Nací en Vitoria-Gasteiz en enero de 1983, quince días antes de lo previsto, porque mi ama, Feli, se hartó de bailar en la boda de mi tio y no me pude aguantar más de impaciencia por salir a disfrutar de la música. Crecí en un pueblito de álava y dediqué muchos años a tocar el acordeón. Pequeñas decisiones concatenadas y sus efectos mariposa me llevaron a hacerme a vivir en varios países, a doctorarme en economía, hacerme instructora de yoga, karateka, patrona de barco peligrosa (me dicen "catacaldos profesional")...y sobre todo a la escalada, fuente de aventuras, de crecimiento personal y de conexión con la naturaleza.
Me gustan los cuentos. Mi madre se inventaba historias de "manos locas" para que me durmiera de pequeña, y yo siempre quería más. Y más tarde me gustó contarlos a mí...aventuras y aprendizajes en pequeñas dosis de fantasía. Capítulos de vida mirados a través de gafas de niña.
Y cuando tu madre te dice que le debes un libro...y ya no tienes abuelas...decides que puede ser el momento de hacerle algo de caso por una vez, soltar los frenos, y lanzarte a una nueva aventura. Es ésta; "La diosa Zu-Tú", un homenaje a las madres e hijas, a la vida y a la naturaleza. Una invitación a hacerse una autocaricia, a reirse de una misma. Y un regalo lanzado al mundo para Felicitas, que puso corazón a mi latido. ¡Qué menos podía hacer!
Me gustan los cuentos. Mi madre se inventaba historias de "manos locas" para que me durmiera de pequeña, y yo siempre quería más. Y más tarde me gustó contarlos a mí...aventuras y aprendizajes en pequeñas dosis de fantasía. Capítulos de vida mirados a través de gafas de niña.
Y cuando tu madre te dice que le debes un libro...y ya no tienes abuelas...decides que puede ser el momento de hacerle algo de caso por una vez, soltar los frenos, y lanzarte a una nueva aventura. Es ésta; "La diosa Zu-Tú", un homenaje a las madres e hijas, a la vida y a la naturaleza. Una invitación a hacerse una autocaricia, a reirse de una misma. Y un regalo lanzado al mundo para Felicitas, que puso corazón a mi latido. ¡Qué menos podía hacer!