Los días de guardia en el hospital habían dejado sus fuerzas mermadas, llegando el agotamiento a cerrar sus párpados en apenas unos segundos de su llegada a la estación de Santiago de Compostela.
Un silbato a la derecha de ella procedente de Pontevedra, despertaba sus sentidos. Se fijó en el reloj de la estación, y allí descubrió con disgusto que su tren procedente de Coruña y con destino a Padrón, ya había pasado.
Había estado durmiendo cerca de una hora, ahora llegaría tarde a la entrevista de trabajo en el laboratorio del doctor Salas en Padrón.
Antonio Salas, junto a Federico Martinón-Torres estaban investigando la posibilidad de como una persona puede contener en su faringe un patógeno de la enfermedad meningocócocica de tipo B y donde la Meningitis, no es más que una expresión clínica. A pesar de ser la variante más abundante en Galicia, todavía no existía una vacuna.
Mientras hacía sus prácticas como pediatra, había tomado en contacto con este laboratorio y conocía su reputación, además de sus dificultades para poder mantener los puestos de trabajo; ayudas europeas o de la Xunta eran los únicos ingresos, llegando a recurrir a métodos como el crowfouding como medio de subsistencia.
A pesar de ello, su ilusión en la investigación había estado siempre desde la infancia. La idea de participar en el descubrimiento de una vacuna o en el desarrollo de una medicina superaban con creces la ilusión de estudiar esa profesión. Por esto, decidió presentarse al puesto de trabajo, pero… había perdido el tren y el siguiente no vendría hasta dentro de una hora. Su cita de las 9, sería imposible cumplirla.
Decidió hacer una llamada e intentar avisar de su retraso, pero no obtuvo respuesta.
Una bonita historia con final incierto.
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes