El 20 de julio de 1936, mientras el calor ahogaba la sierra malagueña, Antequera ensordecía por el silbido de las balas. La localidad estaba sitiada por tropas falangistas. Dos días antes, había estallado la Guerra Civil. Antonio Hidalgo Conejo figuraba en la lista de perseguidos "por los de Franco", que querían apresarlo por formar parte del grupo que había asesinado a un señorito antequereño, acusación de la que más tarde se desprendería.
"Mi padre no pudo entrar ese día en Antequera. La finca en la que trabajaba estaba fuera del pueblo y al volver vio un cruce intenso de disparos. Pensó que lo mejor era sacar de allí a los suyos", relata su hijo mayor, también Antonio, sentado en un sofá del comedor de su modesto piso de Chiclana (Cádiz), donde a sus 84 años disfruta de la jubilación. En el butacón de al lado lo acompaña su esposa, María, dos años menor que él. El matrimonio recibe a este periodista para hablar de las raíces de su hija, Anne Hidalgo, quien reside en París y quien podría convertirse nada menos que en la alcaldesa gaditana de la capital francesa. Es la nieta de aquel republicano, miembro activo del movimiento sindical de la zona, quien, presa de un miedo extremo a perder la vida, decidió huir a Francia con sus cuatro hijos y su mujer, María Josefa Peláez.
Un par de años después, toda la familia, que añoraba sus orígenes, regresaría a España, pero el paso por tierras galas había dejado una huella imborrable en el corazón del pequeño Antoñito, el padre de Anne, quien acabaría, en 1961, volviendo a Francia. "Crucé los Pirineos, como él, para ganarme la vida y darle un futuro más esperanzador a mis dos hijas, nacidas en San Fernando", rememora mientras revisa antiguas fotos. Hay pocas imágenes de su padre, pero sí muchas de él con su mujer y sus pequeñas, quienes cada vez que los visitan "birlan" alguna.
Antonio se detiene en una de ellas. "Mira, esta es Anne", dice señalándola con el dedo índice. "Es la más bajita. Estamos los cuatro. Llevábamos pocos meses en Lyon cuando nos la hicieron". La niña a la que se refiere tiene hoy 53 años y podría inscribir su nombre en una página de la historia de Francia si dentro de 20 meses es elegida primera alcaldesa de París. Nunca antes una mujer ni una inmigrante lo consiguió. Ella lo va intentar con el viento a favor de las encuestas.
"¿Quién me iba a decir dónde iba a acabar?", se pregunta en voz alta su padre mirando otra fotografía, en esta ocasión vestida de gitana. "Bueno, ha llegado lejos, pero ella sigue enamorada de Cádiz, Andalucía y su cultura", responde su mujer.