Aunque hija de padres matemáticos, en mi casa nunca pasé una noche sin leer las páginas de algún libro antes de irme a dormir, o un día sin perder la oportunidad de presentarme a cualquier concurso literario. La dicotomía entre "ser de ciencias o de letras" en mi familia no podía ser menos cierta.
A los diecisiete años, decidí ir a contracorriente cuando entré en la Universidad para estudiar Comunicación Audiovisual, con la intención de ser guionista de cine. Durante muchos años, trabajé en producciones cinematográficas, dejando la faceta de escritora enterrada en un rincón más privado.
Con el tiempo, pasé de organizar la logística de un rodaje, a la logística de un evento. A día de hoy, me dedico profesionalmente a coordinar bodas en una masía de Barcelona. Una vez más, yendo a contracorriente, trabajando para reunir a decenas de personas en plena pandemia mundial.
El tiempo libre que me ha regalado esta circunstancia, tras años de no encontrar descanso ni en una tarde de domingo, me ha traído hasta aquí hoy, a mi primer libro. Un libro que, contra todo pronóstico -si nos paramos a pensar en mi profesión- va de corazones rotos.
A los diecisiete años, decidí ir a contracorriente cuando entré en la Universidad para estudiar Comunicación Audiovisual, con la intención de ser guionista de cine. Durante muchos años, trabajé en producciones cinematográficas, dejando la faceta de escritora enterrada en un rincón más privado.
Con el tiempo, pasé de organizar la logística de un rodaje, a la logística de un evento. A día de hoy, me dedico profesionalmente a coordinar bodas en una masía de Barcelona. Una vez más, yendo a contracorriente, trabajando para reunir a decenas de personas en plena pandemia mundial.
El tiempo libre que me ha regalado esta circunstancia, tras años de no encontrar descanso ni en una tarde de domingo, me ha traído hasta aquí hoy, a mi primer libro. Un libro que, contra todo pronóstico -si nos paramos a pensar en mi profesión- va de corazones rotos.