«El baúl de los recuerdos»

—¡Mamá! ¡Mira lo que he encontrado! —la cabeza de mamá, apareció por el hueco del desván. Le enseñe el DVD antiguo que había encontrado— Pone "Día de ruta en el trabajo". ¿Qué es eso del "trabajo"?

Mamá terminó de subir por las escaleras, pasando todo su cuerpo por el hueco, mientras me miraba sonriendo. Era la misma sonrisa que tenía cuando encontrábamos uno de esos "cassetes" de música antigua. Metía esa cajita dentro en un aparato negro con muchos botones, pulsaba uno de ellos y empezaba a sonar una música ridícula. Cada vez que la música sonaba me miraba y me decía "¡vaya tontería de canción! ¿Escuchas la letra?". Pero siempre se ponía a reír como una loca.

Por eso me gustaba tanto "desenterrar" recuerdos del desván.

Mamá se sentó a mi lado, aun sonriendo. —Verás, Liv. Cuando yo era más joven, teníamos que realizar una actividad muy concreta por la que nos daban dinero a cambio. A la mayoría de personas no le gustaba nada —la miré con la ceja alzada, ya me estaba tomando el pelo. Ella me sonrió y con su dedo índice toco suavemente mi ceja—. No te miento. A eso se le llamaba "ir a trabajar". Por lo general, se hacía cinco días a la semana. Aunque a veces eran más.

—Venga ya, mamá. Eso es muy raro. ¿Y entonces cuando escribías? ¿O cuando jugaba papá al fútbol? —mi madre rió, divertida con mi expresión desconfiada. —Bueno, en realidad esos también se llamaban "trabajos". Antes había personas que trabajaban y personas que se dedicaban a lo que querían dedicarse. Esa es la diferencia esencial con este tiempo. Ahora todos nos dedicamos a lo que queremos dedicarnos. 

—Menos mal —no podía imaginar un mundo donde todos los días hicieras algo que no querías hacer.