Puede parecer raro, pero nuestro viaje a Irán fue el regalo que nos hicimos para celebrar el décimo aniversario como pareja. Probablemente muchas personas que lean esto pensarán que hubiéramos estado mejor en las Seychelles o en Cuba, pero a nosotros nos atraía la idea de conocer Irán, cuna de la civilización Persa, con un pasado reciente muy tumultuoso y con una realidad actual muy difícil.
Irán es un país donde se vulneran derechos humanos fundamentales, en el que Ruth tuvo que viajar tapada de la cabeza a los pies (el velo es lo más evidente, pero no es el único requisito en cuanto a indumentaria). Hablaremos sobre ello en el libro, pero no pretendemos hacer el trabajo de organizaciones internacionales legítimamente acreditadas para ello, sino dar a conocer el punto de vista de dos viajeros, que se han encontrado un país con una riqueza patrimonial y cultural inmensa y con un pueblo muy acogedor, característica que destaca cualquiera que haya visitado la zona.
Como cualquier país, Irán es mucho más que las noticias que nos llegan. Queremos mostraros la parte positiva del país: conocer otra cultura, la gente que durante el viaje se mostraba interesada en saber lo que pasa fuera de Irán, las personas que nos invitaban a su casa como forma de comprender también otra cultura. No olvidemos que pese a la existencia de internet, la información en Irán está controlada, y no todo el mundo tiene acceso o posibilidad de conectarse a internet fácilmente. Nos quedamos con personas que sin hablar más de 4 o 5 palabras de inglés, nos preguntaban qué tal nos estaban tratando en Irán, se preocupaban de que los viajeros nos fuéramos con una grata impresión de su país y de su gente.
Igual que hay dos puntos de vista para valorar un viaje a Irán, también hay dos Irán diferentes: una, la dictadura islámica; otra, la de un pueblo, el persa, con una cultura milenaria y unas de las gentes más acogedoras que nos hemos encontrado en nuestros viajes.
Hablando con otros viajeros nos habían contado algunas experiencias de viaje en Irán y la información que teníamos del país distaba mucho de lo que ellos nos contaban. Sólo nos llegaba por las noticias e informativos, que hablaban sobre condenas salvajes, información censurada, encarcelamientos de periodistas, policías de la moral, normas infames de vestimenta para las mujeres y un largo etcétera. Al fin y al cabo, Irán es una república Islámica, su gobierno se rige por la Sharia o ley islámica, que no es otra cosa que una serie de reglas de comportamiento y conducta relacionadas con una determinada y mala interpretación del Corán y del Islam.
Las historias de estos viajeros nunca se centraban en esta parte del viaje, solían centrarse en una hospitalidad y amabilidad excepcionales de las personas que conocían en el camino y en las maravillas del país. Esta fue nuestra motivación para viajar y creemos que puede ser la de muchas otras personas, y por eso vamos a centrarnos en lo que a nosotros nos hizo tener la curiosidad y las ganas de conocer una cultura distinta, para ver lo bueno de las personas que allí viven.
¡Estáis locos!, ¡yo ni loca me iría a Irán!, ¿pero qué se os ha perdido a vosotros allí?, ¡si están en guerra!, … estas fueron las frases más habituales de nuestros familiares y amigos cuando les contamos que nos íbamos de viaje a la República Islámica de Irán y, en parte, tenían razón; nosotros teníamos más información, pero ellos no.
Así que decidimos ir a descubrirlo con nuestros propios ojos. Nos escapamos con la mochila al hombro y los preparativos justos para tener la primera noche de hotel reservada. Atrás dejamos a la familia preocupada, en ningún otro viaje habíamos estado tan en contacto con nuestra familia y amigos, y eso que resultaba complicado: Facebook y twitter están bloqueados por el gobierno, se puede utilizar whatsapp e instagram, y siempre hay algún truco para saltarse la censura, pero no siempre resultaba fácil estar en contacto, por lo que la preocupación aumentaba.
Irán ha sido uno de los destinos más seguros por los que hemos viajado, aunque pueda parecer extraño.
Hemos viajado en transporte público, metro, autobús, etc, sin ningún problema, incluso la gente que estaba en las paradas de autobús o en el propio transporte nos ayudaba a llegar a nuestro destino, muchas veces a costa de perder ellos mismos su transporte e incluso alejarse bastantes paradas de la suya para acompañarnos. Todo con el único fin de ayudarnos, y con la dificultad añadida de que la mayoría no hablaba absolutamente nada de inglés. Nos hemos alojado en hostales económicos, hemos comido en sus restaurantes, hemos pateado sus calles, nos hemos perdido y nos han ayudado a encontrar lo que buscábamos. Nos hemos metido en mezquitas durante el rezo. Hemos visto cómo celebraban la Ashura, una festividad religiosa islámica.
Irán es un país desconocido con muy poco turismo, las noticias no ayudan a que esto cambie, tras la reciente firma del acuerdo nuclear y el fin de las sanciones y el bloqueo es un país que quiere abrirse, con personas que quieren saber qué pasa fuera de sus fronteras y que los que estamos fuera conozcamos como son en realidad.
Está claro que una cosa es la gente y otra el Gobierno. El pueblo iraní es el mejor descubrimiento de este viaje.