Me llamo Daniel Jiménez de Ventrosa, nací en un pueblo de Álava hace 35 años y provengo de una familia modesta de agricultores y viticultores. Mi infancia estuvo marcada por la temprana separación de mis padres cuando yo tenía cuatro años y por un grave accidente de tráfico que sufrí a los cinco años. Fui atropellado por un camión y estuve cerca de perder la vida. Pasé los siguientes años de hospital en hospital afanándome en la lectura como único entretenimiento. En todos esos años no recibí una sola visita de mi padre.
Con el paso de los años mi salud mejoró y pude llevar una vida casi normal que me permitió salir del pueblo y cursar estudios superiores, dando paso a tiempos mejores. Durante mi vida adulta me he dedicado mayoritariamente al mundo audiovisual, afincado en Barcelona y trabajando en publicidad, cine y televisión. Durante todo este tiempo, desde mi adolescencia, siempre he tonteado con la idea de escribir un libro. Este pensamiento se volvió recurrente conforme el trabajo con guiones y material narrativo se convertía en algo cotidiano para mí.
Finalmente, decidí darle una oportunidad y comenzar a escribir un libro en el que verter todas aquellas experiencias acumuladas que constituían mi vida, basándome en esa vieja idea de que es mejor hablar de lo que uno conoce para que encierre algo de verdad. Tras un tiempo intentándolo no lograba dar con la tecla.
Recientemente mi padre murió. Esa figura ausente cobró de repente una posición preeminente en mi vida que ni yo mismo creía que fuera a ostentar. Su fallecimiento y cuanto aconteció en ese momento, sumado a circunstancias personales como una reciente ruptura, supusieron el caldo de cultivo de uno de los cambios más profundos por los que he atravesado como persona. Cuando, con el transcurso de los meses, tanto en lo personal como en lo emocional, se calmaron las aguas, retomé la idea del libro, otrora olvidada, y sentí que había encontrado por fin el vehículo que necesitaba para contar mi historia.