Damas del aire
Las Pioneras de la Aviación Española
Un libro de Jorge García con el apoyo de 91 mecenas
-
Artículo en "El Español"
-
Capítulo 8 - Mari Pepa Colomer
Entre clase y clase descubrí por primera vez a Mari Pepa Colomer, la que sería, a la postre, la aviadora más relevante del país. Ella misma me explicó ese apodo. Era el que le pusieron sus padres para diferenciarla de María Josefa, la que hubiera sido su hermana mayor; nacida en 1908 y muerta por tifus en 1912.
Ahora vuelvo a recordar que la joven estudiante, nacida en 1914, me contó que su infancia la había pasado en una casa con jardín de las afueras de Barcelona. En Sant Josep de la Muntanya —me dijo—. Fue por iniciativa de su madre, la burguesa Encarnación Luque, una mujer que defendía los ideales del higienismo y los beneficios del aire libre tan de moda en aquellos años. El coste de aquel hogar lo asumía su progenitor, un bohemio y generoso mecenas llamado Josep Colomer.
Ese día lo conocí. Era un hombre elegante de Sabadell que había acumulado fortuna con el textil y que, durante la Gran Guerra, estuvo relacionado con Gustavo de Maetzu, Pablo Picasso o Romà Jori, director de La Publicitat. En aquellos años el arte era una forma de vida y la conexión entre las personas de ese círculo era continua.
—Sabes —me reseñó la propia Pepa—, yo misma serví de modelo a Picasso. Me dibujó en varios cuadros y me retrató en un busto durante alguna de las visitas del artista malagueño a la casa de mi padre, entre junio y septiembre de 1917.
Sin embargo, la afición por el juego de su querido padre le hizo perder sus posesiones obligando a la familia a trasladarse a un pequeño piso de la rambla de El Prat en 1920. Pepa me contó que por esos años iba al alejado colegio católico de Las Madres y, ante las discusiones de sus padres por dinero e infidelidades, aprovechaba para pasear por la Ciudad Condal y llegar tarde a casa. También me relató que el constante mal humor de su madre solo era aliviado cuando recibía el amor y la alegría de su padre.
—Él siempre me llevaba a sus citas con el círculo bohemio de la ciudad —me recalcó.
Esa infancia conllevó que Pepa, con solo siete años, comenzara a fumar. Obtenía los cigarros por mediación de su hermano Joan, tres años mayor que ella, quien se los proporcionaba a cambio del silencio por sus salidas nocturnas.
En esa entrevista inicial la aviadora catalana me causó una gran impresión. Llevaba el pelo fijado con petróleo Gal y su fragancia, Tentación de tono arabesca, era embriagadora. Siendo joven parecía madura, y su vestimenta, masculina, la hacía elegante. Además tenía una conversación agradable, pues mezclaba su pasión aeronáutica con su alegría juvenil.
En las propias instalaciones me contó cómo fue su primera experiencia aérea.
—Sucedió en 1921 —me dijo—, cuando me tiré del balcón de mi casa situada en un segundo piso. La idea se nos ocurrió a mi hermano y a mí, que pretendíamos volar sujetos a un paraguas. Por suerte, Pepa solo se rompió las piernas en la caída.
A lo largo de su adolescencia su hermano siguió siendo su aliado, ya que a Pepa le encantaba la ropa de hombre y prefería los pantalones a las faldas. Joan le permitía ponerse su ropa, con la que salía de casa para reunirse con su pandilla y acudir a su gran pasión: el aeródromo.
Me puntualizó que en mayo de 1930, durante una de esas pequeñas visitas a la Escuela de Aviación, los trabajadores de Canudas le dijeron que estaban interesados en que una mujer cursara los estudios de piloto, pues eso supondría una publicidad impagable para el aeródromo y su escuela. En esas fechas era una privilegiada, pues por entonces ya practicaba varios deportes —natación, tenis y equitación— en su centro académico, el Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Dona. Por eso intentó convencer a su padre para que la inscribiera en el aeroclub a lo largo de ese verano. Hasta el momento de hacerlo, iba diariamente en bicicleta al aeródromo sin que nadie lo supiera. Allí se pasaba gran parte del día, mientras su madre creía que estaba en otros lugares.
En la entrevista me expresó que su progenitor finalmente accedió y en agosto la asoció a la Escuela, donde recibió el bautismo aéreo. En dicho vuelo preguntó continuamente al piloto por diversas situaciones quien, ante la insistencia de la joven, le permitió manejar el avión durante unos metros en línea recta. Más tarde me contó que esos segundos fueron apasionantes. Volar era tal y como ella lo había imaginado, solo que con menos sensación de peligro.
Tras ese primer vuelo aumentó su afición y dejó decidido su futuro: sería aviadora. A continuación, llegó el acuerdo definitivo entre Canudas y su padre para inscribirla como alumna pues Pepa era aún menor de edad. Después de aquel primer contacto, Canudas y Xuclá me volvieron a llamar el 8 de enero de 1931. Fue el día que Pepa realizó su primer vuelo en solitario. Así mismo, me indicaron que la fecha fijada para realizar su examen final sería el lunes 19 de enero.
Ese día volví a presentarme en Barcelona para ver como aquella menuda adolescente, con apenas diecisiete años y poco más de metro y medio de estatura, obtenía el título básico de piloto aviador. Lo hizo tras cien gélidos e interminables minutos de vuelo a más de mil metros de altura. Además de las fotos realizadas por los reporteros, entre los que destacaban Brangulí, Gaspar, Bert, Pérez de Rozas, Sagarra, Torrents, Badosa y Claret, aquella gesta quedó inmortalizada por Delmir de Caralt, que lo filmó para una película documental.
Tras el ajetreo de la jornada quedé en realizarle un reportaje tres días después, el jueves 22, que curiosamente fue la fecha elegida por La Vanguardia para situarla en su portada. Fuimos a tomar chocolate a la Granja Barcelonesa, una lechería situada en el número 12 de la rambla del Centro. En el trayecto en taxi me comentó que su madre se enteró de la noticia por la prensa, provocando en ella un gran enfado. Aunque terminó por aceptarlo. Especialmente cuando Pepa le dijo que era la mejor opción para el hogar, puesto que en la casa apenas se ingresaba dinero desde la marcha de su padre a Uruguay por desavenencias conyugales. Yo me quedé impresionado de la frialdad de la joven, pero no dije nada. Al llegar fui a pagar al taxista las dos pesetas del trayecto pero este me lo impidió, reconoció a Mari Pepa y decidió invitarnos a cambio de un autógrafo dedicado por la estrella del momento.
—Es tan hermoso volar —me decía entre churro y churro—, me produce tal cúmulo de inexplicables sensaciones, que cuando estoy en el aire y pienso que tengo que regresar a tierra, mi espíritu se ensombrece, me produce tristeza y tengo verdaderamente que forzar mi voluntad para decidirme a picar. Volar es mi gran placer, se goza de libertad plena, respiro ampliamente ese aire excitante que hiere mi rostro y hace zumbar los tensores del aparato. Mis nervios me comunican una paz de espíritu, una tranquilidad, un sosiego que nunca había experimentado.
Canudas y Carreras, directores del aeródromo, ya me habían avisado que Mari Pepa era la aprendiz más exacta y puntual de la Escuela, pues no faltaba ni un solo día a clase. Todas las mañanas llegaba a El Prat, se quitaba el abrigo, se ponía el mono y era una discípula más. Sin perder un ápice de su feminidad, compartía con sus compañeros las tareas cotidianas. Por ello los profesores tenían plena confianza en su primera alumna ya que se trataba de un caso de verdadera vocación, ayudado por el gran entusiasmo y por las magníficas aptitudes que poseía.
—Yo soy aviadora —siguió relatándome—, sencillamente porque me gusta volar y prescindo de la fama. Yo vuelo por mí y para mí. Admiro a todas las aviadoras notables, pero para mí el interés por la aviación empieza y acaba en mí misma.
Más tarde la acompañé a los famosos Grandes Almacenes El Siglo. Fuimos caminando por la rambla de San Juan, parándonos en todos los puestos ambulantes hasta llegar a aquel bullicioso lugar situado en los números 5 y 7 de la rambla de los Estudios. Allí había quedado con su hermano y su madre para comprar diversos regalos. Nos despedimos cariñosamente y nos emplazamos para una posterior cita.
—Espero que sea más larga —me dijo mientras sonreía.
—Lo intentaré, Pepa —le contesté—. A mí me ha sabido a poco.
Después, me contaron que el 7 de febrero recibió un banquete homenaje en el Hotel Majestic. La diputación de Barcelona y los amigos del aeródromo de Canudas lo celebraron en su honor. Eso solo fue el principio, pues en el XXI aniversario del primer vuelo en España, celebrado el 23 febrero de 1931 en el Aero Club de Cataluña, Mari Pepa Colomer fue la madrina de la fiesta gracias a que la comisión provincial permanente le obsequió con un recuerdo. Ella misma se encargó de hacer varios vuelos de bautismo aéreo a los mandos de la avioneta Lóring Elizalde, todo un éxito profesional que tuvo que solapar durante unos meses con sus problemas familiares.
En aquellas fechas debía aceptar un duro revés personal ya que como me dijo en el taxi, su padre había abandonado el hogar. Debido a ese contratiempo su familia se cambió de casa en varias ocasiones, siendo cada vivienda más pequeña que la anterior. La primera en la calle Asturias y la segunda en la calle Urgell. Pepa, para salir de esa crisis, se centró en la aviación participando en diversos concursos de vuelo, como el organizado en el campo de la Pineda el 30 agosto de 1931. No obstante, en cuanto pudo, acudió a ver a su padre a Montevideo, viajando hasta allí el 5 de diciembre de ese mismo año.
A partir del hito de Mari Pepa, los directores de los medios de comunicación se volvieron locos. Querían muchas más noticias de ese calibre. Todo esto fue a más con la llegada del régimen republicano, pues la mujer comenzó a cobrar una mayor importancia en la sociedad. De hecho la prensa vio en ese género un nuevo y sustancial cliente, lo que conllevó un aumento de noticias sobre aspectos protagonizados por la mujer. Así mismo nuevos fotoperiodistas comenzaban a seguir mis pasos, alguno de ellos intentando arrebatarme las exclusivas.
Fruto de esos acontecimientos, como gran periodista, tuve que apretarme la sesera. De tal manera que intenté realizar reportajes hasta entonces poco vistos. Ya no podía escribir desde la distancia, así que me propuse conocer personalmente a las aviadoras más famosas del mundo. Quería desarrollar lo mejor posible mi trabajo para la prensa, en España y en el extranjero. Necesitaba escribir los artículos en el lugar del acontecimiento, de tal manera que la sociedad se sintiera partícipe de los logros de aquellas valientes mujeres.
A una de las primeras figuras que conocí fue a Elly Beinhorn, en ese mismo año de 1931, cuando ella tenía 23 años, una cabellera rubia y un cuerpo esbelto. La intrépida aviadora alemana, cuyo título obtuvo en 1929, estaba llevando a cabo un raid entre Berlín y la Guinea portuguesa. Aprovechando la escala que hacía en Madrid, me la presentó un amigo común: el aviador alemán Jorge von Winterfeld. Los tres fuimos juntos al Museo del Prado y más tarde a la Cuesta de las Perdices. En el restaurante Casa Camorra, situado al final de esa calle y propiedad de Alfonso Rey, me confesó que su gran pasión eran los deportes y los vuelos de larga distancia. Mientras comíamos arroz con pollo y paella de verduras, me relató que en dos años había recorrido 50.000 kilómetros. Además de realizar sola la ruta Alemania-Italia y regreso. Al día siguiente de conocernos partió desde Getafe a Sevilla, donde fue homenajeada por el Aero Club de Andalucía. Después siguió su raid africano y nunca más volví a verla, aunque sí a publicar sus hazañas por el Sahara, Sudamérica y el resto de lugares que sobrevoló.
- Mari Pepa Colomer 1932
-
El padre putas
Yo apenas era un crío pero recordaba muy bien esa jornada, pues aquella mañana de ferias, como todos los inicios de la Virgen de la Vega, patrona de Salamanca, estrenaba ropa para dichos días de festivo. Mi madre ese año no escatimó en gastos y me llevó a primera hora a La Sastrería Inglesa, en la plaza del Poeta Iglesias, donde me compró un traje de tres piezas color marengo. Para acompañarlo, me llevó al pasaje de la Plaza Mayor. Allí, en la tienda de Cura Argüeso, elegí rápidamente como prenda de cabeza una gorra blanda de lona gris con visera. No tenía tiempo que perder, pues a media mañana había quedado con los chiquillos de mi barrio, el arrabal de santo Tomás, para correr, vara en mano, delante de las gigantillas. Especialmente para vacilar al cabezudo del Padre Putas, el personaje más arraigado de la ciudad del Tormes.- Foto de Cándido Ansede Maestro de Quintín Briz
-
Primeras noticias en prensa
A los cuatro días de iniciarse nuestra campaña, los periódicos digitales de Salamanca ya se han hecho eco de la noticia. Gracias desde aquí...
http://salamancartvaldia.es/not/126654/jorge-garcia-busca-apoyos-para-editar-libro-sobre-pioneras/
http://www.salamanca24horas.com/cultura/12-09-2016-el-historiador-salmantino-jorge-garcia-presenta-damas-del-aire- Jorge García y Dori Ruano El historiador Jorge García y la ciclista olímpica Dori Ruano durante la presentación del primer libro del autor.
-
La importancia de estas mujeres en su época fue tal, que ocuparon portadas de los grandes periódicos del país.
4.00€
epub, mobi y PDF
Comprar18.00€
Tapa blanda
Estas son las recompensas que ofrecimos durante la campaña:
89 mecenas
Libro en papel con tu nombre en una de las páginas de cortesía.
(Envío a España incluido)
21 mecenas
Libro en papel + Ebook con tu nombre en una de las páginas de cortesía
(Envío a España incluido)
5 mecenas
Firma y dedicatoria de Jorge
+Libro en papel con tu nombre en una de las páginas de cortesía.
+ Ebook
(Envío a España incluido)
5 mecenas
PACK REGALO
2 ejemplares. Uno para ti y otro para regalo
+ Ebook + tu nombre en una de las páginas de cortesía del libro.
(Envío a España incluido)
4 mecenas
Libro en papel con tu nombre en una de las páginas de cortesía.
+ Ebook
+ Marcapáginas exclusivo para mecenas
(Envío a España incluido)
1 mecenas
Pruebas de imprenta firmadas y dedicadas por Jorge
+ Ebook + Libro en papel con tu nombre en una de las páginas de cortesía del libro.
(Envío a España incluido)
Copia del manuscrito con las correcciones de la editorial firmado y dedicado por Jorge
+ Ebook + Libro en papel con tu nombre en una de las páginas de cortesía del libro.
(Envío a España incluido)
Manuscrito ORIGINAL con las correcciones de la editorial firmado y dedicado por Jorge
+ Ebook + Libro en papel con tu nombre en una de las páginas de cortesía del libro.
(Envío a España incluido)