Este texto es un fragmento de

La princesa y las palomas

Kevin Klatt y Azahar L. Giner

La princesa y las palomas

Se escuchaba jolgorio y gozo fuera del palacio real, y nadie sabía qué estaba pasando. La princesa María sacó la cabeza por el balcón de su habitación.

Pero desde ahí no lograba ver mucho.

Ella vivía en un castillo enorme de color blanco, con acabados en azul marino. Tenía un balcón frente a la entrada principal que daba vista a una de las fuentes más hermosas del mundo, en donde diariamente esperaba que su papá llegara para que jugasen juntos.

El barullo se detuvo y el rey regresó, conforme con su trabajo.

Había por fin acordado la paz y que se erradicarían los crímenes, tomando sanciones más estrictas.

La princesa nunca entendió bien sobre esas cosas, sin embargo, ella estaba contenta de poder ver a su padre.

  • - ¿Papi, vas a tener que salir otra vez?

  • - No mi princesa, ya no voy a tener que salir, podemos jugar.

  • - ¿Y podemos jugar a lo que yo quiera?

  • - Si mi amor, puedes jugar y hacer lo que tú quieras.



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