Este texto es un fragmento de

Las guerras de Goytisolo (1936-1996)

Eduardo del Campo

Las guerras de Goytisolo (1936-1996). Ensayo sobre los reportajes de Sarajevo, Argelia, Palestina y Chechenia.

Sobre cuaderno de Sarajevo (1993)

A partir de la cita inicial del texto, «La brevedad del camino en nada amengua el radio infinito de la injusticia» (Cuaderno de Sarajevo, p. 229), encontramos de entrada la declaración de intenciones que supone que Juan Goytisolo haya adoptado como referencia literaria, estética y ética de su testimonio al poeta Antonio Machado, esgrimido tácitamente como ejemplo de intelectual comprometido y exponente de la España noble y racional que representaba el gobierno legítimo de la República frente al ataque de los partidarios del golpe de Estado de 1936. Goytisolo sintoniza con el tono de denuncia moral que Machado empleó en su artículo «¡Madrid!», del 7 de noviembre de 1937, donde clamaba contra la inacción de las democracias occidentales ante el avance de las tropas sublevadas de Franco, artículo que, como vimos en el apartado anterior sobre las fuentes, acompaña al enviado especial de El País en su misión en Sarajevo. La voz pública de Machado en esos días del fratricidio español se asemeja por su fuerza de llamamiento y elegía a la que mueve muchas de las páginas del testimonio de su compatriota en la capital bosnia más de medio siglo después.

El primer capítulo de la serie sobre la guerra en Sarajevo, «Tirador de élite», publicado el lunes 23 de agosto de 1993, en crudo contraste con el entorno de ocio placentero y pacífico de las vacaciones de verano en el que se desarrollará esos días su lectura entre muchos de los lectores de El País, cuenta el inicio del viaje del autor, desde su hogar en París hasta el aeropuerto de Roissy y de allí a Split, en Croacia, con escala en el aeropuerto romano de Fiumicino. El relato por tanto no arranca in media res, ya establecido en Sarajevo, sino que muestra el proceso de su extrañamiento desde el principio, para mostrar la aguda diferencia, a poco más de dos horas de viaje en avión, entre la paz de las grandes capitales europeas como París o Madrid, y el infierno que sufren los 380.000 habitantes del Sarajevo cercado; cuenta así, paulatinamente, con detalle, el viaje entre el afuera, la Europa segura que sigue su vida, y el adentro, en el interior del cerco: entre el mundo libre y seguro, y el arruinado y ensangrentado que hay al otro lado del frente; entre el universo normal, y el gueto al que han convertido a la ciudad mártir de los Balcanes, donde la violencia ha subvertido como en una pesadilla todos los patrones de la vida cotidiana en un lugar civilizado. 

Pese a las muchas lecturas sobre Bosnia que tiene ya acumuladas cuando inicia el viaje, Goytisolo prefiere adoptar de entrada el punto de vista del neófito que se adentra por primera vez en un territorio de destrucción y muerte, un punto de vista inocente, de alguien para quien todo lo que verá a continuación será nuevo, por mucho que lo haya visto reiteradas veces en televisión y leído en los periódicos; un enfoque que es idóneo para que los lectores, entre los que no habrá casi nadie que haya vivido esa experiencia en Sarajevo, comulguen mejor con su visión y se pongan en su piel, sintiendo que son ellos mismos los que contemplan la guerra con ojos nuevos y frescos, desautomatizando con ello la recepción rutinaria de las noticias. Cuando alguien lee desde el sillón de su casa el relato de un viajero, una de sus preguntas más acuciantes, que no siempre los autores contestan, es cómo ha llegado el narrador hasta su destino. Es importante contarlo, puesto que la aventura no comienza cuando se llega al destino sino desde el momento en que decide cruzar el umbral de su casa y dirigirse hacia allí. Goytisolo satisface la curiosidad del lector explicándole sus movimientos, sus gestiones burocráticas, los pasos que lo han llevado hasta entrar en Sarajevo; no omite esa información, que a nuestro juicio es necesaria y útil para que el lector se compenetre con él y, a fin de cuentas, para que simpatice también con las personas a las que encuentra su enviado especial (suyo, porque es enviado por el periódico en nombre de los lectores) y, en última instancia, para que comparta el juicio moral al que conduce todo su relato, que es que la opinión pública y la comunidad internacional deben actuar con urgencia para detener la sangría de la población civil e impedir que triunfe la xenofobia ultranacionalista excluyente que guía a las fuerzas serbias, frente al modelo de sociedad multicultural, tolerante, abierta, de ciudadanía común, que la capital bosnia representa real y simbólicamente en el mundo.






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