Siempre quise escribir la gran novela americana, pero soy de un pequeño pueblo de Galicia, así que, de primeras, lo llevo mal.Una vida entera pensando en Fantes, en Kerouacs, en Bukowskis … en como convertir la vida de un hombre cualquiera en una historia universal. Al principio se me ocurrió la bebida, un clásico de escritor, pero no me gustan las resacas.Después pensé en lanzarme a la carretera y ver el mundo, pero todo lo salvaje ha sido convertido en un parque de atracciones, ya no quedan aventuras… al menos al alcance de un tipo cuya cuenta de ahorros tiene 12 euros y 23 céntimos.Las drogas podrían ser la solución, pero volvemos al problema del dinero, además, nunca he probado nada peor que un porro y le tengo un miedo terrible a terminar enganchado a algo más fuerte que yo… podría servir como base para una novela, pero… ¿puedes escribir cuando eres un yonqui? Burroughs lo hizo… Ya no me quedan opciones clásicas para convertirme en el personaje de mi propia historia… y, seamos realistas, es poco probable que una catástrofe absoluta azote mi vida y me lleve a un extremo en el que la miseria y el tormento hagan que mis vivencias reflejen de manera universal el hecho de ser humano.Tampoco soy el retrato acertado de mi época; no soy un fiel reflejo de lo que significa ser milennial, ni valgo como contrapunto a la sociedad, solo soy un tipo cualquiera, sin valor literario.Así que, si en algún momento me decido a escribir algo de más de dos páginas, tiraré de imaginación. Y construiré un personaje que sea lo suficientemente distinto a mí como para ser interesante, rompedor y extremo. Suficientemente distinto como para ser un reflejo universal de lo que significa ser humano.