengo que ocultarme de nada. A mi mujer la persiguieron, la siguieron una noche y la echaron de la carretera. A las cinco de la mañana me llamaron para decirme que la próxima vez mi mujer iba a caer de un sitio más alto aunque estuvieran los niños dentro del coche. Yo no quería protección. Hablé con los policías. No sé si lo investigaron. No puse una denuncia formal, solo hablé en persona con los policías. Y en Majadahonda ha habido división de opiniones, unos se acordaban de mi madre y otros de mi padre. Yo he tenido que salir corriendo con mi hijo de dos años en brazos porque me estaban insultando y escupiendo.
―¿El PP lo sabía?
―Lo sabían todo. ¿Cómo han reaccionado? Porque nadie fue a la Policía. Solo yo, una mierda de concejal de una mierda de pueblo. ¿Solo soy yo el que sabe esto?, ¿de verdad? Porque a Rajoy le avisan en su despacho de que Correa está haciendo chanchullos en Arganda delante de Esperanza Aguirre y el propio Bárcenas. ¿Qué hizo Rajoy?, según él echarle de Génova. ¿Es lo que tiene que hacer? Tenía la obligación penal de haberle denunciado. Miró para otro lado. Todo es mentira salvo alguna cosa, eso te lo dice todo. Repito, ¿una mierda de concejal es el que sabe todo esto?, o es el único que tiene moral para denunciarlo y el resto se calla. El que se mueva no sale en la foto. Simplemente es eso. Así funcionan los partidos.
―Dicen que usted lo hizo todo por despecho. Porque Correa se cansó de usted.
―Hice lo que tenía que hacer y no me arrepiento. Sé que hice lo correcto y lo volvería a hacer. Una venganza hubiera sido ir a Correa con las cintas y pedirle 3 millones de euros. ¿Realmente la gente se cree que yo, que iba de número 7 en la lista de Guillermo Ortega y llevaba dos años como concejal formaba parta de una trama de corrupción con Correa, Ortega y Narciso de Foxá, que llevaban años en política y se las sabían todas? Es ilógico. He aportado albaranes de pago de algunos viajes, que me los pagué yo. No tienen pruebas de que yo haya cobrado de la trama. Incluso la instrucción judicial me mete en el tinglado de un contrato amañado cuando yo no era ni concejal. Es de coña.
Peñas habla tranquilo, seguro y mirándote a los ojos. Le gusta su trabajo, ese al que va en bicicleta si las inclemencias del tiempo se lo permiten, y asegura que es feliz. Quiere confiar en la Justicia, a pesar de su imputación. «Un día vino el juez Pablo Ruz a mi trabajo. Fue a hacer una historia a la oficina de atención al ciudadano. Le saludé y me presenté. Aquí disfrutando de los miles de millones de euros que he robado, en mi trabajo de 1.400 euros al mes, señor juez. Eso le dije. Se sonrió».
―La instrucción judicial le mete en todo el sarao.
―La instrucción es manifiestamente mejorable. Parece un aviso a navegantes. Creo que hice lo correcto y denuncié, y me piden seis años de prisión. ¿Por qué no han llamado a Esteban González Pons?, aunque sea como testigo. Correa se jacta en conversaciones incluidas en el sumario que puede desbloquear gracias a él una recalificación de terrenos en La Nucía, Alicante [«El hijo de puta de Esteban González Pons me lo arregla», es la frase pronunciada por Correa]. ¿Por qué no llaman a Aznar? Pide a Correa que coloque a su secretario, Antonio Cámara. Al final lo colocó y hay un apunte de 90.000 euros que supuestamente recibe Cámara. ¿Por qué no llaman a declarar a Álvarez Cascos? Correa dice que la cuenta de AENA se la dio él. Pero claro, eso no interesa.
―¿Ha vuelto a ver a Francisco Correa?
―No, lo veré en el juicio.
―¿Cómo definiría a Correa?
―Era una persona con muchos complejos, envidias, hubiera pagado por tener una familia en condiciones, estructurada, por tener una carrera, por tener una educación, algo que soterraba con el dinero, la soberbia y la mala educación.
―Aunque no lo quiera, ha marcado su vida. ¿Qué es para usted Paco Correa?
―Marcó mi vida la decisión que tomé. Es un pobre hombre. Solo siento desprecio por él, por todo ellos.
Lo tiene claro. ‘Don Vito’ ya no forma parte de su vida.