Empecé mi tonteo con el arte desde bien pequeña, incitada posiblemente, por un padre que trabajó como dorador y policromador. Siempre enfoqué mis estudios en esa dirección.
Comencé estudios de ilustración, que dejé por enamorarme de la Restauración de Obras de Arte; me gustaban más los pinceles y la historia que los ordenadores... y de aquellas, la ilustración andaba ya bastante digitalizada.
Cosas de la vida... acabé trabajando como escaparatista, diseñadora gráfica, y diseñadora de arquitectura efímera. Y más curiosamente aun, terminé haciendo las paces con la era digital y con la ilustración por este medio.
Mi gusto por las artes me ha perseguido siempre, alternando mi profesión con seguir dibujando, la escritura muy modestamente, la poseía, la radio o la decoración...
El cine y la música son otras de mis pasiones, aunque solo como espectadora, ese don no me fue concedido, como tampoco me tocó el de la buena memoria. Por mucho que me guste la historia, no soy capaz de recordar nombres, fechas o hechos... y tiendo a mezclarlos todos. Eso me ha obligado siempre a ser más una defensora de emociones, más que de hechos... no se puede tener todo!!
Nada de esto me ha impedido preocuparme por las cosas que ocurren en el mundo, y la gente que se preocupa por ellas y por mejorarlas. Comencé así algunas militancias, con la escasez de tiempo que me queda y mi poca capacidad de retentiva, entrando en contacto con varios movimientos locales y barriales. El feminismo predominaba siempre en todos ellos, y la militancia me abrió aun más los ojos al conocimiento de duras realidades, también lejanas. Influida también por mi padre, al que considero incluso más feminista que mi madre y por ese entorno, cada vez fue se hizo una inquietud mayor por la liberación de las mujeres.