Dice un conocido refrán: “nunca llueve a gusto de todos” y es una verdad incontestable, las circunstancias que favorecen a algunas personas, posiblemente perjudican a otras, aunque, si nos atenemos al texto en su parte literal relativa al clima, cada vez está peor.
Con el desarreglo climatológico que se nos avecina, estamos apañados. El planeta nos la tiene jurada, como no le tratamos bien, nos lo devuelve con lluvias inundantes en algunos sitios y sequía persistente en otros. Nevadas apocalípticas como la “Filomena” y terremotos por doquier.
Está claro que el planeta se está cansando, no me extrañaría nada que un año no muy lejano, sin ir más lejos y sin previo aviso, nos quedáramos sin verano, sería como si el clima nos castigara:
--Pues ahora, ¡como no os habéis portado bien!, ¡os quedáis sin verano!, ¡estáis castigados! --
Parece enteramente una reprimenda de una madre a sus niños, por haberse portado mal o por no haber estudiado, aunque las consecuencias no serían las mismas, ya que se trataría de un desarreglo climatológico preocupante.
Si eso ocurriera, ese año, no existirían las actividades típicas de la temporada, las piscinas para mitigar el calor no abrirían ya que pasaríamos de la primavera al otoño directamente, un poco triste, ¿no?.
¡Qué horror! para los centros comerciales, no podrían vender la ropa fresca, los pantalones cortos, ¡los bikinis! y ¡bañadores!, ¡una ruina!, no habría cruceros veraniegos, ni conoceríamos a aquella chica, o chico, aquel amor estival. Tampoco tendríamos vacaciones de verano en el trabajo, ¡no lo quiero ni pensar!
Creo que el clima, necesitaría un reinicio, como si fuera ordenador de sobremesa y recuperaría la normalidad.
Espero que recapacitemos y seamos conscientes y poco a poco tratemos al planeta como se merece, si no queremos que nos castiguen… ¡sin verano!.