Nacida en Jaén, pero criada en Córdoba desde los siete años, me han apasionado las historias desde que tengo memoria. Con apenas un año, mi madre comprobó asombrada que era capaz de leer yo sola los cuentos que ella me leía cada noche en voz alta, hasta que descubrió que lo que ocurría era que yo los había memorizado y repetía las palabras mientras pasaba las páginas, fascinada por aquellas letras que aún no era capaz de descifrar. Pero no solo me apasionaba leer, sino que escribí mi primer libro a la tierna edad de cinco años. Se titulaba «María y su familia se van de vacaciones» e incluía ilustraciones maravillosas de la autora hechas con ceras de colores. Desde entonces, no he dejado de escribir. El formato ha cambiado a lo largo de los años, entre diarios, canciones, poesías, cuentos y obras de teatro que obligaba a mis primos a representar, pero el amor por las historias no me ha abandonado jamás. Me gusta pensar que cada palabra escrita es un ladrillo amarillo en el camino de mi vida, que me hace crecer como persona y como escritora. Y, así, ladrillo a ladrillo, me gustaría llegar a la ciudad esmeralda que es conseguir que otros se emocionen con mis palabras, como siempre me he emocionado yo con las de otros.