Mi nombre es Pedro López Aurrekoetxea, nací en Cartagena (Murcia) en 9 de mayo de 1983. Hijo de dos ávidos lectores, la casa en la que crecí era básicamente una biblioteca donde, para desesperación de mi madre, los libros se apilaban hasta en la cocina. Pronto comencé a devorar cuanto papel impreso caía en mis manos y la afición de mi padre por la Historia y su talento para contarla y hacerla parecer un increíble cuento hicieron el resto.
Tras terminar el instituto, decidí estudiar Historia e ingresé en la Universidad de Murcia con vistas a convertirme en profesor de secundaria. Los primeros meses de universidad tuvieron la virtud de demostrarme dos cosas. La primera fue que, contrariamente a mi creencia, no sabía nada y tenía todo por aprender. La segunda fue que, gracias a la invitación de un profesor, descubrí que mi pasión desconocida era la arqueología y hacia ella reencaminé mis estudios. Licenciado con la especialidad en Historia Antigua y Arqueología, cursando un año de ellos en Italia con una beca Erasmus, salí al mercado laboral en aquel páramo que fue la crisis de 2008 y años sucesivos. Vistas las opciones emigré a Flandes donde conseguí poner mi pica y encontrar trabajo de arqueólogo en 2014 y desde entonces aquí sigo, en el barro del norte de Europa entre enterramientos de la Edad del Hierro y trincheras de la Primera Guerra Mundial, escribiendo en los ratos que la lluvia y el barro me dejan libre.