Estoy al final de mi vida laboral, ya larga porque empecé a trabajar muy joven, antes de terminar la carrera de Derecho. Entré a trabajar en el ICONA, de auxiliar, con diecinueve años.¡Entonces todavía se movía por allí Félix Rodríguez de la Fuente! Allí aprendí a amar los bosques y también en mis veranos de Cercedilla. Cuando terminé los estudios, hice oposiciones a la Administración de Técnico en el propio ICONA y abandoné Madrid. Desde entonces he vivido al lado del Mediterráneo, Castellón, Orihuela, Murcia, Valencia, pero el agua salada no ha conseguido alterar mis preferencias por el monte. Sin embargo, mi marido y mis hijos son de mar, y una contra cinco es un difícil saldo en contra. Vivo en Valencia y paso mis veranos en la costa de Orihuela (Alicante). Apenas bajo a la playa.
Empecé a escribir muy joven cosas sueltas, ideas, sensaciones, pero nunca con continuidad, hasta que hace diez años los reyes magos me regalaron un pequeño ordenador que se convirtió en parte importante de mi vida. Empecé a escribir. Primero historias cortas y luego narrativa más larga.  He editado en una pequeña editorial de Castellón (Saralejandría), dos novelas: Olvida las Violetas y Marcos Rosario.Tengo otros títulos escritos esperando a que les de una oportunidad, pero sin prisa. Este cuento lo escribí cuando nació mi nieta India, de momento la única que tengo. Ahora tiene cuatro años y quiero que sepa más sobre la bendición que son los montes y como es de fácil disfrutar de la naturaleza, si la proteges.