Botín de guerra

Sobre el libro

Un periodista español va a Siria a cubrir la guerra civil que allí se libra. Es secuestrado por combatientes yihadistas. La escritura de poesía le ayuda a sobrellevar el plagio. En sus versos evoca su vida dejada atrás (allí) y la existencia miserable que vive durante su cautiverio (aquí). El relato oscila entre la búsqueda de lo existencial, la melancolía, la ironía y el humor.

Se trata de una obra de alguien que conoce bien Siria, el yihadismo y el periodismo, y que osa contar una historia en verso sobre un acontecimiento tempestivo.

Sobre el autor

Marcos García Rey es periodista de investigación en El Confidencial y miembro del International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ). Su último trabajo publicado para el ICIJ fue “Panama Papers”. 

Estuvo seis años en EFE, donde fue director del Servicio Internacional en Árabe entre 2000 y 2004. Ha publicado en más 20 medios nacionales e internacionales, entre ellos, El Mundo, La Vanguardia, El País, The Sunday Times, Il Fatto Quotidiano, Le Soir, Le Monde o The Huffington Post.

En 2015 fue responsable de lanzar la Unidad de Periodismo de Datos de El Mundo. Orgulloso, colabora con Civio en su proyecto “España en llamas”.

También es cofundador y coordinador del Máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización de Unidad Editorial. Desde 2000, trabaja en medios de comunicación y en proyectos académicos. 

Ha formado parte de equipos que han ganado numerosos premios por sus investigaciones, entre ellos: el Tom Renner Award de IRE en 2011 o los Data Journalism Awards “Best Investigation of the year” en 2015 y 2016.

Ha escrito varios libros y artículos académicos de ensayo, como "Vidas rotas: los hombres, las mujeres y los niños víctimas de ETA" o "El 11-M en la prensa árabe". Además, ganó el accésit del Premio Internacional de Poesía "Jaime Gil de Biedma" en 2012 con su poemario "Lengua(s) de cobre" (Ed. Visor).

Por qué apoyar el libro

Viví algo de más tres años en Oriente Próximo cuando el siglo XX estaba en su tramo final. Muy especialmente, mi estancia en Siria se convirtió en un hito vital. Allí descubrí el país desconocido más atractivo. Lo era por su cultura milenaria, por sus gentes que sobrevivían bajo una paz de plomo, por la soledad de sus piedras talladas con el ingenio del ser humano y abandonadas en bellos parajes donde hubo y ya no había gente que les diera un sentido práctico más allá de la estética y el arte.

Cuando empezó la guerra en 2011, me sobrevino una gran tristeza y una nostalgia futura porque sabía que la Siria que había conocido estaba desapareciendo para siempre. Aparecieron desde entonces dos pulsiones para buscar cierto consuelo: la periodística y la poética. La primera nunca llegó a fraguarse porque fui incapaz de gestar un proyecto que fuera más allá de la crónica de guerra y porque en casi todos los conflictos se respetan las leyes de la guerra, pero en el de Siria no. La escritura en la distancia era más fácil y la poesía vino al rescate interior para dar como resultado Botín de guerra, crónica en verso de una historia ocurrida a un periodista en Siria.

BOTÍN DE GUERRA

La ley islámica sella
el futuro inmediato
de mi ser. Soy rehén,
sólo botín de guerra:
carne de ejecución,
un sujeto esclavo,
cambio por prisioneros
o canje por rescate.

Tres millones de dólares,
tal vale mi gaznate.

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