Me tumbo junto a ella y le acaricio el pelo. Cuando era pequeña, cada noche antes de dormirme se metía en mi cama para contarme un cuento y después nos quedábamos un rato las dos, tumbadas, mientras me acariciaba la cara y el pelo, nos contábamos secretos, me llenaba de besos y me decía cuánto me quería y que era lo más bonito que tenía… Era mi momento preferido del día, solas las dos... Hoy es ella quien recibe mis caricias…
- Luna mi vida, ¿eres tú?
- Mamá…- se me corta la voz y las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas. Está aquí, conmigo…
- ¿Qué te pasa cariño?, no llores- me dice mientras acaricia mi rostro retirando mis lágrimas- ¿Te ha pasado algo en el cole?, ¿o con Valeria? Cuéntame- Al menos me reconoce; no está mal... Por un momento pensé que íbamos a tener una conversación real, en la actualidad y no en algún lugar perdido de su memoria.
- No es nada mamá…
- Es por un chico, ¿verdad? Pues hazte la dura. Si te quiere de verdad sabrá esperar.
- Gracias mamá, te haré caso- un chico sí, mi marido ni más ni menos, una vez más has acertado mamá…
- ¿Sabes qué Koro?, mi papá dice que a tu abuelo lo fusilaron por rojo.
Los primeros rayos de sol colándose por las rendijas de la persiana me despiertan. Hacía tiempo que no dormía tan a gusto; toda la noche de un tirón y mi madre también. Se ve que nos relajamos mutuamente. Enciendo el móvil para mirar la hora; todavía son las 7:30. Le doy un beso en la frente, cojo mis cosas y salgo de la habitación sin hacer ruido.
Me encuentro con mi padre en la cocina, que ya está con un café en la mano.
- Buenos días, papá, ¿te has ido a la cama o estás ahí desde anoche? - le saco una sonrisa y me da un beso en la mejilla.
- ¿Qué tal habéis dormido? Tienes cara de haber descansado.
- Sí, la verdad es que hemos conseguido dormir unas cuantas horas seguidas y eso se nota- me sirvo café en una taza y me siento a su lado.
- ¿No quieres que te prepare nada para desayunar? -y antes de que termine la frase ya está levantándose de su silla dispuesto a cocinar algo para mí. Le cojo del brazo para detenerlo.
- Papá, siéntate tranquilo, que con el café tengo más que suficiente…
- Luna cariño, ¿en qué piensas? – sin darme cuenta llevaba un rato agitando mi café, mirando fijamente los círculos que se dibujan en la superficie, en silencio y con la mente en otro lugar…
- ¿Tú sabes quién puede ser Koro? Ayer mamá se dirigió a mí por ese nombre y no es la primera vez que lo hace.
- Vete a saber hija…, quizá sea alguien de su pasado o simplemente un personaje de una película que vio hace años… No lo podemos saber y ella no nos lo puede explicar, así que será mejor que no le des demasiadas vueltas…
- No sé papá, no estoy tan segura de que sea alguien que no conoce. Me dijo también algo sobre el abuelo, pero no es una frase que tenga mucho sentido en boca de él, sabiendo cómo es y cómo piensa…
- Pues no se Luna…, quizá esa tal Koro sea alguna amiga de su infancia y ahora le viene a la mente. No te puedo ayudar demasiado porque no conozco a sus amigas del colegio, pero lo que sí sé es que entre nuestras amistades no hay ninguna Koro- puedo percibir la incomodidad de mi padre al hablar de este tema. Será mejor que me vaya…
- Bueno papá, voy a subir a casa a prepararme para ir a la clínica, gracias por el café- le doy un beso y se despide de mí serio, con el semblante preocupado… No sé por qué me da que Koro no es una desconocida para mi padre…