«Cenizas»

Las llamas de la prominente hoguera se alzan hacia el cielo, creando un curioso contraste de tonos anaranjados con el azul oscuro del firmamento.
Carla no tardó en reconocer a su grupo de amigos, bebiendo y riendo a una distancia prudencial del fuego. También vislumbró a otras personas charlando animadamente, seres a los que no prestó apenas atención. En otras circunstancias no habría acudido al encuentro, perdiéndose en sus recuerdos más amargos, pero... Su amiga insistió mucho.

''Es una noche mágica, Carla. Ya lo verás''

Y allí estaba. Ataviada con un vestido verde, con sus cabellos recogidos en una fina trenza, sosteniendo entre sus manos una diminuta caja de cartón. En su interior se escondían los retazos de una promesa rota, de un futuro perdido en una marea de palabras carentes de sentido.

-Ya no te necesito. Solo me creaste dolor -murmuró, lanzando la cajita hacia las llamas crepitantes.

Un abrazo de fuego engulló el objeto, pasando a devorar después todo su contenido cual animal hambriento. Mientras observaba como las llamas reducían a cenizas los restos de un pasado doloroso, Carla sintió como el dolor de su pecho iba amainando.

Su impulsiva acción generó una reacción en cadena: más objetos fueron arrojados a alimentar el calor de la hoguera. Carla observó satisfecha lo que había provocado, fantaseando en diferentes razones que provocaron que todos esos enseres personales terminarán siendo pasto de las llamas.

-El dolor. El deseo de olvidar. No hay ninguna verdad mayor que esa.

Su semblante cambió tras susurrar esas palabras y la expresión melancólica dio paso a una sonrisa de júbilo. La energía recorrió sus piernas hasta generarle un tenue cosquilleo en los pies y, sin pensárselo dos veces, Carla se unió a la alocada danza con todos sus compañeros. Jamás olvidaría esa noche. Ella resurgió cual ave fénix de sus propias cenizas.