Expulsados

Sobre el libro

Este libro es una exhaustiva investigación del poder y la corrupción en torno al urbanismo. La denuncia de un sistema en el que unos pocos se enriquecen a costa del sufrimiento de los vecinos expulsados de sus barrios. Y una guía para comprender la transición urbanística pendiente en Santander y muchas otras ciudades de España. 

Últimamente se habla mucho de la gentrificación, ese fantasma silencioso que recorre nuestras ciudades y que está consiguiendo cambiar no solo su apariencia, sino, lo que es peor, sus habitantes, borrando todo rastro de nuestra historia común.

El fenómeno comienza a documentarse y lo habréis vivido en vuestras ciudades, desde el Raval a Lavapiés pasando por el Cabañal o Santander: tras años de deterioro, suciedad y falta de arreglos que hacen insoportable la convivencia, llegan los proyectos de regeneración públicos y privados y se encuentran con un obstáculo que hay que eliminar, los vecinos. No suele ser difícil: a los pocos años se han levantado nuevos edificios y nuevos negocios, más caros, y los vecinos de siempre se han evaporado.

Pero la gentrificación no es un fenómeno nuevo: en España es consecuencia inmediata de un modelo económico basado en la voracidad del ladrillo y que refleja un sistema empresarial que no ha podido desprenderse de los peores vicios de la dictadura franquista: beneficiar a unos pocos con los que se mantiene un contacto estrecho para perjudicar a una gran masa con la que se tiene una inmensa distancia. Sí, Franco fue el primer gentrificador.

En Santander lo conocen bien: en esta tranquila ciudad del Norte el incendio de 1941 dejó su centro urbano arrasado, convertido en un solar en el que las élites franquistas pudieron levantar a su antojo un entramada de edificios e intereses, todo a costa de sustituir en las viviendas a los santanderinos de toda la vida por la nueva clase política, empresarial y militar. 

Ese modelo continúa, y quienes lo sufren en Santander han empezado la reivindicación de una mayor participación en el modelo de su ciudad. El objetivo es sustituir un esquema que en esta aparentemente plácida capital de provincia ha dejado ya cicatrices e incluso víctimas mortales.

Si Marbella es el máximo ejemplo de la corrupción urbanística en España, Santander es el ejemplo extremo de la emergencia de una transición democrática hacia formas plenas de participación, también en el urbanismo.

Sobre el autor

Oscar Allende. Periodista, director del periódico digital EL FARADIO. Con experiencia en la agencia de noticias EUROPA PRESS y en televisiones locales en Cantabria.  Fue uno de los coautores del informe Urbanismo y democracia, elaborado por la Fundación Alternativas en 2007.

Guillem Ruisánchez es Licenciado en Geografía y Periodismo, y director del programa de radio EL FARADIO DE LA MAÑANA. Nacido en Barcelona, tiene experiencia en medios como la Cadena Ser en Madrid y Cantabria o la agencia Efe.

Eva Mora es miembro del equipo de EL FARADIO, desde el que ha seguido en los últimos años el intenso movimiento vecinal surgido en Santander a raíz de la ola de expropiaciones y desalojos consecuencia del Plan General de Ordenación Urbana que acaba de anular el Tribunal Supremo.

EL FARADIO es un proyecto periodístico multimedia hecho en Cantabria, que lleva cuatro años apostando por el cambio de la agenda, por dar voz a nuevos protagonistas de la actualidad que antes estaban ausentes de los medios, como las víctimas del urbanismo.

Por qué apoyar el libro

A veces las cosas comienzan a cambiar cuando se empiezan a contar. Es lo que pasó con la estafa de las preferentes o el drama de los desahucios: problemas que todo el mundo veía como particulares pasaron a ser públicos cuando los afectados empezaron a protestar y cuando los medios empezaron a reflejar sus historias, tras años de lucha callada y silenciosa. Fue ahí cuando las instituciones se dieron cuenta de que había un problema y dieron los primeros pasos.

Los rescates financieros y las malas prácticas han demostrado que, al igual que las infraestructuras megalómanas o la pobreza infantil, esos problemas que nos quisieron vender como particulares eran en realidad problemas de todos.

¿Hay acaso algo más público que nuestras ciudades, nuestros vecinos y nuestra historia común? El urbanismo es un problema de todos, lo hemos visto con la acumulación de casos de corrupción. Al final, el baile de maletines empieza en un ayuntamiento, en tu ciudad, y acaba convirtiéndose en un “costoso” problema de toda nuestra democracia.

Por todo el país, los vecinos afectados comienzan a organizarse para defender sus barrios, es decir, nuestras ciudades. No repitamos errores del pasado, no les dejemos solos.

 © El Diario Montañés

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