Supongo que esta es la parte en la que me vendo a mí y demuestro, de alguna forma, por qué merece la pena embarcarse en un proyecto editorial conmigo y por qué esta y no otra idea. Aquí tendría que contar qué soy, quién soy y qué quiero. Hace tiempo que, con mucha ayuda de Remedios Zafra, dejé de estar cómoda confundiendo el "a qué dedico ocho horas de mi día para sobrevivir" con el "qué soy". Así que diré lo que he hecho y lo que me ha pasado, que suele ser más fiable y útil.
Engroso la lista de aquellas a las que les gustaba escribir y leer de pequeñas y, llegadas a los diecisiete años, dijeron: venga, pues periodismo. Al final, tuve la oportunidad de trabajar casi dos años de ello. Estuvo bien, escribí en casi todos los medios de los que yo era lectora y en los que imaginaba mi nombre escrito algún día, aprendí mucho y, por un momento, llegué a pensar que de aquello se podía vivir y que era para lo que había nacido. Bueno, gracias de nuevo, Remedios, por contarme lo que es el entusiasmo en el contexto laboral creativo. Un día, a las dos de la madrugada, saliendo del bar en el que curraba explotada, escribí un hilo desesperanzador y bastante cursi en Twitter y a la mañana siguiente me desperté con 11.500 seguidoras. Un editor de Planeta me contactó para que le enviara una novela y dos años más tarde he aprendido otra cosica nueva: la industria editorial también es desesperante.
Ahora sigo trabajando de camarera, pero en un sitio en el que respetan mis derechos laborales. Sigo siendo pobre pero odio un poco menos. Estudio una formación de 9 meses de Edición profesional con la idea de editar libros en un futuro próximo y que muchas mujeres que alguna vez se han dicho "qué voy a escribir yo, si no soy nadie" puedan ver sus historias en una estantería en papel. Y también estudio euskera, por respeto y por deseo, para vivir en Euskal Herria de otra forma.
Me encantaría decir que me ilusiona muchísimo todo lo que escribo, y si estoy haciendo este formulario es porque algo confío en ello, en mí. Pero la verdad es que, a veces, el síndrome de la impostora me inunda entera. Tengo siempre mil proyectos de libros y cada dos meses quiero enviarlos todos a la papelera de reciclaje de mi ordenador, por miedo. Lo mismo que hago con este formulario de Libros.com. Supongo que hacer una propuesta editorial "en serio" es, además de esbozar una historia que puede ser interesante poner negro sobre blanco, una cuenta atrás hacia el momento en el que sienta que, de verdad, escribo.
Engroso la lista de aquellas a las que les gustaba escribir y leer de pequeñas y, llegadas a los diecisiete años, dijeron: venga, pues periodismo. Al final, tuve la oportunidad de trabajar casi dos años de ello. Estuvo bien, escribí en casi todos los medios de los que yo era lectora y en los que imaginaba mi nombre escrito algún día, aprendí mucho y, por un momento, llegué a pensar que de aquello se podía vivir y que era para lo que había nacido. Bueno, gracias de nuevo, Remedios, por contarme lo que es el entusiasmo en el contexto laboral creativo. Un día, a las dos de la madrugada, saliendo del bar en el que curraba explotada, escribí un hilo desesperanzador y bastante cursi en Twitter y a la mañana siguiente me desperté con 11.500 seguidoras. Un editor de Planeta me contactó para que le enviara una novela y dos años más tarde he aprendido otra cosica nueva: la industria editorial también es desesperante.
Ahora sigo trabajando de camarera, pero en un sitio en el que respetan mis derechos laborales. Sigo siendo pobre pero odio un poco menos. Estudio una formación de 9 meses de Edición profesional con la idea de editar libros en un futuro próximo y que muchas mujeres que alguna vez se han dicho "qué voy a escribir yo, si no soy nadie" puedan ver sus historias en una estantería en papel. Y también estudio euskera, por respeto y por deseo, para vivir en Euskal Herria de otra forma.
Me encantaría decir que me ilusiona muchísimo todo lo que escribo, y si estoy haciendo este formulario es porque algo confío en ello, en mí. Pero la verdad es que, a veces, el síndrome de la impostora me inunda entera. Tengo siempre mil proyectos de libros y cada dos meses quiero enviarlos todos a la papelera de reciclaje de mi ordenador, por miedo. Lo mismo que hago con este formulario de Libros.com. Supongo que hacer una propuesta editorial "en serio" es, además de esbozar una historia que puede ser interesante poner negro sobre blanco, una cuenta atrás hacia el momento en el que sienta que, de verdad, escribo.