Este texto es un fragmento de

Sintiendo en Aguas Frías

Diana Santana Martín

Antes de llegar a Aguas Frías

Aguas Frías será mi manera personal de llamar a la comunidad nativa de la amazonía peruana donde viviré durante los próximos seis meses.

Ya iré desvelando más acerca de las funciones que se me han encomendado durante mi estancia en la comunidad. A rasgos generales y según lo que me han contado, tendré que desarrollar una serie de intervenciones educativas encaminadas a desarrollar hábitos alimenticios saludables, la higiene y el cuidado bucodental, la educación ambiental y los valores (ya veremos cuáles). Son tantas las demandas y las exigencias externas para tratarse de una estancia de seis meses que por ello he decidido no tomar ninguna decisión hasta quellegue a la comunidad, me adapte y comience a convivir con sus habitantes. Antes de nada necesito sentirme en Aguas Frías para poder situarme, identificarme e intervenir.

Mi campamento base en un primer momento se encontrará en Pueblo Grande. En contra de mi deseo no podré vivir los seis meses seguidos en Aguas Frías, ya que por motivos burocráticos relacionados con el tipo de convenio, debo cursar tres asignaturas en su universidad. Esto me preocupa porque no podré dedicarme a tiempo completo a lo que para mí es mi primer interés, la comunidad. Las cosas han venido así y ya que estoy aquí no me queda más remedio que resignarme y llevarlo lo mejor posible. No obstante, me dedicaré a Aguas Frías todo lo que pueda.

Antes de llegar a la aldea me gustaría reflexionar un poco sobre los motivos que me han traído hasta aquí. ¿Por qué decidí aceptar esta experiencia? ¿Qué me ha llevado a aceptar este reto personal? Creo que ni yo misma podría responderme. A lo mejor porque algo dentro de mí me llama, porque necesito desarrollar mi propia filosofía de vida y sentirme segura de ella o porque puede que mis propias inquietudes necesiten encontrar respuestas aquí.

Llegar a convertirme en maestra para mí es demasiado importante como para pasar por alto otros tipos de educación que puedan resultar más interesantes ¿Cómo sabré si el tipo de educación que imparta a mis estudiantes en el futuro será el adecuado, si no conozco otros valores que los que se rigen únicamente por patrones que responden a un modelo materialista, individualista y neoliberal?¿Cómo lo sabré si no conozco otras culturas, otros modelos educativos, otras formas de viviry otras mentalidades?

Necesitaba salir del encuadre sociocultural donde estaba inmersa para poder observar mi realidad desde fuera, desde otra perspectiva que en el futuro me pueda ayudar a decidir, defender y justificar qué estilo de vida quiero enseñar y cual no. A través de nuestro trabajo, los maestros colaboramos en la construcción de la sociedad futura. Por eso tengo que tener claro qué valores decidiré desarrollar, qué actitudes y qué emociones. Tendré en mis manos una gran responsabilidad que no quiero tomarme a la ligera.

Creo que el verdadero aprendizaje se encuentra precisamente en este tipo de experiencias de vida que no se encuentran en ningún manual y que son, paradójicamente,las que nos permiten definirnos como personas. Me preocupa saber que acabaré la carrera de magisterio sin más, con la cabeza llena de conocimientos teóricos pero sin pasar por una formación práctica tan enriquecedora como se presenta esta. Una formación que nome la pueden ofrecer catedráticos ni doctores sino las personas de a pie, que pertenecen a la vida cotidiana, donde tanta sabiduría se desperdicia. Siento que debía por lo menos intentarlo, arriesgarme y probar. Y aquí estoy.

Los primeros días de estar aquí, en Pueblo Grande, conocí a un chico de unos veinte años de edad. Las personas de aquí, aunque se trate de jóvenes, hablan como sabios. Este chico me dijo en una conversación: “Para ser un soñador hay que conocer muy bien la realidad”. Esta frase me hizo pensar mucho, ¿cómo voy a saber si estoy soñando si antes no sé si estoy en la realidad porque no la conozco?, ¿cuándo sabré si estoy soñando si no conozco antes lo que es real? En cierta manera, el mensaje de esta frase es lo que creo que me hizo llegar hasta aquí. Si no conozco la realidad, sino solo una parte muy pequeña y limitada de ella, estaré limitando los aprendizajes de mis futuros estudiantes. Por eso el verdadero soñador nunca llega a ser soñador porque se pasa toda la vida estudiando, formándose, indagando y explorando la realidad para conocerla, y así poder saber con certeza qué está soñando y cuándo lo está haciendo. Si esto no se consigue es imposible diferenciar el sueño de la vigilia.

No obstante, la realidad es que la propia realidad es tan amplia y compleja que nunca se conoce en su totalidad. En mi caso, soy de las que piensa que por lo menos podemos intentar conocerla y no quedarnos de brazos cruzados. En este sentido, un maestro debe querer ser un soñador, una persona en continuo afán por conocer las caras de la realidad para poder nutrirse del conocimiento que se encuentra en cada una de ellas, y así, nutrir a sus estudiantes.

De esta manera el maestro se convierte, a mi manera de ver, en un pequeño sabio, en un curioso de la vida, en definitiva, ¡en un niño! Esa inquietud y ansiedad por conocer su entorno y aprender a relacionarse en él es lo que no se debería perder. Para muchos, la realidad corresponde únicamente al entorno más próximo: es local. Yo quizás le doy a la realidad una dimensión más global. ¿Qué nos pasa cuando crecemos y nos hacemos mayores? Perdemos la curiosidad y sin ella ¿cómo podemos desarrollar en los niños y niñas la suya propia?, ¿qué ejemplo queremos dar, qué modelo queremos seguir? Nuestro compromiso debería ser el de mantener vivo el deseo de saber y conocer.

Un maestra como yo que no se considere soñadora, que nunca haya podido analizar su sociedad (que es su realidad) ni conocer otras, o que no haya podido analizarse a sí misma porque no haya desarrollado la capacidad crítica, tenderá a seguir la corriente y a dejarse llevar por la doctrina cultural. En el marco de nuestra sociedad, por ejemplo,enseñará quizás a sus estudiantes a valorar excesivamente el dinero y a ponerle precio a todo, aunque lo haga inconscientemente. De esta manera, enseñará a anteponer el dinero frente a los valores humanos sin ni siquiera plantearse sus consecuencias futuras para el desarrollo sostenible y global.

En definitiva, creo que mantener el espíritu de búsqueda continua es necesario porque nada es definitivo e inamovible. La realidad es dinámica, por lo que está continuamente sujeta a cambios. Con lo cual, los estudiantes tendrán que aprender a situarseante esta vida con toda su complejidad, e inevitablemente nos va a necesitar en ese proceso. Por tanto, tenemos que conocerla bien y si no,por lo menosasumir una actitud modesta hacia ella que nos permita aprender junto con nuestro alumnado.




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