—Gracias bella, un poco más y sigo sola. Que bien han preparado este hogar. ¿De qué va esto hermosas? —la llama chisporrotea. Esta noche la mujer entiende el idioma del fuego y responde:
—Fuego querido, es la noche de San Juan, te invitamos a quemar con nosotras todo lo malo.
—¡San Juan! ¡Que honor! Valientes damas: esta fuega está para serviros —y lanza chispas en todas direcciones.
Un círculo de mujeres rodea la hoguera, mientras la fuega se hace fuerte comiendo madera y papel.
Una mujer joven se adelanta.
—Por mi cicatriz de cesárea innecesaria, por mi depresión post parto ignorada, quemo la falta de respeto a las madres y denunciaré cada día la violencia obstétrica. — y quema copias de expedientes de denuncia.
Una mujer cubierta de canas y arrugas levanta la voz.
—Por mi nieta y todas nuestras jóvenes desaparecidas. Quemamos el silencio del sistema, y las seguimos buscando. — y al terminar arroja un muñeco de paja bautizado cómplice.
—Por Manuela y Vicente —dice otra y no puede contener el llanto. Dos mujeres la abrazan y terminan la frase —y por todos los niños arrebatados, incendiamos la violencia vicaria y seguimos reclamando justicia — y tiran piñas a la hoguera.
La fuega arde, se consume de dolor y furia.
Una a una, todas arrojan al fuego algún símbolo de la violencia que viven a diario. Algunas pueden decirlo, otras sólo llorarlo.
La fuega se revuelve inquieta. Quiere salir del círculo y quemar el mundo, incinerar todo, hasta que no quede más opción que empezar de nuevo. Se ve reflejada en los ojos de las mujeres y se calma, se suaviza con el amor que une el círculo. Amor a la vida. Hogar.
Un saludo.
Relato reivindicativo y muy necesario.
¡Enhorabuena, compañera!
Gran narración Lucía.
Me ha encantado.
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes