En 2012 presenté un TFM sobre la huella del maquis en Sierra Morena Oriental que obtuvo la máxima calificación por parte del tribunal... y desde entonces no ha hecho más que coger polvo, por eso me encantaría que algún día viera la luz.
Como no soy historiador y se trataba de un trabajo para un Master en Herencia Cultural, orienté la investigación hacia el análisis de la memoria colectiva de la guerrilla antifranquista y no hacia una reconstrucción de los hechos acaecidos en los años de posguerra en aquel lugar. Para ello analicé la impronta del maquis a través del tratamiento que recibe la memoria histórica desde un presente continuo y dentro de un marco espacial concreto (en las inmediaciones de Sierra Morena Oriental, enclave fronterizo entre las provincias de Jaén y Ciudad Real) donde se desarrollaron gran parte de las acciones de la 21o División de la 2o Agrupación del Ejército Guerrillero del Centro.
A través de fuentes orales autóctonas pude extraer algunos hechos que forman parte del imaginario social de la guerrilla así como elementos comunes empleados en la reelaboración de su recuerdo que destapaban el modo con el que se gestiona y difunden los relatos y los factores que interactúan con la memoria popular de ese entorno.
Aunque este trabajo de investigación se sostiene bajo unas sólidas fuentes documentales –sobre todo en lo referente al estudio del maquis, la memoria histórica y los agentes socioculturales del entorno que la condicionan-, el estudio no parte de una perspectiva crítica, ni estrictamente histórica, ni trata de enjuiciar si los hechos recogidos en las entrevistas se alejan o se acercan a la realidad, sino que la verdadera riqueza de los relatos recae en la subjetividad del testimonio y su aportación a la memoria heredada.
Debido a la realidad «caleidoscópica» del maquis en nuestro país, donde cada guerrilla tuvo sus peculiaridades -tanto en sus acciones, como en sus condicionantes, su trayectoria o su durabilidad-, es casi imposible hacer un estudio genérico del maquis como también lo es hacerlo de su recuerdo. Esa es la razón por la que fue necesario un acotamiento de la zona para así analizar un espacio de memoria concreto, pero que es -a pesar de las
peculiaridades del entorno- totalmente extrapolable a otros espacios de memoria de la geografía española donde la guerrilla estuvo presente.
El maqui: ese ser mitológico versus ese bandolero
Lo sorprendente de este trabajo fue el modo con el que tuve que reconducir la investigación a medida que se iban desarrollando las entrevistas que, tras analizarlas, mostraban elementos comunes que respondían a mecanismos propios de una reinterpretación del recuerdo o de una memoria heredada y transmitida de forma oral.
Las explotaciones mineras de Sierra Morena originaron numerosos poblados alrededor de los pozos de extracción. Ello supuso que muchas familias vivieran en lugares recónditos de la sierra, creando una tendencia introspectiva en su modo de vida donde las historias de los maquis -esa parte silenciada de la posguerra- eran transmitidas oralmente como si de un cuento popular se tratase.
Es por eso que, al tratarse de sucesos no recogidos por la “Historia Oficial”,aquellos hechos llegan a la memoria colectiva habiendo pasado por varios filtros distorsionantes donde son frecuentes los olvidos, las imprecisiones, la prudencia, los eufemismos, la magnificación o demonización de los personajes, las leyendas, etc.
De este modo, el recuerdo de los maquis llega incluso a cruzarse con historias de otra época que permanecen en el recuerdo popular. Prueba de ello es que, además del estigma impuesto por el régimen franquista, que catalogaba al maquis como un problema de bandolerismo, sea frecuente en Sierra Morena -zona de larga trayectoria como guarida de bandoleros- confundir hechos perpetrados por bandoleros del siglo XIX con las acciones de los maquis.