Vaya, acaba de amanecer, aún huelo a las sabanas recién puestas ayer noche, antes de irme a dormir, ese olor peculiar a suavizante, me recuerda a mi madre, me quedaría aquí entre ellas todo el día, sin hacer nada.
Otra vez ese picor, me vuelve a picar el lomo, un momento... ¿He dicho el lomo?, también noto un peso en mi cabeza, a ver, anoche bebí, pero no como para esta resaca...
Me sigue picando el lomo, tendré que levantarme y darme una ducha, sí, será lo mejor. Dios, que pesadez de cabeza, pero, un momento, ¿qué coño? ¡Soy un puto reno!.
Salgo disparado hacia el baño y me miro al espejo, no doy crédito a lo que veo, ¿cómo ha podido pasar esto? ¡Solo deseé ser parte de todo esto cuando paso aquella estrella fugaz! Es verdad, no estoy en mi casa, esto es la ciudad de Klaus. No se viene a La Ponia todos los días, fue una petición inocente. Pero un momento, que cojones, ¿me convierto en reno y no soy Rudolf?. Bien, pondré una queja, si esto entraba en el viaje quiero mi puta nariz, no seré yo el reno que pierda el trineo de Santa, bastante tengo ya con tener únicamente dos semanas de vacaciones en Navidades.