Juan Liaño Liaño. 65 años. Psicólogo. Casado. Padre de tres hijos. Vivo y trabajo en Sevilla, mi ciudad natal.
Comencé a escribir muy jovencito para aliviar la rabia que produce ser jovencito y no saber por qué ni para qué. Después, el acto de escribir sustituyó a la rabia y comencé a sentir que merecía la pena. Ahora escribo porque no sé qué otra cosa hacer para sentir que sí la merece.
Me levanto muy temprano de lunes a viernes para llegar al trabajo un par de horas antes; la vista no me da para más pasada la media tarde. Además, me gusta la soledad y el silencio que anticipa la proximidad del amanecer.
Prefiero los interiores a los espacios abiertos, las escaleras a los caminos escarpados, los áticos a las montañas.
Solo añoro a mi madre, de la que me despedí antes de saber hablar, y nada espero diferente, ya que recibo más de lo que puedo devolver.
Vivo en el año de mi jubilación y del cambio de vivienda tras veintiséis años en la misma, o lo que es igual, en una revolución que acrecienta mi nivel de incertidumbre y disfruto con expectación e ilusionado.
Este soy muy resumido. Los puntos y seguidos a continuación guardan de mí mucho más que lo que hay en lo que les precede. Solo me queda decir gracias y hasta pronto...
Comencé a escribir muy jovencito para aliviar la rabia que produce ser jovencito y no saber por qué ni para qué. Después, el acto de escribir sustituyó a la rabia y comencé a sentir que merecía la pena. Ahora escribo porque no sé qué otra cosa hacer para sentir que sí la merece.
Me levanto muy temprano de lunes a viernes para llegar al trabajo un par de horas antes; la vista no me da para más pasada la media tarde. Además, me gusta la soledad y el silencio que anticipa la proximidad del amanecer.
Prefiero los interiores a los espacios abiertos, las escaleras a los caminos escarpados, los áticos a las montañas.
Solo añoro a mi madre, de la que me despedí antes de saber hablar, y nada espero diferente, ya que recibo más de lo que puedo devolver.
Vivo en el año de mi jubilación y del cambio de vivienda tras veintiséis años en la misma, o lo que es igual, en una revolución que acrecienta mi nivel de incertidumbre y disfruto con expectación e ilusionado.
Este soy muy resumido. Los puntos y seguidos a continuación guardan de mí mucho más que lo que hay en lo que les precede. Solo me queda decir gracias y hasta pronto...