No soy de prólogos, pero cuando un autor al que admiras te solicita que le escribas uno, cuando el tío que ha escrito la novela de Fantasía que más te ha hecho disfrutar en los últimos tiempos te dice que prepares unas palabras para iniciar al lector en su obra… bueno, en ese momento tú no sales con titubeos, sino que coges tu escudo y tus armas y acudes a la batalla.
Así que aquí me hallo, inmerso en el gran honor de prologar una novela con la calidad de Skarrion Gunthar: Sangre en el Hielo.
La primera vez que oí hablar de Andrés Díaz fue por la boca de mi amigo Adolfo “Fito” García, editor del fanzine Crónicas Salvajes. Yo había escrito mi primer relato de Espada y Brujería para esta revista digital y Fito me invitó a su casa en Asturias, para que pudiéramos presentar el primer número en el Festival Celsius 232. Mientras el pequeño Erik me mostraba sus caballeros y vikingos, su padre (y también vikingo confeso) me mostraba sus colecciones de cómics, novelas, y libros de rol. Entonces sacó de su estantería un ejemplar de La Maza Sagrada.
“Este libro lo ha escrito un gran amigo mío, Víctor”, me dijo. “Es Andrés Díaz Sánchez, y yo lo considero el Robert E. Howard español”. Palabras mayores, me dije, pero la ley de la hospitalidad me conminaba a asentir y darle la razón, también ahora sin titubeos.
Aquella noche, mientras disfrutaba de los primeros capítulos de La Maza Sagrada, pude comprobar a qué se refería Fito. La prosa de Andrés me asombró y me admiró por su tono arcaizante, no del todo alejado de una cierta tozudez. Una voluntad de escribir con pausa, con detalle, deleitándose en nuestro lenguaje sin ceder a los ritmos más fluidos, al estilo más actual del Género Fantástico.
Han pasado doce años de la publicación de La Maza Sagrada. En mi opinión la narrativa de Andrés ha sabido adaptarse a los nuevos envites de realismo por el que la novela fantástica lleva clamando desde la pasada década, pero, he aquí lo admirable, lo ha hecho sin renunciar a su esencia.
Y fijaos que no digo "estilo" deliberadamente. La narrativa de Andrés es tozuda, salvaje y genuina. Crom me guarde de opinar por qué derroteros debe discurrir la Novela Fantástica, no tengo vocación de experto, ni de gurú. Después de tanto leer solo tengo, quizá, dos cosas claras. La primera es que necesitamos (necesitaremos siempre) novelas de Fantasía orgullosamente genuinas. La segunda cuestión que tengo muy clara es mi creencia en la existencia de maestros inmortales, que escribieron antes que nosotros y que desde la eternidad nos arrojan dolorosas pero necesarias enseñanzas.
“Para ser un buen escritor, se ha de ser cien veces un buen lector”, dijo el maestro del Fantástico argentino que nunca necesitó escribir una novela para proclamarse como tal.
Hace tiempo que persigo enseñanzas fuera del marco de la Fantasía. Lecciones magistrales que aprendo como lector e intento aplicar como escritor, y me consta que Andrés Díaz es de este mismo parecer. De crecer como narrador al amparo de los grandes maestros universales de la novela, pues la Fantasía es novela antes incluso de ser Fantasía.
Este es, para mí, el gran triunfo de Andrés, de Skarrion Gunthar: Sangre en el Hielo.
El haber comprendido lo más sencillo y sin embargo más difícil de asumir, que la Fantasía es ante todo novela, es decir Literatura, o entonces no es absolutamente nada. En mi opinión, el reto de este género es alejar de una vez por todas los nubarrones que lo acechan y lo persiguen, demostrarnos que puede hablarnos de la vida tanto como lo pretende la novela realista, con personajes que sean tan mundanos, tan mezquinos e irrepetibles como nuestros propios vecinos, pues ellos son los vecinos de mundos quizá imaginados, pero nunca impostados.
En las presentes páginas encontrará el lector este elenco de personajes, tan reales, tan falibles y a veces despreciables, como el común de los mortales. Por mucho que Skarrion Gunthar: Sangre en el Hielo represente batallas, magia y paisajes lejanos, creo que ante todo habla, como la verdadera Literatura, del ser humano.
Que la disfrutéis.
Víctor Blanco.