«El Dr. Francisco Martos, Director Médico del Hospital Costa del Sol personalmente me ha llamado. Me ha parecido fantástico el detalle. Ayer recibió mi segundo escrito. Me ha pedido disculpas por no haber contestado al primero, ya que él no interpretó que debiera hacerlo. Me ha dado las gracias por las felicitaciones y reconocimiento del personal del Hospital de Día. Me ha pedido unos días para contestarme y hacerlo por escrito.
Me ha trasladado su preocupación por mejorar y me ha agradecido mis sugerencias para ello.
Me ha transmitido cercanía, sinceridad, claridad, sencillez. Verdad. Me alegra saber que hay personas que con una llamada telefónica pueden hacer llegar calma, calidez, humanidad, e imagino que más valores que no se descubren ni por teléfono, ni en una sola conversación. Estos detalles hacen aumentar la fe. Hay personas que ocupan cargos directivos y también creen que de verdad hay necesidad de mejora, y que incluso están dispuestas a ponerla en marcha. Aunque no sea fácil».
——
Lo que todos los pacientes de cáncer deseamos cuando comenzamos un tratamiento de quimioterapia es terminar pronto para volver a la "normalidad".
Lo que definiríamos como "normalidad", sería volver a hacer las mismas cosas que hacíamos antes. Llevar el mismo ritmo de vida, trabajo, familia, amigos, salidas, ropa, etc.
Y, lo que no sabemos antes de comenzar, es que nada va a ser lo mismo...No va a ser ni mejor ni peor, simplemente que no será igual.
No sólo porque nuestras uñas tardarán casi un año en volver a recuperar su dureza, la piel hay que cuidarla más porque sufre con la quimio, recuperar el pelo, su densidad y espesor, etc. De la misma manera, nuestro modo de entender la vida también se verá modificada.
Un día, de pronto, el cáncer le echa el freno a nuestra vida. Y desde ese mismo día, nuestro interior se ve alterado. El concepto de prisa, de estrés, de urgencia, de importancia, de amor, el concepto de nunca, siempre, tal vez, alegría, miedo, cariño, sinceridad... cambia de manera significativa. Ya no es como antes.
Pero un día ocurre. También, de repente, sucede. Llega el informe del medico donde dice: "libre de enfermedad". Ese es el ultimo paso que se da para alcanzar la "normalidad". Esa normalidad consiste en espaciar las visitas al hospital, al oncólogo, a las analíticas y a las pruebas radiológicas; esa normalidad que creemos que será volver a ser la que fuimos antes de nuestro diagnostico. Y eso no ocurrirá porque no seremos las mismas personas, nuestras vivencias de esos meses, nos cambiarán y transformarán, para hacer de nosotros los hombres y mujeres que resurgirán de la quimio y el trayecto atravesado por el cáncer. Ni mejores ni peores, pero ese paréntesis que hemos realizado en nuestras vidas, cuando lo cerremos, con el informe del médico en nuestras manos, no nos va a devolver al día anterior al que se movió la tierra bajo nuestros pies. Esos papeles escritos en el ordenador y firmados por nuestro oncólogo, nos dan la libertad de poder decir: yo he superado un cáncer. Y a partir de ahí seguir reconstruyéndome como persona y seguir viviendo esta vida tan maravillosa que me ha mostrado el cáncer.
Y todos aquellos pacientes que somos enfermos crónicos, ya que nuestro cáncer no nos da otra posibilidad, aprendemos a vivir con cáncer. Y, cuando llega una nueva etapa de nuestro diagnóstico donde hay que parar esa normalidad que adquirimos en nuestro continuo tratamiento, es para pararnos para atarnos los cordones de los zapatos, y seguir caminando.
¡¡Sin duda alguna!!
Me ha trasladado su preocupación por mejorar y me ha agradecido mis sugerencias para ello.
Me ha transmitido cercanía, sinceridad, claridad, sencillez. Verdad. Me alegra saber que hay personas que con una llamada telefónica pueden hacer llegar calma, calidez, humanidad, e imagino que más valores que no se descubren ni por teléfono, ni en una sola conversación. Estos detalles hacen aumentar la fe. Hay personas que ocupan cargos directivos y también creen que de verdad hay necesidad de mejora, y que incluso están dispuestas a ponerla en marcha. Aunque no sea fácil».
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Lo que todos los pacientes de cáncer deseamos cuando comenzamos un tratamiento de quimioterapia es terminar pronto para volver a la "normalidad".
Lo que definiríamos como "normalidad", sería volver a hacer las mismas cosas que hacíamos antes. Llevar el mismo ritmo de vida, trabajo, familia, amigos, salidas, ropa, etc.
Y, lo que no sabemos antes de comenzar, es que nada va a ser lo mismo...No va a ser ni mejor ni peor, simplemente que no será igual.
No sólo porque nuestras uñas tardarán casi un año en volver a recuperar su dureza, la piel hay que cuidarla más porque sufre con la quimio, recuperar el pelo, su densidad y espesor, etc. De la misma manera, nuestro modo de entender la vida también se verá modificada.
Un día, de pronto, el cáncer le echa el freno a nuestra vida. Y desde ese mismo día, nuestro interior se ve alterado. El concepto de prisa, de estrés, de urgencia, de importancia, de amor, el concepto de nunca, siempre, tal vez, alegría, miedo, cariño, sinceridad... cambia de manera significativa. Ya no es como antes.
Pero un día ocurre. También, de repente, sucede. Llega el informe del medico donde dice: "libre de enfermedad". Ese es el ultimo paso que se da para alcanzar la "normalidad". Esa normalidad consiste en espaciar las visitas al hospital, al oncólogo, a las analíticas y a las pruebas radiológicas; esa normalidad que creemos que será volver a ser la que fuimos antes de nuestro diagnostico. Y eso no ocurrirá porque no seremos las mismas personas, nuestras vivencias de esos meses, nos cambiarán y transformarán, para hacer de nosotros los hombres y mujeres que resurgirán de la quimio y el trayecto atravesado por el cáncer. Ni mejores ni peores, pero ese paréntesis que hemos realizado en nuestras vidas, cuando lo cerremos, con el informe del médico en nuestras manos, no nos va a devolver al día anterior al que se movió la tierra bajo nuestros pies. Esos papeles escritos en el ordenador y firmados por nuestro oncólogo, nos dan la libertad de poder decir: yo he superado un cáncer. Y a partir de ahí seguir reconstruyéndome como persona y seguir viviendo esta vida tan maravillosa que me ha mostrado el cáncer.
Y todos aquellos pacientes que somos enfermos crónicos, ya que nuestro cáncer no nos da otra posibilidad, aprendemos a vivir con cáncer. Y, cuando llega una nueva etapa de nuestro diagnóstico donde hay que parar esa normalidad que adquirimos en nuestro continuo tratamiento, es para pararnos para atarnos los cordones de los zapatos, y seguir caminando.
¡¡Sin duda alguna!!