¿Hay relación entre la música y la política?
La política y la música se pueden considerar como fenómenos universales, hechos sociales presentes allá donde hay seres humanos. Partiendo del estudio de George Steiner “No hay un solo ser humano en este planeta que no tenga relación u otra con la música, la música, en forma de canto o ejecución instrumental parece ser verdaderamente Universal. Es el lenguaje fundamental para comunicar sentimientos y significados. La mayor parte de la humanidad no lee libros, pero canta y danza”.
Del mismo modo que la música ha acompañado al ser humano desde sus orígenes, la política ha sido la otra constante en el desarrollo de las sociedades humanas, desde las antiguas organizaciones tribales hasta la formación de los estados modernos. “El estado es una forma de dominación que ha perdurado hasta nuestros días, pero anteriormente han existido muchas otras maneras de dirimir los conflictos, pacíficamente que es lo propio de la política”5. Kenneally al igual que Steiner establece: “que la música, es una de las relativamente escasas capacidades universales de la especie”. Continúa diciendo que “sin aprendizaje formal, cualquier individuo de cualquier cultura, tiene la capacidad de reconocer música y, de una u otra forma también de producirla”.
Partimos de la idea de que la música subsiste como una necesidad social, de libertad expresiva y comunicativa; una forma de desbaratar y recomponer continuamente las formas de producir sentido y construir comunidad. Desde los Cantos Gregorianos al Jazz, desde el Gospel al Punk, desde la Opera al Techno, la música está en el fundamento de la experiencia cultural y social. Pete Townshend, guitarrista de The Who, hablando sobre la música pop comenta “La música pop ha sido diseñada para lidiar las cuestiones espirituales de la juventud. Cuando la gente dice que la música pop es solo para cantar y bailar, yo le respondo: ¿Y que podría ser más espiritual que eso? ¿Qué podría ser más liberador y verdadero para la redención del espíritu?
Uno de los factores con mayor importancia radica en la firmeza comunicativa de la misma. A diferencia del lenguaje de las palabras, el lenguaje musical posee una visión más amplia, ya que posee la cualidad de traspasar los límites del tiempo y del espacio. Se desliga del tiempo desde el punto de vista cronológico y es capaz de crear otro mundo desde el punto de vista virtual. El lenguaje verbal, como desarrolla Méndez Rubio, “potencia las capacidades de simbolización que la música también elabora y conduce hasta límites siempre nuevos".
El lenguaje musical tendría la capacidad de construir imaginarios simbólicos de manera más ambigua que el lenguaje verbal, y, por tanto, abre la posibilidad de la subversión y de la resistencia ante las formas institucionalizadas de la “cultura legitima”, hegemónicas; en cierto sentido, con mayor eficacia que el lenguaje de las palabras.
La condición musical y la función poética son manifestaciones de una “libertad” que vuelve insegura toda forma de poder o autoridad social, al menos, siguiendo la interpretación de Norbert Elias: “Hasta que W. A. Mozart, logra transgredir por sí mismo como persona, pero también en su creación, los límites de la estructura de poder de su sociedad”9.Se produce un antes y un después del “artista libre”. Aunque también es verdad que no toda música conlleva una carga subversiva de manera necesaria, sí que desde la figura del “artista libre,” podemos entender el carácter contestatario de ciertos géneros musicales, especialmente a partir de la Modernidad.
Pretendo hacer ver, que las interconexiones entre la música y la política existen, aunque esta relación no siempre nos agrade, incluso puede que llegue a ser reaccionaria. Un ejemplo sería la Italia Fascista (1922-1943) y “el interés en la tradición de la ópera, con énfasis en el llamado retorno de Verdi”.
La cultura se ofrece como un espacio y a la vez como un motor para la “libertad”. La música solo puede ser comprendida, dentro de su contexto social, como una interacción de los individuos que le otorgan unos valores y una función determinada. “La música es una síntesis de los procesos cognitivos propios de la cultura y resultado de la integración social”11. Un individuo nacido en un determinado escenario característico de instituciones y relaciones, nace a la vez en una configuración particular de significados que le brindan acceso y lo inscriben dentro de una cultura. Estas estructuras modelan la existencia colectiva de los grupos. Es decir, las personas son desarrolladas y se desarrollan a sí mismo a través de la sociedad, la cultura y la historia. Como establece Karl Marx, “Los hombres hacen su propia historia, pero no lo hacen justo como les place: no lo hacen bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias que les son directamente dadas y trasmitidas desde el pasado.”
Los grupos que se desarrollan dentro de una misma sociedad y comparten alguno de los mismos materiales y condiciones históricas, sin duda, también se entienden entre ellos, y hasta cierto punto, comparten la cultura de los otros.
Pero en tanto, existen asimetrías de poder, tanto en términos productivos, de riqueza y de poder, las diferentes culturas no constituyen entes unitarios o unidades completas, estableciéndose grupos y clases sociales, en relaciones de subordinación y dominación y en todo el espacio social. Un ejemplo sería el Blues y el Swing, ambos desarrollados generalmente en el mismo contexto histórico (ambos en EEUU y en 1930). El Blues se encontraría como cultura subordinada en torno al Swing que sería la cultura hegemónica.
Volviendo a la idea expresada anteriormente,” La cultura dominante se representa a sí misma como la cultura”13.Su visión del mundo, a menos que sea desafiada, permanecerá como la cultura más universal. Otras “culturas” no solo estarán subordinadas, sino que entrarán en lucha buscando resistir o incluso derrocar a la “cultura legítima”, o, como establece Thompson, “podrán durante largos periodos, coexistir con ella, negociar los espacios, agrietarla desde adentro”. (Un ejemplo claro que veremos posteriormente será la visión del Blues como forma de resistencia o como forma de acomodación).
Como establecemos en la parte correspondiente del trabajo, las interconexiones entre los movimientos sociales gestados en la década de los 60´s y el rock, no se podrían entender sin una juventud que se entendió a sí misma como “La Vanguardia” del cambio social. La “contracultura” Estadounidense estará basada principalmente en el Movimiento Hippie, como desarrollaremos más adelante.
Las contraculturas de clase media encabezaban un disenso respecto de la cultura dominante de sus padres. Su desafección era, en gran medida, ideológica y cultural, dirigiendo sus ataques fundamentalmente contra aquellas instituciones que reproducían las prácticas y relaciones sociales dominantes tales como la familia o la educación... Como establece Mitchel “las mujeres, los hippies, los grupos juveniles… todos cuestionaban las instituciones que los han formado y tratan de erigir sus anversos “15.Ciertamente, estos grupos, al menos los que he tratado (Punks o Hippie), apuntaban a una inversión sistemática, a voltear de forma simbólica toda la ética burguesa. Como afirma Marcuse “Sus aspiraciones libertarias surgen como negación de la cultura tradicional: una de sublimación metodológica.
Sobre todo, debemos destacar, en el movimiento contracultural norteamericano, la importancia de los entornos universitarios. Como establece Gramsci “cuanto más extensa sea el área cubierta por la educación y más numerosos los niveles verticales de escolaridad, más complejo es el mundo cultural”17. En los años 50 y 60, la juventud vino a simbolizar el punto más avanzado del cambio social: el término “juventud” era empleado como metáfora de cambio social.