«ÉL TRABAJA SIN DESCANSO, ELLA DECIDE SEGUIR.»

—¿Sí? —responde James.
—Soy yo, cariño —se escucha a Anna cariñosamente, al otro lado del teléfono.
—Dime, que estoy liado.
—Solo quería saber si podrás venir a cenar.—pregunta ansiosa.
—Pues… lo voy a intentar. La cosa está apretada, tengo un montón de manuscritos que revisar… Además, tengo que entregar varias revisiones esta misma tarde.
—No te preocupes, yo te espero.—dice ella resignada.
—De acuerdo, haré lo que pueda. —él apenas muestra interés.
Hace 10 años que se conocieron y empezaron su relación. Ella celebra el 6 de julio como una fecha importante en su calendario, una fecha marcada a fuego, ahí empezó su historia de amor con James, el amor de su vida.
Él no se ha acordado, no la ha besado con más fuerza esa mañana, no recuerda que es un día especial para ambos.
Ella pasa la tarde cuidando cada detalle.
Él sigue nadando entre montones de folios, inmerso en su trabajo, sin pensar ni un segundo en la velada. No analiza si su trabajo le llena lo suficiente, como para dejar en segundo plano otras facetas de su vida. Se limita a ser productivo.
Son las 22h. Es hora de ir a casa. Quizá puede revisar unos textos más…
Anna mira el reloj de pared y ve reflejada su cara de decepción en el espejo, que tiene justo en frente. Estaba tan ilusionada… pero él no lo ha sabido ver.
James llega apresurado, son las 23:15h. Anna puede calentar los platos, estará bien, ella siempre está bien.
—¡Hola mi vida!, ¿dónde estás?.
Oscuridad, olor a velas apagadas… El asado sigue ahí frío, en la mesa toda decorada.
—¿Anna?
Pero ella ya pasó página, se merece algo más.
No piensa compartir más a James con el trabajo “de sus sueños”.