Adiós, fugaz amor de verano.
Adiós, te digo desde la orilla.
El sabor amargo de septiembre
me abraza en esta triste despedida.
Atrás quedan los largos días
de caricias y helados de fresa.
No hubo flores y rosas
sino noches repletas de estrellas.
Fuimos calor y humedad,
el anhelo de cualquier sirena.
Fuimos deseo y pasión,
reinando nuestro castillo de arena.
Imágenes en bucle
repetidas una y otra vez
mojarán mis sueños más profundos
serán los fantasmas de nuestro ayer.
Guardaré el último beso
escondido entre arena y sal,
no puedo llevarlo conmigo preso;
no puedo con el peso de su libertad.
Nuestro amor será infinito
cual rumor de espuma de mar,
olvidado dentro de una caracola
que solo sabe dejarse llevar.
Me ha encantado.
Saludos Insurgentes