Breve introducción
Siempre me ha parecido abominable aquello de «eres más tonto que un obrero de derechas». Destila clasismo por los cuatro costados y acostumbra a ser la excusa de las izquierdas para justificar un mal resultado electoral fruto de la desconexión del partido con la clase trabajadora. Así se sacuden su parte de responsabilidad y la descargan sobre sus hombros. La clase trabajadora es la mayoritaria de la sociedad, pero ha sufrido tal proceso de desvirtualización por parte de los resortes liberales y capitalistas que ha desaparecido del mapa. Ahora no es más que una pequeña parte de lo que se tiende a mal llamar “clase media”, fracturada en un sinfín de identidades. La realidad es que, a pesar de los esfuerzos de identificación teórica de Karl Marx y el proceso de organización de los movimientos comunistas, socialistas y anarquistas; la clase obrera sigue existiendo, pero no se reconoce a sí misma.
La alocución mentada inicialmente (eres más tonto que un obrero de derechas) es un fiel reflejo lo descripto: un individuo alienado, que desconoce a qué clase pertenece y vota contra sus propios intereses. Aquí hay un error grotesco que la izquierda parece empeñada en repetir: culpabilizar al sujeto en cuestión. «Eres tonto porque no sabes quién eres, votas contra tí mismo y, para colmo, no te alcanza para entender tu error».
Con el auge de los populismos de extrema derecha esta alocución ha adquirido un cariz diferente. Ya no solo es un desacierto de la izquierda, sino que además, es un notable peligro. En buena parte de los países donde prolifera este fenómeno -el populismo de extrema derecha- el común de los ciudadanos se pregunta cómo es posible que mensajes de tinte xenófobo o machista calen con tamaña facilidad. Donald Trump, Jair Bolsonaro, Santiago Abascal, Víktor Orbán, Marine Le Pen… Hay muchos ejemplos en los que profundizaremos más adelante.
Los analistas alertan de que estos discursos pueden seducir a votantes desencantados con la política; y si la izquierda no es capaz de hacer de muro de contención, a buen seguro el país entero lo lamentará. Y es que, la preocupación ya no debiera ser -como otrora fue- la irrupción de los populismos de extrema derecha, sino que dicho electorado alcance la categoría de sujeto popular y se concrete en una identidad determinada. Entonces, la tarea de desarticular el movimiento es aún más ardua y compleja.
Este libro tiene por objeto analizar el comportamiento electoral y la conducta de voto de los ciudadanos para identificar las variables psicosociales que impulsan a los electores a mantener o cambiar su voto. Comprender cómo y por qué cada individuo vota lo que vota ayudará a investigar qué lleva a un ciudadano a inscribirse en un movimiento populista o simplemente a votar contra sus intereses y los de su clase. Conociendo las aristas que configuran el icosaedro del populismo no solo se podrán identificar sus puntos débiles y romperlo; sino utilizar las mismas teclas para revertirlo.