Este texto es un fragmento de

Remontada

DETACÓN

Que alguien a quien no le gusta el fútbol acabe formando parte de un proyecto sobre fútbol tiene mucho de paradójico y poco de habitual.

Y si no te gusta el fútbol ¿cómo es que te dedicas a esto? 

A veces creo que la mejor respuesta es que fue casi sin querer.

Hasta finales de 2012, mi relación con el fútbol se limitaba a la anécdota que, presumo, comparto con buena parte de la población mundial, y es que en el momento en que iba a nacer se estaba jugando un partido de fútbol: el Atlético de Madrid - Athletic de Bilbao. Debutaba Andoni Zubizarreta, el icono de la portería de la selección hasta que llegara Iker. El Bilbao perdió 2-0 contra los rojiblancos.

Esto lo he sabido luego, claro.

Más allá del recuerdo radiofónico de esos goles cantados hasta la asfixia del locutor, nada. No hablemos de jugar. Ni un partido. Ni en serio ni en broma. Nunca me ha gustado correr, requisito imprescindible, y siempre he sido bastante torpe con los pies.

Tampoco he sido aficionada. Ni del Madrid, ni del Barça. Nunca pisé un estadio. Nunca le había dado una patada a un balón. Nunca me calcé las botas ni puse una camiseta.

Todo fue así hasta 2012, con el Real Madrid de fondo, perdiendo un partido de Champions contra el Borussia de Dortmund, en un hostal recién llegada a Berlín. Ahí empecé a hablar de fútbol, femenino.

Me mudé a Berlín en octubre de 2012. Llegué el mismo día que en que España se clasificaba para la Eurocopa tras pasar 16 años fuera de una competición internacional. De aquella era incapaz de imaginar el significado que adquiriría esta ciudad para DETACÓN.




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