El poder de Vera - Mila Clemente
Mila Clemente

«El poder de Vera»

478 palabras
3 minutos
10 lecturas
Escribe un relato de realismo mágico
Vera escribía en su diario todas las mañanas en el jardín. Mientras desayunaba observaba las flores que brotaban bajo los primeros rayos de sol. Después, se bebía su zumo de naranja, su café con leche, y comía una tostada con mermelada de fresa, elaborada con mucho cariño por su tía Teresa. Terminaba de escribir su primer párrafo cuando tuvo una visión. Su hermana Alba volvía a casa. El fin de la dictadura le sorprendió en Canadá, y decidió volver a su hogar antes de que naciera el bebé que esperaba. Su deseo era que su princesa naciera en su querido Chile. Donde Alba se crio feliz junto a su hermana Vera.
Desde los ocho años recién cumplidos, Vera poseía el extraño poder sobrenatural de hablar con espíritus, apreciar algunas predicciones, y una habilidad psíquica llamada telequinesis. Al principio sus padres, Juan y Berta, no comprendían lo que estaba sucediendo, y asustados, le prohibieron usar sus poderes en su presencia. Hasta que un día, tras la muerte de la abuela Margarita, ésta se puso en contacto con Vera para anunciarle su secreto. Bajo el limonero del jardín, permanecía un tesoro enterrado, se trataba de las joyas de Margarita, que a causa del problema de juego de su esposo, se vio obligada a enterrarlas para que no fueran vendidas por éste.
Al terminar su desayuno y escribir sus pensamientos en su diario, Vera sonrió complacida al saber que pronto volvería a reunirse con su hermana. Había huido años atrás con su amado Pedro, un socialista amenazado como otros tantos que no corrieron la misma suerte de poder huir a tiempo tras el golpe de estado.
Vera subió al dormitorio de sus padres, donde Juan desayunaba mientras leía la prensa, y Berta estaba siendo atendida por Jacinta, la sirvienta. Berta llevaba unos meses sufriendo demencia senil, y no la dejaban sola en ningún momento.

- Padre, madre; Alba vuelve a casa.
- Mi querida hija -dijo Juan alzando la vista con una delicada sonrisa en su rostro.
- ¿Quién es Alba? -preguntó Berta confundida.
- Es su hija madre. Su hija mayor. Con cabello negro y rizado, y ojos azules como el mar. ¿La recuerda madre?.

Al día siguiente, Vera tuvo otra predicción. Esta vez esa aterradora visión le produjo un sobresalto desagradable, obligándola a correr hacia el baño para vomitar. Vera lloraba desconsolada, esta vez deseaba que la visión no fuera real. Su querido padre, preocupado, le preguntó qué era lo que estaba sucediendo. En ese mismo instante, el espíritu de Alba apareció por la puerta, suplicando la salvación de su bebé, que seguía vivo en el interior de su vientre, a pesar del accidente mortal que acababan de sufrir.
Los cuerpos de Alba y Pedro fueron encontrados muy cerca de la casa, donde Vera pudo sacar con vida a su querida sobrina, y concederle la vida feliz que sus padres no pudieron otorgarle.
Mila Clemente
Nací en Barcelona en 1974. Mi infancia en Santa Coloma de Gramanet fue en tiempos de la EGB…
Miembro desde hace 2 años.
91 historias publicadas.

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elinsurgentecalleja
07 abr, 23:38 h
Tremenda historia Mila, muy descriptiva e intrigante.
El giro final es brutal!
👏👏
Saludos Insurgentes
Mila Clemente
08 abr, 10:55 h
Gracias por tus palabras compañero.
Saludos.
Karmen Rubio
19 abr, 19:54 h
Aunque el final es duro, ¡me ha encantado!. Estupenda historia Mila. 👏👏 😀
Mila Clemente
19 abr, 20:01 h
Gracias ☺️
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