Tanto Carmen como yo hemos estudiado en la escuela de artes y oficios de Burgos. Las dos acabamos, por caminos diferentes, dedicándonos a la restauración de obras de arte, ella por mucho más tiempo que yo. 
Somos creativas y cada una a su manera necesita expresarse desde esa creatividad. Carmen tiene una predisposición hacia el dibujo que le ha hecho siempre crear y llenar sus cuadernos de artista con un imaginario muy personal y creativo. 
Un día vio una escena que le resultó mágica; un amigo común guardando las pompas de jabón de un niño en el bolsillo de su pantalón y sobre todo vio la cara de asombro del niño. Me dijo que quería hacer algo con esa idea pero que le faltaba completar la historia. Esa misma noche escribí un cuento, "el hombre que coleccionaba pompas de jabón". De mi historia salieron sus dibujos. Su creación del personaje Lilo fue para mí tan acertada que no dudé en que debía ser la protagonista de la historia. 
Yo, desde que escribí esa noche esa historia, empecé a formarme en el arte de crear, escribir y narrar historias que me sigue teniendo muy ocupada y entusiasmada.