El juguetero de la calle 23 - Lauraperezherrera04
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«El juguetero de la calle 23»

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El gran juguetero de la calle 23 es un hombre cincuentón, amable y dulce, atractivo para su edad. Siempre es el primero en donar sangre, el primero en ayudar a los niños a cruzar la calle, el primero en repartir comida a los más necesitados.

El gran juguetero de la calle 23, es un hombre que hace juguetes para sus amados niños del pueblo; tambores, peluches, muebles para jugar a las muñecas. Que lindas muñecas a tamaño real, con sus mejillas sonrosadas y su piel tan suave, al igual que sus lindos cabellos de diferentes colores, siempre bien peinadas, con sus ojitos tan puros y reales. Que lindos tambores, con las pieles tan suaves y tensas, con sus colores cálidos, algunos con manchas y otros sin ellas.

El gran juguetero de la calle 23, siempre sonríe cuando regala caramelos a sus amigos, los niños y por supuesto a los padres de estos. Su divertido caminar hace reír tanto a los infantes como a los adultos. Su vestimenta colorida le da un aspecto más infantil y gracioso.

La bella juguetería es un sueño hecho realidad para los niños, y no tan niños. Nubes de algodón en el techo, un pequeño tren siempre recorre la tienda por encima de las cabezas de los visitantes, estrellas luminosas decoran las paredes, en las vitrinas habitan miles de ositos de peluche, payasos alegres y grandes casitas de muñecas, que gran talento tiene él.

El gran juguetero de la calle 23, abre a las nueve y siempre cierra a las ocho, camina por las noches hasta su bonito coche negro, jugando con el llavero arcoíris que siempre cuelga de sus manos. Saluda a todos con los que se encuentra, repartiendo sonrisas alegres. Conduce moviendo la cabeza felizmente al ritmo de la música de la radio, sonriendo a los demás conductores en los semáforos. Baja de su coche y entra en su bonita casa color blanco de dos plantas con su jardín lleno de coloridas flores.

Saluda a sus vecinos antes de entrar a casa, camina lentamente hasta la puerta del taller, saca la llave dorada y la introduce en la cerradura aun con su cálida sonrisa, baja las escaleras del sótano sin prisa para trabajar en su taller. Su escritorio bien cuidado, aunque algo desgastado por el paso de los años, se encuentra en medio de la sala, lo único que lo alumbraba es una bombilla y lo único que se escuchaba son los llantos y súplicas provenientes de lo profundo de la habitación, en una pequeña jaula.

El gran juguetero de la calle 23 le gusta escoger a los niños más lindos, no importa el color, no importa cuánto llore y grité, solo que tan lindos son. Esta vez elige a una pequeña niña morena de ojos oscuros y piel pálida, la sacó con fuerza de la jaula. En un tocadiscos puso una marchosa melodía de Jazz mientras saca los órganos a la niña para intercambiarlos por algodón y formaldehído para conservar su belleza eternamente.

Pinta su nueva muñequita y la viste a la perfección para hacer feliz a una niña más. Una piel más oscura, tensa será el más perfecto tambor y unos huesos limados, pegados y pintados serían una hermosa cuna de juguete.

Al gran juguetero de la calle 23 le hace muy feliz hacer juguetes con y para sus amigos, los niños. Pero se quedará sin materiales y tendrá que ir a por más, así que vigila a los niños, o se convertirán en nuevos juguetes con los que divertir.

Aunque es tan bueno y agradable, nunca dejara de ser el gran juguetero de la calle 23.

Lauraperezherrera04
Laura Pérez Herrera. Amante de los libros y película de terror y suspense, además, se encuentra…
Miembro desde hace 2 años.
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