El aire era frío, igual que la expresión de su cara, una persona sin escrúpulos capaz de todo por conseguir lo que quiere. Me había llevado a un terreno pantanoso en el que por raro que parezca, no estaba del todo incomoda y eso me asustaba.
-Había pensado en todo lo que te haría sufrir, pero yo no soy como tu, no soy un monstruo.
-Cuidado con lo que dices, bonita. Ha este monstruo le consta que disfrutaste con lo que hiciste el otro día.
-¿Como te atreves? ¡No me conoces en absoluto!
-Créeme angel mio, te conozco más de lo que tú crees ¿o debería llamarte demonio? -me dio esa sonrisa macabra que al principio me asustaba tanto, pero que ahora despertaba algo distinto en mi.
-Estoy cansada, no quiero seguir jugando a esto, no puedo más.
-Oh mi pobre pajarito, dices que estás cansada, pero yo creo que estás mintiendo- se acerco a mi susurrando al oído- creo que te ha gustado y quieres más.
-Por favor solo quiero parar- una parte de mi sabia que tenía razón- no quiero ser como tú.
- Oh, pero a mi me gustas así, mala, libre, poderosa y se que a ti también te gusta serlo- paseaba su lengua por mi mejilla y lo que antes me causaba repugnancia ahora se convertía en algo más oscuro y secreto.
-Solo haz que pare, te lo suplico- me cogió la cara con las dos manos y me miró enfurecido.
-¡No te atrevas a pedir clemencia, porque no la tendrás! No tienes ni idea de los planes que tengo para ti. No te quiero sumisa, te quiero a mi lado. Nunca te doblegues ante nadie, ni ante mi. Si quieres parar ya sabes lo que tienes que hacer.
Le dije que si con la cabeza, me planto un beso que me maltrato los labios pero a la vez encendió una chispa, había sellado el trato, me había vencido, por ahora...