GUIONISTAS EN SERIE
Por Toni Aira, periodista y profesor de Comunicación Política
Quien fue cocinero antes que fraile, lo que pasa en la cocina bien sabe. Aquí casos de asesores, de grandes spin doctors, que pasada su etapa en la cocina de la política fueron guionistas o asesores de guión de series políticas míticas. Porque conocidas series como 'El ala oeste de la Casa Blanca', 'Scandal' o 'House of cards' no se puede decir aquello típico de “cualquier parecido con la realidad es pura casualidad”.
¿El reverso tenebroso de la Fuerza?
Lord Michael Dobbs (Cheshunt, 1948) empezó a conocer de verdad la intrahistoria de la política británica cuando pasó a ser jefe de Gabinete de la primera ministra Margaret Thatcher. Con ella empezó bien pero acabó fatal y, al ser destituido por la Dama de Hierro, Dobbs decidió escribir sobre esa esfera política en la que políticos, asesores y medios de comunicación a menudo generan una burbuja donde el ambiente tiende a cargarse hasta límites insospechados por un común de mortales que vive bastante al margen de lo que se cuece lejos de los focos de las cámaras. Y así nació la trilogía de novelas 'House of cards', como una mordaz sátira sobre el poder y alrededores. Y de ahí surgieron dos series de televisión de culto. La primera, en el mismo Reino Unido, con cuatro episodios emitidos por la BBC en 1990 con un protagonista principal, Francis Urquhart, interpretado por el veterano actor Ian Richardson. De aquella primera experiencia nacerían dos miniseries más con el mismo protagonista: 'To Play the King' (1993) y T'he Final Cut' (1995). En todos ellos, un astuto Urquhart protagonizaba una escalada en el poder a toda costa, luchando por su carrera política contra propios y extraños. Sin escrúpulos. En los mismísimos términos (de fondo) en que con los años llegó la versión norteamericana de esta historia concebida por quien fuera uno de los principales spin doctors de una primera ministra británica. Y así fue como en 2013 el dramaturgo y guionista Beau Willimon decidió liderar como productor ejecutivo una adaptación televisiva que se estrenaría el 1 de febrero de aquel año en el servicio de streaming Netflix. Dobbs sería uno de los productores de la serie, entre otros junto al actor protagonista de esta versión, un Kevin Spacey magistral en el papel de Frank Underwood, el alter ego norteamericano del británico Francis Urquhart.
Y la serie norteamericana se convirtió en éxito planetario que todos conocemos. Y, así, como no podía ser de otra manera, con detractores y escépticos -en contraposición a la legión de fans-, que en algunos casos objetan lo superlativo de la trama. ¿Sí? ¿Seguro? ¿Tan surrealista es lo que plantea la serie? No será porque su padre, aun bien al tanto de la evolución de guión, no estuviera ahí desde el principio y con su experiencia personal bien presente, después de décadas transitando por las turbulentas aguas del poder al más alto nivel, primero como periodista, más tarde en el mundo de la publicidad y luego como asesor y como político.
Ejerció como periodista en el 'Boston Globe', una etapa a la que seguiría su experiencia como alto ejecutivo en la agencia de publicidad 'Saatchi & Saatchi', famosa por elaborar en 1979 (cuando ahí se incorpora Dobbs) la mítica campaña “Labour isn’t working”, contra los laboristas y al servicio de la candidatura de Margaret Thatcher para primera ministra.
En una entrevista deliciosa de Xavi Ayén para 'La Vanguardia', en 2015, Dobbs recordaba su etapa en 'Saatchi & Saatchi': "entré en 1979 y conseguimos acabar con el dominio de las grandes compañías estadounidenses. Los años 80 en la publicidad fueron tiempos de autoindulgencia, excesos y grandeza, muy parecido a lo que se ve en la serie 'Mad men'". La vida vía serie. O mejor, la vida real no demasiado distante a lo reproducido por una teórica ficción televisiva.
Y Dobbs dio el salto a la política, como asesor de Margaret Thatcher en el número 10 de Downing street, y con el tiempo, también, como hombre de confianza del primer ministro John Major, el relevo de Thatcher. Y la prensa británica, con cronistas parlamentarios afilados y con años de experiencia a sus espaldas, con mucho visto y oído, destacaba a Dobbs como uno de los maestros de la intriga (dicho en simpático, de la arquitectura) política. Estaba claro que se movía bien entre bambalinas y que conocía perfectamente aquello que ahí se cuece.
De hecho, de la ruptura con Thatcher nació su criatura de “ficción”. Lo explica también a Ayén: "soy escritor por accidente, en 1987, en las elecciones, tuve una discusión enorme con Margaret Thatcher. Eso me hizo perder mi empleo y tener vacaciones por primera vez en muchos años. Estaba en la piscina con una pluma, unas hojas en blanco y una botella de vino italiano. Me acabé la botella y todo lo que conseguí escribir en el papel eran dos letras: FU, que en inglés significa “jódete”, pero me dije que serían las iniciales de mi personaje, Francis Urquhart (Francis Underwood en la serie norteamericana). Ser escritor es lo mejor que me ha pasado, mi vida entera se ensanchó". Y prosigue, a propósito su antihéroe: "es determinado, obsesivo, brillante, maquiavélico, sin principios... El tipo de político que triunfa. No está interesado en políticas concretas ni en valores sino en su ambición, en tener información de todo lo que sucede para poderla utilizar en su favor. Tiene una visión conjunta de todos los actores y eso es muy importante, porque la política es como un partido de fútbol, no sirve de nada ser muy buen jugador si no actúas de modo coordinado con el resto de tu equipo. En política se juega sin balón muchas veces". Y lo cierto es que se podrá decir que la serie lleva en más de un momento esta realidad al extremo, pero ¿alguien puede negar que mucho de lo que aquí describe Dobbs ha formado y forma parte de la política, tanto en Reino Unido como Estados Unidos o en España mismo?
Más reality bites (bocados de realidad) que nos ayudan, en este caso, a conocer cargos parlamentarios y dinámicas en las cámaras de representación de aquellas que se nos escapan a la mayoría de ciudadanos, ajenos al día a día de este entorno. Urquhart, en la novela original y en la miniserie británica, ocupa el cargo de whip, jefe de Grupo Parlamentario. Dobbs recuerda: "Alguien básico para mantener la mayoría a favor del Gobierno. El primer ministro laborista James Callaghan, a finales de los setenta, sobrevivió gracias a diferencias de uno o dos votos en el Parlamento, la gente venía a votar en ambulancias, y tres diputados murieron a consecuencia de esas imprudencias. El whip es el que sabe pedir esos sacrificios cuando es necesario, y el que castiga a los rebeldes, destruyendo carreras políticas si es necesario". En el relato literario-televisivo es así como se explica en parte el gran peso que tienen Urquhart y Underwood, que conocen al dedillo la vida privada de muchos de sus colegas. Según Dobbs, "eso sucede así, esas cosas se utilizan como arma en la política, al igual que en el periodismo o en el matrimonio".
Sobre Thatcher dice algo que recordará al personaje interpretado por Kevin Spacey: “era a la vez dulce y cruel, seductora y despiadada”. Y dice no guardarle rencor: “me echó a los perros, pero tuvo el carácter necesario para hacer grandes cambios en el país y tuve una suerte enorme por vivir varios años a su lado". Y más paralelismos entre su relato y la realidad de hoy, ayer y siempre: "los grandes políticos no son personas cómodas". Lo dice uno de sus personajes y él lo remata con cita a líder histórico: "es lo mismo que le sucedía a Churchill, sobre el que he escrito varios libros, también era muy difícil estar a su lado: era impaciente, vulgar, un ególatra enorme, bebía... pero fue un magnífico político, el único hombre de su época capaz de haber hecho el trabajo que hizo".
Él sigue asistiendo al rodaje de la serie y niega que dé una imagen distorsionada de la realidad, por ejemplo sobre el periodismo: “trabajé de periodista y pude ver cómo colegas arriesgaban incluso su vida por contar una historia verdadera. Eso merece mucho respeto, esa pasión por narrar los hechos y las causas de lo que sucede. Mi heroína, además, es el personaje de Mattie Storin/Zoe Barnes, cuyo credo es contar la verdad. Estoy locamente enamorado de ella".
¿Y sobre las infidelidades tan presentes en su relato?: "La política ha destruido muchas familias. Es muy difícil compatibilizar ambas cosas, tristemente. Vives en Westminster de lunes a viernes, mientras tu mujer e hijos están en la casa de las afueras. Estás rodeado de alcohol, poder y tentaciones. Cuanto más poder tienes, más tentaciones debes resistir. El poder es un gran afrodisíaco. Los políticos son como las demás personas, con una diferencia: están sometidos a una presión extrema, y a muchas más tentaciones. El poder te vuelve más cruel, codicioso e incluso lujurioso, no por nada especial, solo porque te someten a un gran número de pruebas en un estado de estrés permanente".
¿Realidad o ficción? ¿Es 'House of cards' una recreación exagerada del Reverso Tenebroso de la Fuerza o un retrato poco simpático pero plausible de lo que se mueve en la escena política de aquí y de allá? ¿Puede un relato de los 90 aguantar el paso de los años y describir en algo mínimamente plausible la actualidad política de la segunda década de los 2000? Dobbs lo tiene claro: "la política no ha cambiado nada, no ya desde los años 80 o 90, sino desde Shakespeare. Todo está en su Julio César, seguimos haciendo esas mismas cosas". ¿Morirá (políticamente o más allá) Underwood como aquel líder de la Antigua Roma?
Alicia en el País de las Maravillas
Si habitualmente se ha tildado 'House of cards' de sombría y de versión cruda de lo más negativo de la política, el caso contrario ha pasado con 'The West Wing' ('El ala oeste de la Casa Blanca'). Se ha dicho tradicionalmente de esta serie que es un retrato demasiado idealizado y en exceso amable con un presidente y equipo de asesores que parecen superhéroes. Quizás sí que en muchos casos se salen con la suya y que el presidente Josiah 'Jed' Bartlet (Martin Sheen) sería la envidia de muchos, pero en los guiones de esta otra serie política de culto tampoco faltó en ningún momento el asesoramiento de spin doctors que lo habían sido en diferentes administraciones norteamericanas. Y, de hecho, una vez acabada la serie y ya con Barack Obama en el poder, no fueron pocos los paralelismos que se establecieron entre lo descrito por la serie y lo que la realidad proyectaba.
La competición entre Obama y el republicano John McCain, de hecho, parecía en muchos aspectos un calco de la historia que nos describía la serie en sus dos últimas temporadas, también con la fragua, el devenir y el desenlace de una competición en el marco de unas elecciones presidenciales norteamericanas. ¿Casualidad? ¿Lo fue por ejemplo que la serie marcara pautas de la nueva política que la sucedió en el mundo real (estadounidense)? No, en absoluto, y por el concurso de asesores experimentados, unos del pasado y otros que trabajaron para que esto fuera así.
Y es que Aaron Sorkin no solo se inspiró en la realidad a la hora de construir una serie que se emitiría en la NBC entre 1999 y 2006. Quiso aprovechar parte de su borrador para la película 'El presidente y miss Wade' (1995), pero rápidamente vio que la trastienda de la Casa Blanca podía dar mucho más de sí, mucho más que una película. Pero tenía claro que lo haría con una base de verdad importante. Para lo cual el famoso guionista contrató como asesora a Dee Dee Myers, secretaria de Prensa de Bill Clinton entre enero de 1993 y diciembre de 1994. Ella había sido la primera mujer en ese cargo y sería la inspiración de la secretaria de Prensa de la serie, Claudia Jean C.J. Cregg, interpretada por Allison Janney. Pero Myers no estaría sola para velar por la veracidad en el fondo de la historia de Sorkin. Y así fue como desde el principio también se contó con Lawrence O’Donnell Jr., que había sido jefe de Gabinete de los demócratas en el Senado entre 1992 y 1995. Se sumó al equipo como asesor, guionista y productor (y hasta hizo un cameo como padre del presidente Bartlet). Él, tras la salida de Sorkin, tendría un papel crucial en el rumbo de la serie al final de la cuarta temporada.
Pero Myers y O’Donnell no estaban solos. Patrick H. Caddell era también pieza clave para los guiones de la serie, él que había sido asesor de Jimmy Carter y responsable de sondeos de cinco campañas presidenciales. Quedaba bastante claro el nivel que se exigía a los que más mano tenían en los guiones de una serie que se quería lo más cercana a la realidad posible (en un momento dado, precisamente para poder incidir en ella). Y a este equipo de primera se sumaría en 2001 Eli Attie, que había sido jefe de speechwriters (escritores de discursos) del vicepresidente Al Gore entre 1997 y 2000.
El periodista Pedro Vallín ha escrito: “desde el estreno, el 22 de septiembre de 1999, la serie encandiló a crítica y público -con 26 premios Emmy y tres Globos de Oro, es la más laureada de la historia-. Concebida, tal vez, como una idealización del mandato de Clinton, las convulsas elecciones del 2000 -que ganó Gore pero hicieron presidente a George W. Bush- llevaron a la serie a una posición incómoda, en la que los norteamericanos tenían un presidente ficticio, Jed Bartlet, con un cerebro privilegiado -era premio Nobel de Economía-, principios firmes y un equipo de brillantes colaboradores, mientras que el presidente real era el indolente hijo de un padre rico, sin profesión conocida, sin formación reseñable, fundamentalista cristiano, exalcohólico y cuya capacidad intelectual fue objeto, desde el primer día, de las mofas de medio mundo. La colisión era tan estridente que las hostilidades no se hicieron esperar y eclosionaron en 2003, cuando la Casa Blanca reprochó oficialmente el activismo del actor Martin Sheen contra la invasión de Iraq porque, decían, abusaba de su papel de presidente. Tal era la preocupación que había en el Gobierno por la diferencia de talla entre quien gobernaba el país en la ficción y quien lo hacía de verdad. La Casa Blanca temía que el pueblo prefiriera a Bartlet, una preocupación, como se ha visto luego, perfectamente justificada”.
Y es que los guionistas-asesores tenían muy en cuenta el presente, el pasado y el futuro. Así, cuando el presidente Bartlet estaba a mitad de su segundo mandato y los demócratas debían buscar un nuevo candidato-protagonista, el verano de 2004 Eli Attie se acercó a la Convención Demócrata de Boston que nominó a John Kerry como candidato. Pero el de 'The West Wing' se fijó en Obama, y decidieron ficcionarlo como latino. Así fue como el actor Jimmy Smits pasó interpretar el papel de Matt Santos. Mucho link entre realidad y ficción. Y grandes cerebros políticos como Karl Rove o Henry Kissinger estaban entre sus millones de fieles espectadores.
Guionistas, asesores, protagonistas. En la serie, Joshua Lyman (Bradley Whitford), asesor clave en la Administración Bartlet, dejaba la Casa Blanca en la sexta temporada (2004-2005) para pasar a ser el jefe de Campaña de Santos. Tras el triunfo del latino, Josh sería nombrado su jefe de Gabinete. Una circunstancia especialmente divertida si tenemos en cuenta que su personaje había sido inspirado en parte en el director de Comunicación de Bill Clinton, George Stephanopoulos, y en Rahm Emanuel, también asesor de aquel presidente, que cuando Obama accedió a la Casa Blanca le ofreció precisamente el cargo de jefe de Gabinete.
¿Más paralelismos curiosos con asesores de por medio? La victoria de Santos también conllevó en la serie el regreso a la Casa Blanca del abogado Sam Seaborn (Rob Lowe), que había sido joven escritor de discursos de Bartlet. Un par de veces lo reclutó su colega y amigo Josh Lyman, que le había prometido que lo iría a buscar si hallaba a un político en el que realmente creyera. Una historia muy parecida a la que ha explicado en más de una ocasión quien fuera de muy joven el jefe de escritores de discursos de Barack Obama, John Favreau, que había dado su carrera política por acabada cuando John Kerry (para quien trabajó) perdió en 2004 contra George W. Bush. ¿Alicia en el País de las Maravillas? En el de los demócratas, en todo caso. Pero todo con importantes tintes de realidad y con asesores de carnes y hueso al cargo de ello.
Es un escándalo
Y si en 'The West Wing' y en 'House of cards' el principal protagonista es un presidente, aunque con generosa presencia y papel de sus asesores, es en la también exitosa 'Scandal' (en España se emite en 'Divinity') donde los spin doctors cobran un rol central, especialmente gracias a Olivia Pope, interpretada por la actriz Kerry Washington. Y de escándalos y de crisis va la cosa, como la vida política misma. Porque de hecho, esta spin de ficción está inspirada en Judy Smith, asesora del caso Lewinsky y coproductora ejecutiva de la serie.
Nacida y criada en Washington D.C., Smith trabajó en varias ramas de la Administración norteamericana hasta que llegó a ocupar el puesto de subdirectora de Prensa durante la presidencia de George Bush padre. Su trabajo fue clave para encarrilar la crisis de Irán-Contra y para gestionar la nominación del juez Clarence Thomas, acusado de acoso sexual, al Supremo. Y una vez dio por finalizada esta etapa en la administración pública, se volcó en el sector privado y fundó 'Smith & Co', empresa de “solucionadores de crisis”.
Ha hecho tradicionalmente de la discreción una virtud, consciente como lo ha sido durante años de que parte de su éxito y eficacia pasa por asumir un segundo plano desde donde ser útil a sus clientes. Pero, inevitablemente por la dimensión del escándalo, su figura se hizo más reconocible durante el caso Lewinsky, cuando Smith orientaba a la exbecaria de la Casa Blanca (y presunta amante de Bill Clinton) en medio de la inmensa expectación mediática que la joven despertó en su momento. Y a partir de entonces, Smith que ahí ha estado, al lado de personajes importantes (no solo de la esfera política) implicados en escándalos de grandes dimensiones. Como cuando se descubrió que el senador republicano Larry Craig buscaba sexo con otros hombres en los lavabos de un aeropuerto. O incluso como cuando unos hackers norcoreanos airearon información sensible de Sony en venganza por el estreno de la película 'The Interview'. Recurrieron a Smith, como tantos otros que se lo puedan permitir.
Y Shonda Rhimes, la poderosa productora televisiva detrás de éxitos como 'Anatomía de Grey', se prendó de Smith y su historia. Así surgió 'Scandal', donde Kerry Washington interpreta a Olivia Pope, el alter ego en la ficción de una Judy Smith que ha aclarado en declaraciones a la periodista Begoña Gómez Urzaiz: “bueno, yo no voy por ahí trasladando cadáveres ni mantuve relaciones con el presidente de Estados Unidos”.
La especialista en gestión de crisis ejerce también como productora ejecutiva de 'Scandal' y aconseja a los guionistas a la hora de concebir las crisis a las que se enfrentan los “gladiadores con traje”, que es como Olivia Pope llama a sus asociados. Smith se refiere a los suyos como “superhéroes de la Liga de la Justicia”. Mantiene una muy buena relación con Kerry Washington, que suele llamarla “al menos una vez por capítulo” para consultarle cómo afrontaría ella diferentes situaciones y ha calcado de ella varios detalles clave, como la tendencia a vestir de blanco y de firmas de lujo. “Es mi color preferido, pero yo no consigo estar tan impecable a todas horas como Olivia Pope ¡Nadie puede!”, ha asegurado divertida Smith.
Y por cierto, que como habitualmente pasa que mucha gente no acaba de diferenciar entre realidad y ficción (y lo elaborado y realista de los guiones a menudo ayuda a ello), antes de que se empezase a emitir la serie, Judy Smith llamó a su exjefe, George Bush padre, para advertirle. Bush bromeó con que le tentaba confirmar el affaire entre presidente y asesora. “Sería bueno para mi reputación”, le dijo. Ella, con un ojo siempre en la serie, mientras tanto sigue asesorando a celebrities varias, así como a políticos republicanos o demócratas en apuros. La crisis, el escándalo, es el protagonista de su vida profesional, como en la serie misma.
Y he citado solo tres casos de entre los míticos de series políticas. ¿Cuánto más asesor real y de guión no creen que puede haber en productos de éxito como 'Borgen', 'The Good Wife', 'Boss' o 'The Thick of it'? Asesores en serie. Claves en el enlace entre realidad y ficción.
Por Toni Aira, periodista y profesor de Comunicación Política
Quien fue cocinero antes que fraile, lo que pasa en la cocina bien sabe. Aquí casos de asesores, de grandes spin doctors, que pasada su etapa en la cocina de la política fueron guionistas o asesores de guión de series políticas míticas. Porque conocidas series como 'El ala oeste de la Casa Blanca', 'Scandal' o 'House of cards' no se puede decir aquello típico de “cualquier parecido con la realidad es pura casualidad”.
¿El reverso tenebroso de la Fuerza?
Lord Michael Dobbs (Cheshunt, 1948) empezó a conocer de verdad la intrahistoria de la política británica cuando pasó a ser jefe de Gabinete de la primera ministra Margaret Thatcher. Con ella empezó bien pero acabó fatal y, al ser destituido por la Dama de Hierro, Dobbs decidió escribir sobre esa esfera política en la que políticos, asesores y medios de comunicación a menudo generan una burbuja donde el ambiente tiende a cargarse hasta límites insospechados por un común de mortales que vive bastante al margen de lo que se cuece lejos de los focos de las cámaras. Y así nació la trilogía de novelas 'House of cards', como una mordaz sátira sobre el poder y alrededores. Y de ahí surgieron dos series de televisión de culto. La primera, en el mismo Reino Unido, con cuatro episodios emitidos por la BBC en 1990 con un protagonista principal, Francis Urquhart, interpretado por el veterano actor Ian Richardson. De aquella primera experiencia nacerían dos miniseries más con el mismo protagonista: 'To Play the King' (1993) y T'he Final Cut' (1995). En todos ellos, un astuto Urquhart protagonizaba una escalada en el poder a toda costa, luchando por su carrera política contra propios y extraños. Sin escrúpulos. En los mismísimos términos (de fondo) en que con los años llegó la versión norteamericana de esta historia concebida por quien fuera uno de los principales spin doctors de una primera ministra británica. Y así fue como en 2013 el dramaturgo y guionista Beau Willimon decidió liderar como productor ejecutivo una adaptación televisiva que se estrenaría el 1 de febrero de aquel año en el servicio de streaming Netflix. Dobbs sería uno de los productores de la serie, entre otros junto al actor protagonista de esta versión, un Kevin Spacey magistral en el papel de Frank Underwood, el alter ego norteamericano del británico Francis Urquhart.
Y la serie norteamericana se convirtió en éxito planetario que todos conocemos. Y, así, como no podía ser de otra manera, con detractores y escépticos -en contraposición a la legión de fans-, que en algunos casos objetan lo superlativo de la trama. ¿Sí? ¿Seguro? ¿Tan surrealista es lo que plantea la serie? No será porque su padre, aun bien al tanto de la evolución de guión, no estuviera ahí desde el principio y con su experiencia personal bien presente, después de décadas transitando por las turbulentas aguas del poder al más alto nivel, primero como periodista, más tarde en el mundo de la publicidad y luego como asesor y como político.
Ejerció como periodista en el 'Boston Globe', una etapa a la que seguiría su experiencia como alto ejecutivo en la agencia de publicidad 'Saatchi & Saatchi', famosa por elaborar en 1979 (cuando ahí se incorpora Dobbs) la mítica campaña “Labour isn’t working”, contra los laboristas y al servicio de la candidatura de Margaret Thatcher para primera ministra.
En una entrevista deliciosa de Xavi Ayén para 'La Vanguardia', en 2015, Dobbs recordaba su etapa en 'Saatchi & Saatchi': "entré en 1979 y conseguimos acabar con el dominio de las grandes compañías estadounidenses. Los años 80 en la publicidad fueron tiempos de autoindulgencia, excesos y grandeza, muy parecido a lo que se ve en la serie 'Mad men'". La vida vía serie. O mejor, la vida real no demasiado distante a lo reproducido por una teórica ficción televisiva.
Y Dobbs dio el salto a la política, como asesor de Margaret Thatcher en el número 10 de Downing street, y con el tiempo, también, como hombre de confianza del primer ministro John Major, el relevo de Thatcher. Y la prensa británica, con cronistas parlamentarios afilados y con años de experiencia a sus espaldas, con mucho visto y oído, destacaba a Dobbs como uno de los maestros de la intriga (dicho en simpático, de la arquitectura) política. Estaba claro que se movía bien entre bambalinas y que conocía perfectamente aquello que ahí se cuece.
De hecho, de la ruptura con Thatcher nació su criatura de “ficción”. Lo explica también a Ayén: "soy escritor por accidente, en 1987, en las elecciones, tuve una discusión enorme con Margaret Thatcher. Eso me hizo perder mi empleo y tener vacaciones por primera vez en muchos años. Estaba en la piscina con una pluma, unas hojas en blanco y una botella de vino italiano. Me acabé la botella y todo lo que conseguí escribir en el papel eran dos letras: FU, que en inglés significa “jódete”, pero me dije que serían las iniciales de mi personaje, Francis Urquhart (Francis Underwood en la serie norteamericana). Ser escritor es lo mejor que me ha pasado, mi vida entera se ensanchó". Y prosigue, a propósito su antihéroe: "es determinado, obsesivo, brillante, maquiavélico, sin principios... El tipo de político que triunfa. No está interesado en políticas concretas ni en valores sino en su ambición, en tener información de todo lo que sucede para poderla utilizar en su favor. Tiene una visión conjunta de todos los actores y eso es muy importante, porque la política es como un partido de fútbol, no sirve de nada ser muy buen jugador si no actúas de modo coordinado con el resto de tu equipo. En política se juega sin balón muchas veces". Y lo cierto es que se podrá decir que la serie lleva en más de un momento esta realidad al extremo, pero ¿alguien puede negar que mucho de lo que aquí describe Dobbs ha formado y forma parte de la política, tanto en Reino Unido como Estados Unidos o en España mismo?
Más reality bites (bocados de realidad) que nos ayudan, en este caso, a conocer cargos parlamentarios y dinámicas en las cámaras de representación de aquellas que se nos escapan a la mayoría de ciudadanos, ajenos al día a día de este entorno. Urquhart, en la novela original y en la miniserie británica, ocupa el cargo de whip, jefe de Grupo Parlamentario. Dobbs recuerda: "Alguien básico para mantener la mayoría a favor del Gobierno. El primer ministro laborista James Callaghan, a finales de los setenta, sobrevivió gracias a diferencias de uno o dos votos en el Parlamento, la gente venía a votar en ambulancias, y tres diputados murieron a consecuencia de esas imprudencias. El whip es el que sabe pedir esos sacrificios cuando es necesario, y el que castiga a los rebeldes, destruyendo carreras políticas si es necesario". En el relato literario-televisivo es así como se explica en parte el gran peso que tienen Urquhart y Underwood, que conocen al dedillo la vida privada de muchos de sus colegas. Según Dobbs, "eso sucede así, esas cosas se utilizan como arma en la política, al igual que en el periodismo o en el matrimonio".
Sobre Thatcher dice algo que recordará al personaje interpretado por Kevin Spacey: “era a la vez dulce y cruel, seductora y despiadada”. Y dice no guardarle rencor: “me echó a los perros, pero tuvo el carácter necesario para hacer grandes cambios en el país y tuve una suerte enorme por vivir varios años a su lado". Y más paralelismos entre su relato y la realidad de hoy, ayer y siempre: "los grandes políticos no son personas cómodas". Lo dice uno de sus personajes y él lo remata con cita a líder histórico: "es lo mismo que le sucedía a Churchill, sobre el que he escrito varios libros, también era muy difícil estar a su lado: era impaciente, vulgar, un ególatra enorme, bebía... pero fue un magnífico político, el único hombre de su época capaz de haber hecho el trabajo que hizo".
Él sigue asistiendo al rodaje de la serie y niega que dé una imagen distorsionada de la realidad, por ejemplo sobre el periodismo: “trabajé de periodista y pude ver cómo colegas arriesgaban incluso su vida por contar una historia verdadera. Eso merece mucho respeto, esa pasión por narrar los hechos y las causas de lo que sucede. Mi heroína, además, es el personaje de Mattie Storin/Zoe Barnes, cuyo credo es contar la verdad. Estoy locamente enamorado de ella".
¿Y sobre las infidelidades tan presentes en su relato?: "La política ha destruido muchas familias. Es muy difícil compatibilizar ambas cosas, tristemente. Vives en Westminster de lunes a viernes, mientras tu mujer e hijos están en la casa de las afueras. Estás rodeado de alcohol, poder y tentaciones. Cuanto más poder tienes, más tentaciones debes resistir. El poder es un gran afrodisíaco. Los políticos son como las demás personas, con una diferencia: están sometidos a una presión extrema, y a muchas más tentaciones. El poder te vuelve más cruel, codicioso e incluso lujurioso, no por nada especial, solo porque te someten a un gran número de pruebas en un estado de estrés permanente".
¿Realidad o ficción? ¿Es 'House of cards' una recreación exagerada del Reverso Tenebroso de la Fuerza o un retrato poco simpático pero plausible de lo que se mueve en la escena política de aquí y de allá? ¿Puede un relato de los 90 aguantar el paso de los años y describir en algo mínimamente plausible la actualidad política de la segunda década de los 2000? Dobbs lo tiene claro: "la política no ha cambiado nada, no ya desde los años 80 o 90, sino desde Shakespeare. Todo está en su Julio César, seguimos haciendo esas mismas cosas". ¿Morirá (políticamente o más allá) Underwood como aquel líder de la Antigua Roma?
Alicia en el País de las Maravillas
Si habitualmente se ha tildado 'House of cards' de sombría y de versión cruda de lo más negativo de la política, el caso contrario ha pasado con 'The West Wing' ('El ala oeste de la Casa Blanca'). Se ha dicho tradicionalmente de esta serie que es un retrato demasiado idealizado y en exceso amable con un presidente y equipo de asesores que parecen superhéroes. Quizás sí que en muchos casos se salen con la suya y que el presidente Josiah 'Jed' Bartlet (Martin Sheen) sería la envidia de muchos, pero en los guiones de esta otra serie política de culto tampoco faltó en ningún momento el asesoramiento de spin doctors que lo habían sido en diferentes administraciones norteamericanas. Y, de hecho, una vez acabada la serie y ya con Barack Obama en el poder, no fueron pocos los paralelismos que se establecieron entre lo descrito por la serie y lo que la realidad proyectaba.
La competición entre Obama y el republicano John McCain, de hecho, parecía en muchos aspectos un calco de la historia que nos describía la serie en sus dos últimas temporadas, también con la fragua, el devenir y el desenlace de una competición en el marco de unas elecciones presidenciales norteamericanas. ¿Casualidad? ¿Lo fue por ejemplo que la serie marcara pautas de la nueva política que la sucedió en el mundo real (estadounidense)? No, en absoluto, y por el concurso de asesores experimentados, unos del pasado y otros que trabajaron para que esto fuera así.
Y es que Aaron Sorkin no solo se inspiró en la realidad a la hora de construir una serie que se emitiría en la NBC entre 1999 y 2006. Quiso aprovechar parte de su borrador para la película 'El presidente y miss Wade' (1995), pero rápidamente vio que la trastienda de la Casa Blanca podía dar mucho más de sí, mucho más que una película. Pero tenía claro que lo haría con una base de verdad importante. Para lo cual el famoso guionista contrató como asesora a Dee Dee Myers, secretaria de Prensa de Bill Clinton entre enero de 1993 y diciembre de 1994. Ella había sido la primera mujer en ese cargo y sería la inspiración de la secretaria de Prensa de la serie, Claudia Jean C.J. Cregg, interpretada por Allison Janney. Pero Myers no estaría sola para velar por la veracidad en el fondo de la historia de Sorkin. Y así fue como desde el principio también se contó con Lawrence O’Donnell Jr., que había sido jefe de Gabinete de los demócratas en el Senado entre 1992 y 1995. Se sumó al equipo como asesor, guionista y productor (y hasta hizo un cameo como padre del presidente Bartlet). Él, tras la salida de Sorkin, tendría un papel crucial en el rumbo de la serie al final de la cuarta temporada.
Pero Myers y O’Donnell no estaban solos. Patrick H. Caddell era también pieza clave para los guiones de la serie, él que había sido asesor de Jimmy Carter y responsable de sondeos de cinco campañas presidenciales. Quedaba bastante claro el nivel que se exigía a los que más mano tenían en los guiones de una serie que se quería lo más cercana a la realidad posible (en un momento dado, precisamente para poder incidir en ella). Y a este equipo de primera se sumaría en 2001 Eli Attie, que había sido jefe de speechwriters (escritores de discursos) del vicepresidente Al Gore entre 1997 y 2000.
El periodista Pedro Vallín ha escrito: “desde el estreno, el 22 de septiembre de 1999, la serie encandiló a crítica y público -con 26 premios Emmy y tres Globos de Oro, es la más laureada de la historia-. Concebida, tal vez, como una idealización del mandato de Clinton, las convulsas elecciones del 2000 -que ganó Gore pero hicieron presidente a George W. Bush- llevaron a la serie a una posición incómoda, en la que los norteamericanos tenían un presidente ficticio, Jed Bartlet, con un cerebro privilegiado -era premio Nobel de Economía-, principios firmes y un equipo de brillantes colaboradores, mientras que el presidente real era el indolente hijo de un padre rico, sin profesión conocida, sin formación reseñable, fundamentalista cristiano, exalcohólico y cuya capacidad intelectual fue objeto, desde el primer día, de las mofas de medio mundo. La colisión era tan estridente que las hostilidades no se hicieron esperar y eclosionaron en 2003, cuando la Casa Blanca reprochó oficialmente el activismo del actor Martin Sheen contra la invasión de Iraq porque, decían, abusaba de su papel de presidente. Tal era la preocupación que había en el Gobierno por la diferencia de talla entre quien gobernaba el país en la ficción y quien lo hacía de verdad. La Casa Blanca temía que el pueblo prefiriera a Bartlet, una preocupación, como se ha visto luego, perfectamente justificada”.
Y es que los guionistas-asesores tenían muy en cuenta el presente, el pasado y el futuro. Así, cuando el presidente Bartlet estaba a mitad de su segundo mandato y los demócratas debían buscar un nuevo candidato-protagonista, el verano de 2004 Eli Attie se acercó a la Convención Demócrata de Boston que nominó a John Kerry como candidato. Pero el de 'The West Wing' se fijó en Obama, y decidieron ficcionarlo como latino. Así fue como el actor Jimmy Smits pasó interpretar el papel de Matt Santos. Mucho link entre realidad y ficción. Y grandes cerebros políticos como Karl Rove o Henry Kissinger estaban entre sus millones de fieles espectadores.
Guionistas, asesores, protagonistas. En la serie, Joshua Lyman (Bradley Whitford), asesor clave en la Administración Bartlet, dejaba la Casa Blanca en la sexta temporada (2004-2005) para pasar a ser el jefe de Campaña de Santos. Tras el triunfo del latino, Josh sería nombrado su jefe de Gabinete. Una circunstancia especialmente divertida si tenemos en cuenta que su personaje había sido inspirado en parte en el director de Comunicación de Bill Clinton, George Stephanopoulos, y en Rahm Emanuel, también asesor de aquel presidente, que cuando Obama accedió a la Casa Blanca le ofreció precisamente el cargo de jefe de Gabinete.
¿Más paralelismos curiosos con asesores de por medio? La victoria de Santos también conllevó en la serie el regreso a la Casa Blanca del abogado Sam Seaborn (Rob Lowe), que había sido joven escritor de discursos de Bartlet. Un par de veces lo reclutó su colega y amigo Josh Lyman, que le había prometido que lo iría a buscar si hallaba a un político en el que realmente creyera. Una historia muy parecida a la que ha explicado en más de una ocasión quien fuera de muy joven el jefe de escritores de discursos de Barack Obama, John Favreau, que había dado su carrera política por acabada cuando John Kerry (para quien trabajó) perdió en 2004 contra George W. Bush. ¿Alicia en el País de las Maravillas? En el de los demócratas, en todo caso. Pero todo con importantes tintes de realidad y con asesores de carnes y hueso al cargo de ello.
Es un escándalo
Y si en 'The West Wing' y en 'House of cards' el principal protagonista es un presidente, aunque con generosa presencia y papel de sus asesores, es en la también exitosa 'Scandal' (en España se emite en 'Divinity') donde los spin doctors cobran un rol central, especialmente gracias a Olivia Pope, interpretada por la actriz Kerry Washington. Y de escándalos y de crisis va la cosa, como la vida política misma. Porque de hecho, esta spin de ficción está inspirada en Judy Smith, asesora del caso Lewinsky y coproductora ejecutiva de la serie.
Nacida y criada en Washington D.C., Smith trabajó en varias ramas de la Administración norteamericana hasta que llegó a ocupar el puesto de subdirectora de Prensa durante la presidencia de George Bush padre. Su trabajo fue clave para encarrilar la crisis de Irán-Contra y para gestionar la nominación del juez Clarence Thomas, acusado de acoso sexual, al Supremo. Y una vez dio por finalizada esta etapa en la administración pública, se volcó en el sector privado y fundó 'Smith & Co', empresa de “solucionadores de crisis”.
Ha hecho tradicionalmente de la discreción una virtud, consciente como lo ha sido durante años de que parte de su éxito y eficacia pasa por asumir un segundo plano desde donde ser útil a sus clientes. Pero, inevitablemente por la dimensión del escándalo, su figura se hizo más reconocible durante el caso Lewinsky, cuando Smith orientaba a la exbecaria de la Casa Blanca (y presunta amante de Bill Clinton) en medio de la inmensa expectación mediática que la joven despertó en su momento. Y a partir de entonces, Smith que ahí ha estado, al lado de personajes importantes (no solo de la esfera política) implicados en escándalos de grandes dimensiones. Como cuando se descubrió que el senador republicano Larry Craig buscaba sexo con otros hombres en los lavabos de un aeropuerto. O incluso como cuando unos hackers norcoreanos airearon información sensible de Sony en venganza por el estreno de la película 'The Interview'. Recurrieron a Smith, como tantos otros que se lo puedan permitir.
Y Shonda Rhimes, la poderosa productora televisiva detrás de éxitos como 'Anatomía de Grey', se prendó de Smith y su historia. Así surgió 'Scandal', donde Kerry Washington interpreta a Olivia Pope, el alter ego en la ficción de una Judy Smith que ha aclarado en declaraciones a la periodista Begoña Gómez Urzaiz: “bueno, yo no voy por ahí trasladando cadáveres ni mantuve relaciones con el presidente de Estados Unidos”.
La especialista en gestión de crisis ejerce también como productora ejecutiva de 'Scandal' y aconseja a los guionistas a la hora de concebir las crisis a las que se enfrentan los “gladiadores con traje”, que es como Olivia Pope llama a sus asociados. Smith se refiere a los suyos como “superhéroes de la Liga de la Justicia”. Mantiene una muy buena relación con Kerry Washington, que suele llamarla “al menos una vez por capítulo” para consultarle cómo afrontaría ella diferentes situaciones y ha calcado de ella varios detalles clave, como la tendencia a vestir de blanco y de firmas de lujo. “Es mi color preferido, pero yo no consigo estar tan impecable a todas horas como Olivia Pope ¡Nadie puede!”, ha asegurado divertida Smith.
Y por cierto, que como habitualmente pasa que mucha gente no acaba de diferenciar entre realidad y ficción (y lo elaborado y realista de los guiones a menudo ayuda a ello), antes de que se empezase a emitir la serie, Judy Smith llamó a su exjefe, George Bush padre, para advertirle. Bush bromeó con que le tentaba confirmar el affaire entre presidente y asesora. “Sería bueno para mi reputación”, le dijo. Ella, con un ojo siempre en la serie, mientras tanto sigue asesorando a celebrities varias, así como a políticos republicanos o demócratas en apuros. La crisis, el escándalo, es el protagonista de su vida profesional, como en la serie misma.
Y he citado solo tres casos de entre los míticos de series políticas. ¿Cuánto más asesor real y de guión no creen que puede haber en productos de éxito como 'Borgen', 'The Good Wife', 'Boss' o 'The Thick of it'? Asesores en serie. Claves en el enlace entre realidad y ficción.