Desde mi lecho de muerte, mi mente aún se nubla con las sombras de los espíritus del pasado.
Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo en la montaña, una mujer llamada Katrina vivió una vida llena de penas y remordimientos.
Después de la muerte de su amado esposo, la tristeza la consumió y decidió abandonar el pueblo para buscar consuelo en las copas de tequila y en las calles solitarias.
Un día, mientras caminaba por un sendero polvoriento, Katrina escuchó un susurro en la brisa. Era la voz de su marido que le hablaba desde el más allá pidiéndole perdón por los pecados que cometió en vida.
Katrina se arrepintió y decidió regresar al pueblo para enfrentarse a sus demonios y hacer las paces con los espíritus de aquellos que ella había dañado.
Al llegar se encontró con las ánimas que había lastimado; las mismas que la rodeaban y la acosaban, exigiendo justicia y reparación. Pero Katrina se negó a darles lo que pedían y los entes se enfadaron, condenándola a vagar por la tierra como un fantasma atormentado por las penas y los remordimientos de su vida pasada.
Así es como Katrina se convirtió en un espíritu errante, vagando por el pueblo en busca de paz y perdón sin encontrar nunca una respuesta a sus oraciones.
Hasta el día de hoy, la gente dice que todavía se puede escuchar su voz susurrante en las noches, buscando la redención y la paz eterna.
Este es mi último cuento, mi última oportunidad de hablar desde el más allá. Quizá mi espíritu también se convierta en uno de esos fantasmas errantes que buscan el descanso infinito.
Breve e Incisivo
Saludos Insurgentes